Único capitulo.

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''El último Beso''.

Tomé una bocanada de aire al ver a mi madre y mi padre entrelazando sus ancianas manos. Sonreí llena de ternura al notar como mi padre observaba a mi progenitora, lleno de afecto hacia ella.

Mi corazón da un pequeño brinco al percatarme que mi procreador comienza a sollozar y tapa con sus arrugadas manos su boca, tratando de ahogar sus quejidos. Mi respiración se irregulariza y me levanto de mi silla, dispuesta a caminar hacia la pareja.

—Hija, sal y ve a jugar con Henry. —escucho hablar a mi padre, pidiéndome que me vaya a divertirme con mi hermano.

Negué con la cabeza haciendo un puchero. No quiero irme a jugar con mi hermano. Debe estar comiendo, hace mucho que no lo hacía y no quiero interrumpir su ingerida.

—Vete. —murmulló.

—Está bien. —le hablé, dándole a entender que lo haría, pero eso no era cierto.

Realicé unos pasos, los suficientes para que yo esté fuera de su campo de visión. Me apoyé en la blanca pared y me senté esperando que mi papa salga. Jugué con mis dedos como ellos lo hacían hasta que vi una chica acercarse a mi lugar.

—¿Te perdiste mí amor? —me habla la joven con preocupación en demasía.

—No. —contesté su pregunta, observando su vestimenta. La muchacha vestía un delantal blanco y pantalones del mismo color. Con mi total sinceridad, sus zapatillas eran horribles—. Estoy esperando a alguien.

—Está bien, pero siéntate en una de aquellas sillas. El suelo de un hospital no es un lugar para descansar, te aconsejo. —me advierte con una sonrisa exhausta y camina hacia quien sabe dónde.

La chica tenía razón, pero mi padre se enojaría al verme en una de las sillas que me señalo la muchacha, ya que él se daría cuanta que no he estado todo este tiempo con mi hambriento hermano.

Muerdo mi labio inferior, tratando de desaparecer de alguna forma mi nerviosismo al ver que mi padre acaba de salir de la habitación.

Siendo rápida, camino hacia la puerta del mismo color que los trapos que poseía la chica que pregunto sobre mí estado y, antes de que se cierre la detengo con mis pies, impidiéndole su única misión.

Quería ver a mi mamá. Hace una semana estábamos en este lugar sin poder ni querer salir por alguna razón. Cerré la puerta con delicadeza y la cerradura me llama la atención. En su interior había una llave y sin pensarlo dos veces nos encerré a las dos. Tenía miedo que mi papa entre y me saque de la habitación con una reprimenda.

Antes de llegar a la cama de mi mama, observo con suma atención mí alrededor. Me daba miedo que todo sea blanco. No, en realidad no temía sino que aquel color no me expresaba nada y me generaba curiosidad. Odiaba indagar y no obtener una respuesta y como era un color, nunca iba a responder porque su color me generaba curiosidad.

—Ma. —susurré, prestándole toda atención a su, débil cuerpo.

Escucho un gemido y camino hacia ella, sintiendo como una oleada de calor golpea mi cuerpo—. Jade, ¿qué haces aquí? —pregunta mirándome con cansancio.

¿Por qué está cansada? Ella estuvo durmiendo mucho tiempo. He leído por internet que cuando duermes mucho es porque el sueño no repara el cansancio del cerebro.

—Mami, ¿tu cerebro está cansado? —pregunto buscando una silla.

—Sí, hija. —me responde y la escucho toser muy fuerte.

Asustándome, arrastro la silla hacia su cama y me subo en ella para poder estar su altura.

—¿Estas bien? —pregunto observando su cuerpo más de cerca. Sus parpados parecen como si le pesara ya que no puede mantener sus ojos abiertos por mucho tiempo, sus labios están agrietados y resecos que me hace dudar si ella está enjeriendo una buena cantidad de agua y su piel luce al igual de las malditas paredes. Blancas.

—Ma, ¿tomaste agua? —pregunto.

Ella sonríe, tal vez recordando el día que yo me negué a beber agua porque no tenía ningún sabor y ella me hizo una lista de las cosas que me pasaría si yo no le hacía caso.

—¿Sabías que eres la chica más linda de este planeta? —susurra y otra vez comienza a toser, pero ignora el dolor y sigue hablando—. Dame un abrazo.

Mi corazón late aún más fuerte al verla tendiendo sus brazos hacia mí. Sin pensarlo más de una vez me lanzo hacia sus brazos, tratando de no hacerle algún daño. Mis ojos comienzan a picar, avisándome que están por soltar lágrimas.

—Te amo, Jade. —desborda de sus labios y besa mi frente.

Aquellas palabras fueron dagas para mi corazón. Ella se estaba despidiendo de mí.

—No me dejes—hablo con dificultad al sentir picar mi garganta—, por favor.

Escuchar un pitido por toda la habitación, fue lo más desgarrador que sucedió en mi vida. No sabía que significaba de cierta manera, pero me indicaba que nada está bien.

—¡No! No me dejes. Si lo haces te voy a odiar por el resto de mis días —le comenté como si fuera a volver a hablarme. La tomé de sus brazos y la sacudí como pude—. No llores, es mentira. —dije al ver como una lágrima solitaria se deslizaba de sus parpados cerrados—. Dame una segunda oportunidad, juro que te cuidaré como nunca lo hice antes. Voy a lavar los platos, hare mi cama cada vez que me levante, cepillaré mis dientes... —decido callarme al verla.

La apoyo en la cama y observo su cuerpo inerte. No puede ser que haya ido. Mis lágrimas pican sobre mi rostro y me acerco a su despeinada cabellera.

El cielo se llevó a una de las personas más buenas, integras e importantes en mi vida. Ella era mi amiga, la hermana que nunca tuve.

Algún día la voy a ver, en el cielo, rodeada de ángeles, cantando coros a nuestro señor, y gozándose delante la presencia de ese dios grande y maravilloso.

Sé que ella va a ser la que me va a dar la fortaleza para seguir adelante sin su presencia, susurrándome al oído que nunca nos vamos a separar.

—Yo también te amo mama. —me declaré y pose mis labios en su frente al igual que ella lo había hecho hace unos minutos atrás, haciéndome sollozar al instante.

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Gracias por leer! Espero que les haya agradado el mini-relato :)

Saludos!

El Último Beso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora