Primavera Pte. 2

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A la mañana siguiente todo parecía normal pues nadie mencionaba lo que había pasado ayer, su padre está feliz como siempre y su madre con una cara larga, todo tan normal e incluso Anabeth se cambió esta vez sin ayuda de nadie y bajo a desayunar con un vestido esta vez de seda color verde, se sentó y enseguida al lado de ella también lo hizo su madre

-Buen día Anabeth, -puso una servilleta en sus piernas -¿vez como con los vestidos que te trajo tu tía Delphin de Paris te vez mucho mejor? Es bueno romper la rutina después de todo, me dijo que se los compro a una diseñadora de por allá, ella solo se dedica a hacer vestidos para la realeza, aunque... yo hubiera preferido cambiar un poco las mangas

-El otro vestido se ensucio de barro el día de ayer, créeme, fue los primero que encontré –contesto Anabeth colocándose su respectiva servilleta

-Buen día Anabeth –llego el rey y le dio un beso en la mejilla a su hija- buen día Florencia –también le dio un beso en la mejilla a su esposa y luego se sentó- y bien, ¿Qué vamos a desayunar el día de hoy?

-Ya lo vera –dijo Mary saliendo de la cocina y poniendo el pan en la mesa- espero haya amanecido bien porque me esforcé mucho esta vez

-Pensé que siempre lo hacías Mary porque siempre me será un gusto comer lo que sea que prepares

-Gracias mi rey, enseguida les traigo el desayuno –se fue de regreso a la cocina

-Sabes Anabeth –esta vez Joseph le hablo a su hija- el día de ayer me quede pensando un poco sobre lo que paso y bueno me parece que fue muy amable de tu parte el que hayas decidido ir a darle la bienvenida a Hernán, en fin, pensé en que quizás nosotros también deberíamos de darle la bienvenida e invitarlo a cenar esta noche ¿Qué te parece?

Le sorprendió tanto a Anabeth la proposición de su padre que no sabía que decir al respecto, incluso la cara de Florencia lo decía todo

-Bueno, creo que si está bien –finalmente contesto- después de todo es tu empleado

-Muy bien, terminando el desayuno iré a buscarle, de seguro aun ha de estar acomodando sus cosas en el pequeño cuarto de atrás

Enseguida Mary entro con más cosas para el desayuno entre ellas, jugo de naranja, leche fresca, una barra de mantequilla, mas pan en rebanadas, pequeños panecillos con una cereza en medio, té y algo parecido a una sopa color mantequilla pero un poco más espesa

Al terminar de comer el rey fue directamente a la pequeña choza en donde se estaba instalando el joven Hernán, toco la puerta y enseguida abrieron, hablaron un rato y para la noche el prometió estar ahí para la cena.

Ese día fue como uno más en la vida de Anabeth, termino de leer aquel libro que su tía Delphin le había traído de uno de sus viajes, de una autora Inglesa muy joven apellidada Austen, era una novedad en las librerías de Inglaterra así que nadie conocía su novela ni a ella ni a aquella primera línea del libro que de seguro a su madre le encantaría: "Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa"

Y es que aquello era algo así como un lema en todas las familias pertenecientes a la alta sociedad, fuesen reyes, reinas o simples personas acreedoras de dinero, aquel libro le hizo darse cuenta de tantas cosas, pero por el momento solo sabía una, aquella mujer iba a triunfar, el nombre Austen seria reconocido mundialmente, casi lo podía apostar.

Salió una vez más a la hora indicada como todos los días, se dirigió al establo y en el camino se encontró con el joven Hernan.

-Que tal muy buenos días señorita Anabeth –llevaba unos baldes de agua en ambas manos

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