Capítulo I: El Inmortal.

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Capítulo I: El Inmortal.

Salí la última del instituto. La profesora de matemáticas me estuvo regañando casi quince minutos después del timbre de salida porque no había estado nada atenta a las explicaciones de hoy, por lo que en vez de a las dos en punto salí a y cuarto. No lo voy a negar, apenas me enteré de un par de cosas. La verdad es que a la clase sin Valente le faltaba algo. De alguna manera él siempre conseguía sacarle un doble sentido a las frases y hacía comentarios sobre ello que le hacían gracia hasta al profesor en muchas ocasiones. Pasé toda la clase meditando sobre qué podría haber sucedido, y me agobiaba sólo de pensar que tendría que haber sucedido algo grave para que no hubiese venido.

En fin, cuando regresé a casa lo primero que hice fue comprobar si mi madre se encontraba bien. Necesitaba asegurarme de si esta mañana simplemente estaba dormida, o le ocurría algo más que no noté en su momento. En efecto, ella se encontraba en el sofá del salón, leyendo un libro. En cuanto a mi padre, él siempre viene de trabajar sobre las tres y media.

- Veo que ya has despertado.

- Créeme, me acosté más bien tarde, y si no duermo mis ocho horas no soy persona. ¿Qué tal el día? – me contestó, apartando la vista del libro y sonriéndome. –

- Entonces, ¿estás bien? – pregunté por si acaso. –

- ¡Perfectamente! – exclamó. – La vejez no es un digno rival para mí.

Cierto era que ya se estaba haciendo mayor. Quizá no era una anciana, pero se notaban sus cuarenta y siete años. Mi padre, en cambio, aún tiene cuarenta y dos.

- Que así sea por mucho tiempo. ¿Qué hay de comer?

- ¿Por qué no vas a la cocina y lo compruebas tú misma?

Eso hice, y mis labios dibujaron una sonrisa ellos solos en cuanto vieron el pescado en el plato. Amo el marisco, y hacia casi una semana que no lo comía.

- ¿Podemos comer ya? – pregunté entusiasmada.

- ¿Why not? ¿Lo he pronunciado bien?

Mi madre y yo hablamos muchas veces en inglés. Simplemente porque a mí se me da genial y ella quiere mejorar el suyo.

-You did it great, Ana. ¡Venga, que no te pienso esperar!

Comer es el mayor placer de la vida, sin lugar a dudas.

Dieron las cinco menos diez y me vestí para reunirme con Valente, Nora y los demás en el lugar de siempre, el parque justo al lado del instituto. En realidad somos un círculo de amigos reducido, pues solamente somos cinco: Liam, Nadia, Valente, Nora y yo. Aun así, somos muy cercanos entre nosotros y lo pasamos genial juntos.

Casi siempre llego tarde a las quedadas y aquella no fue la excepción. Aunque diez minutos después de la hora acordada, ya podía distinguir desde decenas de metros de distancia el gran cartel que señalaba: "Parque del Cielo Violeta''. Cortesía del fundador el no asignarle un nombre de una fecha o persona y ponerle uno más original. Por algún motivo, aquel día el parque se encontraba totalmente desierto. Solo encontré con la vista a mis amigos sentados en un banco. Pero sólo estaban tres de ellos. Valente aún no había llegado.

- Aquí llega La Friki del tiempo. – bromeaba Liam. –

- Sí, aquí llega. ¿Novedades de Valente?

- Por ahora no. – contestó Nora. – Aún no ha llegado. ¿No le has visto de camino?

- Ni rastro. Estoy realmente preocupada.

Si el tiempo y yo fuésemos amigos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora