PRÓLOGO

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Harry ha pasado toda su vida preguntándose por qué la gente de su alrededor tenía tanto interés en leer la cosas que escribía, ya que no había día que alguien no le preguntara que qué tanto escribía o por qué no lo mostraba, él se conformaba con asentir y mirar hacia otro lado. Solo le mostró sus poemas a una persona, y jamás se lo enseñaría a nadie más.

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Un Harry de tan solo trece años se encontraba sentado en una silla en su habitación, mordiéndose las uñas con nerviosismo mientras observaba atentamente como su mejor amigo leía su cuaderno, en el que se encontraban muchos de sus pensamientos y sentimientos, plasmados en unos cuantos versos. Se podría decir que el que leyera la poesía de Harry tendría el placer de conocerlo bien.

Cuando Joseph terminó de leer la última página escrita, levantó su vista y se encontró con la nerviosa del rizado. Una sonrisa salió de la comisura del rubio, pero era algo triste.

"Todas son tristes" comentó el chico, refiriéndose a las poesías. El rizado asintió. ¿Importaba mucho que fueran tristes? "Algún día deberías escribir algo más bonito y alegre... ¡como el amor!" exclamó Joseph entusiasmado.

Harry se negó rotundamente. Estaba claro que su amigo no había entendido el significado de sus escritos, tampoco se iba a molestar por aquello, no todas las personas tenían esa capacidad. Sin embargo, su rostro se vio molesto.

"No me gusta el amor, Jo" respondió el niño "Me parece un sentimiento muy feo, muy hipócrita, y sobre todo muy pasajero..." su amigo sonrió dándole la razón, aunque en realidad no pensara como él, no quería discutir con Harry.

"Escribo lo que me gusta, lo que yo siento en ese preciso instante. No escribiré algo falso, algo que no piense ni entienda. Eso me parece fatal... realmente me gusta escribir y no voy a destrozarlo con algo que es completamente ajeno a mi" contestó muy seguro el ojiverde. El rubio jamás dejaría de sorprenderse de lo bien que hablaba su mejor amigo con tan solo trece años de edad.

"Debes cambiar, Harry. No está bien que pienses así"

"No puedes cambiar a una persona, si esa persona no quiere cambiar" una sonrisa se formó en la boca del rizado ante tal respuesta. Y es que era verdad, realmente lo pensaba así.

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hola, cositas lindas. sé que es muy corto y lo siento, pero simplemente quería hacer una pequeña introducción a la historia. muchas gracias por leer, os amo.

-elena

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