Capítulo II

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Ciertamente la reunión con las amigas de mi madre, me había dejado un buen café, comida, extraña charla y al final un anuncio de ¡peligro!
Algo bastante novedoso, considerando que no salgo ya. Pero lo que más rondaba por mi cabeza era su media sonrisa y su mirada. Debía averiguar porque me pedían que me alejara. Bajé y ahí estaba mi padre tomando el desayuno.

-¿Qué tal la reunión preciosa?- papá servía un poco de chocolate hirviendo.
-Lo normal pa. Mujeres, comida, risas- suspiré.
-Todo iba bien, hasta que Jane se escapó con Max- apareció mamá, como si estuviera esperando el momento para meterse a la platica.
-¿Max? ¿Quién es?- se cruzó de brazos mi padre.
-El sobrino irreverente de Carol. No tienes idea- abría el refrigerador, quejándose.
-¿Tiene familia? Pensé que vivía sola- mi padre está sorprendido.
-Parece que lo ocultaba. Y yo lo haría. Ese tal Max solo le da problemas a la familia Jones-.

No sé, no parecía peligroso Max. No entiendo porque hablaban tantas cosas de él. Me parece de lo más normal.

-¿Te llevó a asaltar tiendas o fumar marihuana?- se dirigió a mí, mi padre riéndose.

-No es gracioso, Carol y él no se llevan mucho, y tu hija, simpatizó con él-.

Puse los ojos en blanco, y Max se había convertido en un tema aburrido ya.

-Saldré hoy- anuncié, retirándome.

Mis padres se sorprendieron, y asintieron.

-No olvides que por la noche viene tu hermano, saldremos a cenar con él- seguía preparándose su café matutino.

Calvin venía cada mes, trabajaba al otro lado del país. No sé como a él lo dejaron irse tan joven. Pero bueno. Subí a mi alcoba y me tumbé en la cama. Seguía haciendo frío. Demasiado. Tenía llamadas perdidas de mis amigos. Cómo es Viernes les encanta salir a tomar, pero es cena familiar así que les aviso.
Un par de horas más tarde, ya que me he duchado, me arreglo lo mejor. Recojo mi chaqueta y las llaves, mis padres han salido. Conduzco, sinceramente no sé a donde voy. La radio suena, todas las canciones me parecen iguales.
Me sumerjo pensando en todo, siento una terrible emoción que me aprisiona y no me deja respirar. A veces me pregunto si todo lo que he hecho es correcto, porque pienso tanto en lo que no pudo ser y en lo que fue, porque ocurrió así. Detesto haberme equivocado en aquella estúpida relación... tiene que ver con él, todo esto. Y no consigo alejar esto que siento, me robó la ilusión e hizo que dejaran de importarme ciertas cosas. Odio sentirme tan pequeña ante su recuerdo. Las lágrimas ruedan en mis mejillas y es como si me hubiese transportado al dolor en mi alma. Olvidándome del lugar, de la gente y de mi realidad. Aumento la velocidad, la disminuyo cuando paso por donde venden mi café favorito.
Me bajo del auto y camino hacia aquel lugar. Seguro que ahí encontraré un poco de tranquilidad.
Pido un Moka, me encamino a mi parte favorita, se encuentra ocupado. No reconozco al que está sentado y me entra un poco de rabia. Así que tomo una revista de la estantería y me siento en el otro sillón que comparte mi mesa favorita, para que si le incomoda, entonces, irse sea una opción. Con su enorme libro, solo veo su ropa, su manos largas sostienen con firmeza.
Azoto la taza para que se percate de mi...
Lo baja y entonces escucho mi nombre.

-¿Jane?- abre los ojos. Yo me paralizo. La delicadeza y familiaridad con la que me nombra es enloquecedora.
-Hola...
-¿Qué haces aquí?- mira a todos lados.
-Éste es mi café favorito- dejo la revista y me cruzo de brazos.
-Apenas lo descubrí, se veía acogedor y con el jodido frío... me refugié.
-Son las maravillas de vivir en un lugar cómo éste- bebo de mi café.
-Así que como dije... no tienes amigos.
Me enfrenta, colocando sus manos en sus rodillas. La barba tupida en su delgado rostro, hace juego con su ropa negra.

-Te equivocas- oculto mi nerviosismo.
-Nunca. Aunque eso me gusta, podrías ser mi amiga- la mesera pasa y él pide otro café.
-¿Amigos?- echo a reír.
-¡Vamos ya! tenemos mucho en común.

No sé que le picó, apenas ayer nos conocimos. Luego recuerdo lo que mi madre ha dicho y quiero saber más.

-No tenemos nada en común- termino mi café. Y él se inmuta.
-Vaya que sí. Vivimos en una prisión- lo dice en voz baja, mirando a todos lados.

Me encojo en hombros y suspiro. Aunque resulte extraño me simpatiza.

-De acuerdo. Pero dime, antes... ¿Por qué tu tía actúo raro... y mi madre?- temo espantarlo. Y él, esboza una sonrisa. No parece molestarse.
-Lo descubrirás- pega sus labios a su vaso y alza las cejas. Parece amenaza y a la vez picardía.
-De eso nada. No quiero ser amiga de un delincuente o enfermo mental- me incorporo.

No sé que carajo hago. Bastantes problemas tengo en mi cabeza como para soportar otros.
No estoy para nada dispuesta a inmiscuirme con personas tóxicas.
Me voy directo a la caja, pago y me subo al auto. Enciendo la calefacción y salgo a la carretera. Llego más rapido que de lo habitual y me aparco frente a mi casa. Al bajar, me toman del brazo.

-¿No lo vas a pensar?- el vapor me envuelve. El frío quema mis mejillas, Max está frente a mí.

Quisiera saber que ocurre con él. Estoy loca o él lo está.

-Suéltame- exijo pero no es suficiente.
-Jane- su mirada se suaviza, se aleja y yo no quiero que lo haga.
-¿Por qué me seguiste? ¿Estás demente?- bufo.

Se cree que puede andar por la vida, insultando a la gente...
Ruego porque mis padres no lleguen. Apenas son las 7:00pm y la oscuridad está sobre la ciudad.

-Me has tirado cientos de preguntas. No sé cuál contestar de todas- alza su cara al cielo, se niega.

Se gira y va camino a su auto, su andar es de fastidio.
Parece un juego y yo estoy cayendo. Ni siquiera lo conozco. ¿Por qué me hago tantas interrogantes?

-Max...
Se sube y no me mira.
Éste tío es raro. Me quedo ahí, sobre la banqueta viendo cómo se aleja.
Tomo las llaves y me adentro a la casa. Esperaré a Calvin y a mis padres.

¿Para qué quiere que yo sea su amiga?

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⏰ Última actualización: Feb 08, 2016 ⏰

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