Capítulo 1.

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Repasaba las lineas de aquellos tatuajes con su dedo índice, recordando las historias que tenía cada uno de ellos, pero recordando también como consecuencia como había acabado allí en ninguna parte y en todas al mismo tiempo. Tan lejos de su hogar... Un hogar que ya no existía.

Ya no sabía a que distancia estaba de su dimensión y mundo original, pero no es que le interesara. Él había cambiado, y no solo por los cuatro años pasados, no. También porque en aquellos cuatro años vagando por el universo, se había convertido en algo ilegal en ciertos sitios: un caza demonios.

Soltó un suspiro y alejó su mano de los tatuajes del brazo, mirando por la ventanilla de aquel extraño "transporte público", si es que se le podía llamar así. Se trataba de una nave flotante, impulsada por energía viajando por el medio del espacio. Aparte de él, habían también criaturas de todas formas, tamaños y colores. Por ejemplo, a su lado izquierdo se encontraba una especie masa gelatinosa de color rosa con más ojos de los que él podía contar o, en frente, una hormiga gigante azul de tres ojos que, ahora que se fijaba bien en ella, se dio cuenta de que le miraba fijamente.

Por precaución, escondió mejor sus marcas bajo la chaqueta negra que llevaba y se recolocó la bufanda gris. Esta vez no tenía ni idea de si tendría que esconderse o no, ya lo descubriría cuando llegara a donde fuese que se estaba dirigiendo.

Aquello de ir sin rumbo ya era costumbre, era lo que solía hacer, aunque su objetivo bien claro. El problema era que el universo y sus dimensiones eran algo infinito e impredecible. Cipher podría estar en cualquiera de ellas o incluso en una que él mismo había creado y sin conexión. Pero al chico le daba igual, había estado haciendo aquello cuatro años, sin descanso no iba a parar ahora.

Aunque también cabía decir que aquella vez no estaba allí por "casualidad". Simplemente le habían contactado y se sentía medio obligado a ir.

Recordaba casi a la perfección sus primeros días por allí, en medio de todo y nada. Se sorprendió bastante al darse cuenta de que la mayoría de los mundos y sistemas estaban entrelazados por medio de aquellos "transportes públicos", teletransportadores -le ponían enfermo, literalmente- o simplemente tener tu propio "vehículo" y sólo unos pocos, aquellos que estaban obsoletos, como la Tierra, no lo estaban. También se fijó en que, a pesar de que había "gente" que tenía forma humana, era extraño ver a alguien con sólo dos piernas o dos ojos, por ello, tenía que tratar los pantalones con bastante cuidado, no es que fuera de las prendas más comunes.

Era un completo caos, pero, poco a poco, se fue acostumbrando a las extrañas apariencias de la gente, sus extraños medios y sus leyes, claro que él había quebrantado más de la mitad que cada mundo.

Escudriñó por la ventanilla, mirando el gran planeta color arena al que se dirigía antes de que el vehículo diera un gran trompicón. Tantas veces allí le habían enseñado a reconocer cuando era un parón y cuando iban a viajar a velocidad luz; aquella vez se trataba de la segunda.

Soltó un suspiro y se preparó, iba a ser un viaje movidito.

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