Capítulo 3

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"Luna creciente"

La necesidad lo llevo a escaparse de su vida de cazador un fin de semana, no la estaba pasando nada bien sin cierta personita de cabello plata. A pesar de que su bestia deseaba la sangre de la pura para satisfacer su necesidad de alimento, también deseaba estar cerca de la otra mujer, tan obsceno. Sin embargo la parte dentro de él que era de su hermano ansiaba también estar cerca de la chica, su cálida sonrisa podría hacerle sentir cosas inigualables. Aunque seriamente comenzaba a dudar si era Ichiru o el que ansiaba la compañía de la frágil mujer, una excusa absurda usar a su hermano muerto para justificar sus sentimientos. Pero de nuevo era como lo que había pensado María, él era el más débil de los dos.

El paseo no había sido del todo horrible, pero grande era la lejanía entre la academia y la casa de la joven vampiro. Plagado de espesos bosques oscuros y una ambiente extraño que cambiara de húmedo a semi templado. Con una sonrisa cansina cerro sus ojos y se dejó inundar por el aroma de los pinos que se colaba por la pequeña abertura en la ventana.

Mientras tanto en la casa de la susodicha estaba impregnada de un ambiente cálido y la mujer que había pasado algunos días encerrada ahora estaba felizmente en la cocina tarareando suavemente mientras mezclaba algunos ingredientes. El cabello plateado descansaba en un moño desordenado y su precioso vestido color azul cielo de mangas hasta los codos con pequeñas bolitas blancas, adornaban su figura, le llegaba hasta tres cuartos de sus lechosas piernas blancas. Era finamente adornado por un delantal blanco con el rostro de un gato estampado frente a su pecho. La joven vertió de manera satisfactoria la mezcla al molde y la llevo enseguida al horno. Aprovechándose del calor que había en su hogar, reviso también el té que desprendía un aroma encantador. Vaya que el hecho de que su visita amara las cosas dulces la llevaba a esforzarse por sorprenderlo, además sabía que el reconocería su esfuerzo y por primera vez no mediría sus actitudes culinarias con alguien...no como con Zero.

Ese nombre que antes le causaba un placer en la lengua ahora lo sentía como una piedra sobre su cabeza. No era como si tan rápido lo hubiera dejado de amar, aquel sentimiento puro que para un ser como ellos no debió haber existido, se cultivó por tanto tiempo que olvidarlo tan rápido sería un crimen, no podía evita seguirlo amando pero su amargura y el sentimiento de traición se extendía por su cabeza en cada instante haciendo la lucha corazón y cerebro demasiado fiera. Seguramente ahora estaba con ella, no lo culpaba, era más alta, llena de vida, hermosa.

El pitante sonido de la tetera la despertó de sus sueños y rápidamente la apago. Una risa desde el fondo de la cocina la había hecho girar y encontrarse con los rubíes verdes últimamente tan cercanos.

—María-chan tan linda...— grito el hombre que todavía reía por la pasada escena, sus mejillas se tiñeron de rosa y miro hacia otro lado.

La mujer vampiro ignoro la presencia y siguió buscando las tazas para su fiesta de té, lamentablemente para su suerte y dado que estaba acostumbrada a tener alguien quien la cuidara y le ayudara, se vio ante un nuevo problema, era demasiado corta.... Ni siquiera de puntitas podía alcanzar las tazas, con el esfuerzo un ataque de tos le llevo a dejar sus esfuerzos. Para su suerte Takuma que había dejado de burlarse se puso detrás de ella y bajo la vajilla.

El extraño contacto llevo a su vínculo nuevamente a causar estragos en ambos, estar tan cerca se sentía tan bien y no de manera lasciva, sino reconfortante.

—Ichijo...—susurro la mujer antes de ser presa de un abrazo de oso del vampiro infantil que alegremente puso su barbilla sobre el cabello plata.

Pero como todo, nada dura para siempre y el coche se había detenido ya delante de la mansión. El cazador sintió la presencia de otro chupasangre en la mansión y trato de calmarse pensando que era alguna de las "chicas", nada más lejos de la realidad. Camino hasta la puerta y toco, esperando por el recibimiento. Un hombre mayor en traje de mayordomo le abrió y miro extrañado al visitante, lo examino meticulosamente antes de dejarlo pasar e informar a la señora de la casa por la visita, pero fue detenido por el cazador que ahora adentro podía distinguir mejor el otro aroma y no fue para nada grato saberlo....


El dolor del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora