Durante el viaje, Shai estaba realmente nerviosa, habían pasado muchos años desde la ultima vez que había visto a sus padres, y ellos tampoco hicieron mucho por buscarla. Durante años ella aguardaba la esperanza de que algún día irían a visitarla, pero eso nunca pasó.
Lo ultimo que recordaba de su familia era que su padre era un alcohólico, y su madre la victima de sus arranques de ira. Sabía que cuando ella había tenido unos dos a cuatro años, habían vivido en la calle, recordaba el frio suelo de la banqueta donde dormían ella y su madre mientras esperaban a que su padre apareciera con algo de comida, cosa que nunca pasaba puesto que el poco dinero que el conseguía lo gastaba en bebida. Sin embargo, cuando cumplió cinco años, se veía a sí misma corriendo por una enorme casa de doble planta, recodaba a una anciana que le decía que las cosas mejoraría. Nunca volvieron a la calle, pero la situación con su padre empeoraba, ella lloraba, él gritaba cosas sin sentido puesto que estaba hasta las narices de borracho y su madre la abrazaba para calmarla.
Fueron momentos desastrosos y dolorosos, pero a pesar de ello hubieron momentos llenos de amor y armonía. A pesar de ser tan pequeña, tenía vagos recuerdos de su infancia. Si, recordar todo eso la había puesto nerviosa, no sabía como eran sus padres en la actualidad ¿su padre seguiría bebiendo? No quería pensar en eso, pero no podía evitarlo. Y a pesar de todo, los amaba, los añoraba, en el fondo deseaba verlos, pero por otro lado, las tripas se le retorcían.
Después de nueve horas, Shai al fin había llegado a su destino, de pronto se dio cuenta que no recordaba el camino a su antigua casa, un pequeño detalle que olvidó preguntar. Aún así, no fue necesario que pensara mucho en eso, pues entre la multitud distinguió a un hombre que sostenía un cartel con su nombre, no podía reconocer su rostro en el momento, pero vestía de forma muy ordenada, traía pantalones formales negros, zapatos a juego relucientes, una camisa blanca con las mangas arremangadas hasta el codo, tenía su barba afeitada, su piel blanca y tersa, el cabello negro un poco largo de la parte de arriba peinado hacia un lado, era alto, delgado y bastante simpático con ojos verde esmeralda, como los de ella.
— ¿Shai? ¡Pero mira que grande estas! — dijo el hombre con una gran sonrisa de oreja a oreja.
— Ho..hola — dijo la ojiverde claramente nerviosa— Hola papá.
Él sonrió dulcemente.
— ¿Qué tal estuvo el viaje?
— Tranquilo.
— ¿Tienes hambre?
— En realidad, comí en el avión. Gracias — él asintió.
— Bueno, vamos, mamá esta esperándonos. — sonrió.
Chris, su padre, tomó sus maletas y se dirigió al auto alegremente, ella lo siguió. En silencio, se subieron al coche e iniciaron el viaje hacia casa. Shai, deseaba quedarse callada, pero simplemente no podría ¡ese hombre es realmente su padre! ¿cómo? ¿cuando? Se ve totalmente diferente a como lo recordaba, parecía llevar sobrio varios años.
Sin poder contenerse, habló
— ¿Cómo está mamá?
— De maravilla, ella quería venir a recogerte también pero se le alargó una junta en el trabajo, pero hace un momento antes de que bajaras del avión me avisó que ya esta en casa.
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Shai, La Maestra Tierra
FantasyDesde hace muchos años, las personas normales y los maestros del arte de Control, conviven con asperezas, a pesar de que las cuatro naciones aun existen, la mayoría de los no maestros, o actualmente conocidos también como SACDE, viven en el país ind...