2-"Un gato secuestrado"

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Me desperté con pesadez; un dolor de cabeza que tumbaría a un elefante, los músculos engarrotados y pesados, las articulaciones rígidas y un pitido constante que no paró en toda la mañana. Me desperecé y observé el cuarto; esta vez sin colores, esta vez sin ondas; lleno de póster de reagge y discos antiguos. A mi lado, desnudo y tumbado en la cama, otro desconocido que dormía plácidamente. Y recostada al otro extremo, Leisa fumaba. Al verme, soltó una carcajada y dijo:


-Vaya hombre, así que no has muerto-rió y sus pechos botaron levemente por el movimiento de la caja torácica-Pensé que te iba a dar un coma o algo.


-¿Qué haces aquí?-le pregunto entre bostezos mientras movía las extremidades antes de ponerme en pie.


La pregunta se contestaba por sí sola; tres personas desnudas en una cama tras haberse drogado durante toda la noche anterior, no dejaba lugar a dudas.


-No jodas que...-dije con algo de asombro, mirando su cuerpo, el cual no sentía el pudor de taparse con las sábanas.


-Jodo-río y apagó el cigarrillo en la mesa. Se levantó para buscar su ropa, desparramada por el suelo; mostrándome durante unos segundos las delicadas curvas de su cuerpo moreno.


-¿Recuerdas algo, reina?-me preguntó poniéndose los short que no cubrían la serpiente que llevaba enredada en la pierna.


-Solo medusas y algunos polvos...-me incorporé, sentado en la cama, sujetándome la cabeza en un pésimo intento apaciguar el dolor.  El chico de pelo blanco saltó de entre mis recuerdos y brilló con fuerza-¿Con quién fuimos?-me viré bruscamente y la miré con impaciencia-¿Con quién estábamos anoche?


-Eeeeh, para el carro señorita-se abrochó el sostén-¿A qué viene esto?


-Tú solo dime con quién carajo salimos.


-No sé, tío-contestó sin ganas y se recogió las rastas azules en una gruesa coleta-Fuimos con Aday y el grupo, como siempre.


-Este no forma parte del grupo-espeté señalando al chico que dormía, plácido.


-Bueno, esto es un cargo extra-salió riendo de la habitación-¡Ostia! Si tiene un gato y todo-gritó desde la sala-Ven, es de lo que te gustan.


Me quedé mirando al desconocido. Realmente era guapo: los rizos rubios sobre la almohada, tez blanca y músculos desarrollados. Terminé de vestirme y cogí mis cosas.


-A ver qué tiene para desayunar-canturreó Leisa.


La seguí por el piso. Estaba mediocremente amueblado, tenía un par de pesas, máquinas de deporte y un bong sobre la mesa del living. Las piernas no se movían por sí solas, así que tuve que repetir conscientemente la orden de andar para que estas pudieran hacerlo. Leisa bebía café mientras se paseaba por la cocina, en busca de algo sólido que llevarse a la boca. Supuse que ella también tenía un insistente rugido en el estómago. Con la cabeza me indicó una taza ya preparada sobre la encimera. 

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⏰ Última actualización: Mar 28, 2016 ⏰

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A dos rayas de élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora