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"HOSPITAL PSIQUIÁTRICO DE MOUNT MASSIVE"

1945.

Rezaba aquella mellada y parcialmente oxidada placa en medio del césped del jardín frontal. ¿Un hospital psiquiátrico? Leer el nombre me hizo pensar... ¿Soy lo suficientemente valiente como para entrar en un lugar así? Había oído de estos sitios, e incluso visto documentales. Un lugar de este tamaño, totalmente infestado de locos, con problemas mentales de todo tipo... Pero aquella reflexión inevitablemente, me llevaba a la misma respuesta: Sí. 

Seguí mi camino, todo recto, marcando bien fuerte cada paso que daba allí, sibuendo con seguridad los escalones, hasta que un rectángulo doble de madera me detuvo. Aquella puerta suponía un obstáculo para cumplir mi objetivo, y la herramienta para deshacerme de él se encontraba justo a la izquierda. Sin embargo, mi dedo dudaba acerca de si hacer o no hacer funcionar el sencillo mecanismo de pulsar un botón para accionar lo que suponía que era un timbre. ¿Por qué ahora dudaba? Ya lo había decidido antes, varias zancadas atrás. Había llegado demasiado lejos, refiriéndome a recorrer unos cuantos metros desde el jeep hasta la entrada.  Aquellos pensamientos reforzaron mi decisión ya tomada con anterioridad, y el cerebro envió la orden a mi dedo, para que este pulsara el maldito botón que tenía enfrente.

 "RIIIIING"

La estruendosa onomatopeya sonó en el aire, dejando el ambiente sumido en un escalofriante silencio tras su fin. Unos segundos que me parecieron eternos, transcurrieron desde la realización de mi trabajo pulsando aquel blanquecino interruptor, hasta que unos rayos de luz aparecieron, interrumpiendo el oscuro momento de espera. Automáticamente, las puertas se abrieron simétricamente, revelando un amplio vestíbulo, digno de aquel gran lugar. Supuse que aquello era una invitación a entrar, por lo que caminé hacia el interior de aquel edificio.

-Uau... --murmuré para mi mismo. 

El vestíbulo era... simplemente impresionante. Miré arriba, observando las enormes lámparas que daban luz a aquel lugar. La luz no era ni muy intensa ni muy débil: Era perfecta. Me fijé también en la parte de arriba, donde detrás de unos cristales se podían ver la existencia de pasillos y corredores superiores. Pensé que muy pronto mis piernas estarían recorriendo esos pasillos, a la carrera, ansiadas por descubrir todo, pero me vi cortado por el golpe de las puertas al cerrarse, que me obligó a girarme. Mi idea sobre las puertas automáticas se había caído cuando vi que dos guardias de seguridad, cuyas caras no resultaban nada (alegres) por verme allí dentro, situados a ambos lados de las puertas, seguramente colocados allí para realizar única y exclusivamente la tarea de abrir y cerrar.  Como aquellos rostros me estaban provocando ganas de regresar por donde entré, me di la vuelta, dirigiéndome al mostrador situado al fondo. La distribución de aquella estancia era típica de un lugar como aquel, lo que me producía aún más ganas de las que ya tenía, siendo estas ya bastante grandes. 

Detrás de aquella mesa de madera, un guardia sentado en una silla nada cómoda, y mirando al frente, haciendo caso omiso del parpadeante ordenador, como esperándome, fue el primero que habló.

--Bienvenido a Mount Massive. ¿Podemos ayudarle en algo? --pronunció inexpresivamente, como si aquellas palabras formasen parte de un protocolo al que se veía obligado a cumplir en cada ocasión como aquella.

-Sí. No he venido por que esté loco, simplemente... --mierda, no había pensado en que hacer en esa ocasión. ¿Que respuesta puedo dar ante tal pregunta? Improvisa... ¡Rápido! [Um... Simplemente vengo a visitar a un familiar... --mentí, intentando actuar con seguridad para que no se desmoronase mi fachada.

-¿En serio? --el guardia enarcó una ceja. [No se en que lugar se cree usted que está para "visitar" a sus familiares. --su inexpresividad había desaparecido, sustituyéndose por un semblante serio, con su voz acompañando. [Además... Si estás aquí de visita. ¿Para qué es esa cámara?

La cámara... --miré el aparato electrónico señalado por el contrario, metido en su funda, la cual estaba enganchada a mi pantalón. [¡Ah! E-Eh... Es para... ¡Sí! Eso...

-Se lo vuelvo a repetir: No se en que lugar se piensa usted que está. No admitimos visitas, no admitimos aparatos electrónicos, pero si hay algo que de verdad aborrecemos son los curiosos de mierda, como usted. Así que hágame el favor de volver a su puto coche, y regresar por el mismo camino por el  que ha llegado si no quiere arrepentirse de las consecuencias que le pueda acarrear pasar un segundo más aquí. --pronunció el contrario de seguido, sin apenas tomar aire, en un tono enfadado completamente profesional.

Anticipando una respuesta negativa, los dos guardias de la puerta se acercaron al mostrador, situándose detrás mío. A pesar de que puse resistencia, no fui capaz de zafarme de los guardias, cuyos enormes brazos apretaban los míos, llevándome de vuelta a la puerta de entrada, arrojándome por el hueco que se creó, después que se tomasen la molestia de soltarme para abrir la puerta no automática.

-Ugh...

Me levanté y me sacudí el polvo. ¡Maldición, maldición! Pateé el suelo con rabia. Me encontraba bastante enfadado debido al ridículo que había hecho ahí dentro. ¿Por qué no fui capaz de improvisar algo? Los nervios me jugaron una mala pasada, y eso sin contar al maldito guardia antipático del mostrador. Apostaría algo a que él también era un enfermo mental como los que supuestamente se encuentran aquí. ¿"Regresar por el camino por el que he llegado? ¡JA! Darme la vuelta y bajar la montaña no entraba dentro de mis planes. La reacción de aquel tipo solo consiguió producirme más curiosidad. ¿Acaso en este sitio ocultaban algo? De ser así, debería ser algo bastante importante teniendo en cuenta el tono de voz del uniformado, y su referencia a los"curiosos" y a las "consecuencias", las cuales apenas me importaban. Como periodista que era, había de arriesgar mi vida por una exclusiva, y en este momento estaba dispuesto a hacerlo. Con una sonrisa en la cara, y las ideas muy claras, me encaminé hacia la parte derecha de la fachada, buscando con la mirada cualquier posible grieta en el perfectamente custodiado lugar, para colarme por ella.

-Bingo. 

Outlast Stories: Mike.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora