Capitulo 2: Un golpe inesperado

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Al abrir los ojos pensé que todo había sido un sueño, pero no había sido así, por una vez sentía que le importaba a alguien. Me quedé no se ni cuanto tiempo, en las nubes pensando qué íbamos a hacer por la tarde. Me gustaría que enseñará a fondo la ciudadela por que aunque vivo en la calle hay muchos sitios que por ser el "abandonado" no me dejaban pasar los guardias. Lo único que fue capaz de sacarme de esa nube fue el rugido de mi estómago, pidiendo comida a rabiar. Salí de mi hogar, mire hacia el reloj, no podría creer que fueran las doce y no hubiese hecho nada más que imaginar y divagar. Sin perder ni un minuto más me puse en busca de mi desayuno aunque a esas horas ya debería de estar buscando la comida.
Se había convertido en un desayuno-comida.
Tranquilamente y sin prisas, fui caminando entre los puestos del mercado, observando si había algún vendedor que estuviera distraído o con cosas fácil de coger. Por cada puesto que pasaba los vendedores no me quitaban el ojo de encima haciéndome imposible conseguir algo. Menos mal que siempre tengo el plan B, que siempre está hay, no es para nada agradable, pero oye ya estoy acostumbrado, bueno el plan B es buscar en los contenedores de basura, hay siempre se puede encontrar algo "bueno", si no es en los de la plaza, es en la de otros puntos que no son pocos. Para no andar mucho me fui a los del mercado, hay encontré un pequeño tesoro. Dos patas de cerdo asadas, que la verdad no se por qué las habían tirado, tenían un buen aspecto, un poco quemadas pero bueno. Ademas encontré unas latas que eran una bebida en el año 2000, no ha llovido ni nada.

Cogí todo como pude y me lo lleve a un callejón para degustar mi tesoro sin que nadie me molestara. La verdad jamás estuve antes en ese callejón y eso que no está muy lejos de donde yo busco la comida. Solo había una caja de madera con varías etiquetas, en una de ella ponía alto secreto, no sabía leer muy bien pero me defendía, en otra etiqueta ponía " Del Rata, al Botijo". La caja como no era muy grande pensé que sería una mesa idónea para mi banquete. Poco a poco fui degustando el menú, no sabéis lo que echaba de menos la comida que tuve con Alfonso. Cuando termine la torre del alcalde marcaba las tres, haciendo sonar sus campanas. Yo estaba a reventar, no podía ni mover el dedo pequeño del pie, me tumbe en el suelo para reposar el atracón, no me había fijado antes pero de la pared salían unos rayos de luz, la verdad no entendía que podía pasar. Con mucha dificultad me levante, tenía mucha curiosidad, sobre que podía generar esos rayos de luz. Apreté la pared, y con se empezó a abrir chirriando y levantando mucho polvo. Era un túnel, iluminado con antorchas, no era muy grande el túnel, no sabía si seguirlo o irme corriendo, me arme de valor y con precaución fui andando por el pequeño y estrecho túnel, al final podía ver una puerta de madera, la abrí con mucha delicadeza, como si fuera una puerta de cristal. Mi corazón se iba a salir de mi pecho con las pulsaciones más rápidas y fuertes. Se me hacía difícil tragar, porque tenía la boca super seca al contrario que mis manos que podía llenar una jarra con el sudor que podía salir de ellas.

Cruzé la puerta, era una sala pequeña con una mesa en el centro con mapas de la Ciudadela, cofres y baúles que intente abrir pero no pude. Tenía la sensación de que alguien me observaba, cada vez esa sensación se hacia más fuerte, con mucho miedo gire mi cabeza hacía la puerta, habían un grupo de hombres que no se ni cuantos eran, nada más verlos se abalanzaron sobre mí, impidiéndome fijarme en sus caras. Los hombres me pegaban con palos, piedras, varas de metal, todo lo que tuvieran a mano. Me dejaron casi muerto, pero solo casi. Doy gracias que perdí el conocimiento relativamente pronto. Ahora mirando atrás dudaría si me despertaría.

Me desperté en un sitio que me era muy familiar pero no podía pensar, me dolía todo el cuerpo. Me fije que tenía medio cuerpo vendado, dos escayolas, pero lo que de verdad me dolía era el ojo, solo podía abrir un poco, por más que lo intentaba solo conseguía el mismo resultado un grandísimo dolor. Las lagrimas me salían de mis ojos sin yo poder evitarlo, solo el hecho de pensar que podía haber muerto hacía que no pudiese parar de llorar, cuanto más lloraba más me dolía mis heridas. Escuche varías puertas abrirse antes de sentir que alguien me abrazaba y acariciaba mi pelo con mucha ternura y dulzura, esa persona no sabia quien era hasta que de sus labios salio un "shhhh,..." era Alfonso, jamas se me olvidaría esa voz, abrí todo lo que pude los ojos y hay estaba los ojos grises de Alfonso, ese pelo castaño y corto. Me secó las lagrimas con la manga de su camiseta.

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⏰ Última actualización: Sep 25, 2018 ⏰

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