1. La noche terrible

7 0 0
                                    


- Estaba durmiendo y de repente desperté y noté algo fluyendo por mi espalda. Luego vi una mancha de sangre en mi cama y deduje que la sangre solo podía ser mía. Llamé a mis padres alarmado, y ellos confirmaron lo que yo tanto temía. La sangre era mía, salía de mi cuello, tenía una cicatriz en la parte trasera del cuello que era de larga como medio cuello.

Fuimos a urgencias, me cosieron la herida y me dieron una habitación en el hospital de la ciudad. Mis padres creyeron conveniente que les llamáramos a ustedes, la policía, ya que, evidentemente, esta herida la ha hecho alguien con un cuchillo. Alguien que me quería herir, a mí, un adolescente de 16 años que no desea el mal para nadie, que no se ha metido en una pelea en su vida, ese alguien ha cometido un crimen, y su deber, es castigar al que los comete.

Espero, señor policía, que haga todo lo necesario para encontrar al hombre que esta noche se ha colado en mi casa y me ha herido en el cuello, esta misma noche, hace apenas unas horas.

- Hablando de ti, ¿Cómo has dicho que te llamabas?

- Eric González. ¿Y usted agente...?

- Agente Sevilla, Carlos Sevilla. Y ahora si me disculpas, voy a completar el papeleo.

- De acuerdo, muchas gracias por haber venido.

Este agente Sevilla es un inútil, si el caso depende de este memo, tengo claro que nunca encontrarán a quien me ha herido.

Estuve un rato solo en mi habitación, pensando en todo lo que había pasado, me parece que habían pasado unos veinte minutos cuando entraron mis padres, esperaba que trajeran buenas noticias, mientras yo hablaba con el agente, ellos hablaban con el doctor. Mi abuela había venido a casa a cuidar de mis hermanas mientras yo y mis padres estábamos en el hospital, nadie quiere ver a un hermano débil y herido y mis padres decidieron que no vinieran ya que eran las cuatro de la madrugada y no querían verlas sufrir, por la mañana ya les contarían que había pasado.

-Hijo, ¿qué tal ha ido con el agente? - dijo mi madre preocupada.

-Mal, ese agente Sevilla es un inútil, no sé cómo está en el cuerpo de policía.

-Cariño, él solo quiere ayudar.

-No me importa que quiera ayudar, ese es su trabajo, yo solo quiero que esto pase rápido, quiero que encuentren a ese o esa persona que se ha atrevido a entrar en casa y a herirme el cuello.

-Hijo, deja ya al pobre policía, fuera listo o no, tú te hubieras metido igualmente con él, éstas enfadado y sólo quieres encontrar un culpable. Te entendemos, nos han entrado también en casa y nos han herido a nuestro hijo, alguien más importante para nosotros que nuestra propia vida. Así que deja de quejarte y descansa, que no estás para gastar tus pocas energías en criticar a todo aquel que quiere ayudarte.- Esta vez quien hablaba era mi padre, nunca lo había visto tan serio, estaba enfadado, pero a la vez sereno, tal vez es porque soy su hijo, pero este hombre es un misterio. Igualmente, le hice caso y dejé de criticar, estaba empezando a cansarme de tanta discusión i tanto pensar.

-Y vosotros, ¿alguna noticia por parte de los médicos?

-Dicen que la herida no era mortal, creen que era un aviso, aunque no te hubieras dado cuenta hasta que te despertaras, no hubieras perdido la suficiente sangre para morir, el corte es poco profundo y a cortado poco en la vena. Dicen que cicatrizará enseguida, que no hay por qué preocuparse, que enseguida podrás hacer vida normal, en cuanto te den el alta. - Dijo mi padre. Me parece que mi madre estaba demasiado afectada para dar noticias, fueran buenas o malas.

-Así que pronto. Hablando de vida normal, ¿se lo habéis contado a alguien? Es que no quiero dar pena a nadie.

-Solo a familiares próximos. ¿Y qué quieres decir con eso?, ¿qué la gente vendrá solo por pena?, no pienses eso, habrá gente que se preocupará por ti, pero si no se lo quieres decir a nadie, es tu problema.

- Exactamente papá, es mi problema, y si me permitís voy a dormir que estoy muerto de cansancio.

Durante el tiempo que estuve durmiendo no paraba de tener pesadillas, hombres siniestros que me seguían, cuchillos, sangre, heridas, muerte dolor, llanto... No desperté de un grito porque sabía que mis padres me estaban vigilando y que si me despertaba así se alterarían y tal vez me mandarían un psicólogo y todo, y eso era lo último que necesitaba, alguien haciéndome todo el rato preguntas incómodas sobre cómo me sentía, no negaba que me vendría bien hablar con alguien, pero no era lo que más necesitaba en ese momento.

Cuando desperté vi a mis padres, mi madre durmiendo en una silla que había al lado de mi cama y mi padre a su lado, despierto mirándome con total cara de preocupación. Había sudado por las pesadillas y debía intuir que no estaba del todo bien.

- ¿Has dormido bien, hijo?

- Sí, ¿por qué lo dices?

- Es que te veo un poco sudado.

- Ah, lo dices por eso, es que he tenido calor esta noche.

Se habían cogido unos días de vacaciones para estar conmigo, pero después de despertar a mi madre y de asearse, mi padre se fue a ver a mis hermanas y ella se quedó conmigo.

- Voy a la máquina a por café, ¿quieres que te traiga algo?

- No, gracias, prefiero no comer nada todavía.

- Hijo, son las doce de la mañana, algo tendrás que comer. ¿No ves que si no comes no te recuperarás?

- ¡TE HE DICHO QUE NOO! No pienso comer, no puedo.

- De acuerdo, pero traeré algo por si luego quieres comer

Cuando mi madre se fue, me puse paranoico. Me parecía que alguien me observaba veía sombras por todas partes, me levanté i corrí hacia la puerta buscando a alguien que me protegiera, pero, a causa de la pérdida de sangre, del susto y del esfuerzo, me desmayé y quedé inconsciente, por suerte, una enfermera escuchó los gritos y vino a ver qué pasaba. La enfermera avisó al doctor y a mi madre, y me alargaron a 5 días la estancia en el hospital.

Desperté dos horas después, todos me estaban mirando, mi padre, mi madre, mis hermanas, etc. Parecía que hubieran visto un fantasma.

- ¡Eric! ¡Estás despierto! - Mi hermana Clara, un año menor que yo, comenzó a abrazarme con todas sus fuerzas.

- Vale, Clara, vale, que me haces daño. - de seguida paró el abrazo.

- Perdón Eric- dijo tristemente. - Es que estaba muy preocupada por ti.

- Si, lo entiendo, pero, ¿Qué hacéis aquí?

- Venimos a verte Eric, sé más agradecido

- Pero...

Entonces entró un doctor en la habitación, mis padres lo avisaron cuando desperté, me hizo unas pruebas para saber si estaba consciente del todo y asegurarse de que no me volvería desmayar.

- ¿Cómo está doctor? - Preguntó mi madre preocupada.

- Todo está en orden, Señora Prat.

- Uf... Me alegro doctor, gracias. Bueno, hijo, nosotras nos vamos que tu hermana debe estar cansada. - se dirige a mi hermana de 5 años. - Va, Lucía, despídete de tu hermano.

- ¡Adiós! - me da un beso en la mejilla. - ¡Cúrate!

Mi madre y mi hermana vienen a darme un beso también y se despiden, mi padre se quiere quedar, pero le digo que se vaya a casa a descansar y que yo estaría bien. A demás, me habían asignado al menos durante una semana a un policía para que nadie volviera a intentar atacarme así que ya no se tenían que preocupar por mi seguridad.

- ¡Adiós!- Dije yo - Nos vemos mañana.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 23, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Buscando en la ocuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora