Capítulo 1

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El sonido de unos fuertes golpes comienzan a mezclarse en mis sueños y acaba por despertarme.

     La puerta de mi habitación parece a punto de romperse con cada golpe recibido desde el otro lado. Largo un suspiro cansado y me giro boca arriba, el ventilador de techo emite un chirrido que no logra ser opacado. La impaciente voz de mi padre suena desde el otro lado obligándome a responderle de mala gana.

     Me levanto de mal humor como no podría ser de otra forma, pierdo el equilibrio al resbalarme con la sabana tirada sobre el piso, pero lo recupero enseguida gruñendo por lo bajo. Siento el sudor recorrer por mi rostro y espalda por lo cual decido darme una ducha rápida. Me pongo el uniforme de mi nueva escuela secundaria lo más rápido que puedo y bajo corriendo las escaleras.

     Siempre he sido una inadaptada, nadie nunca me aceptó en su grupito de amigos, por lo cual tampoco he tenido una amiga con la cual hablar ni desahogarme. Mis padres creen que eso se solucionará al cambiarme de secundaria. El año pasado estuve en cuatro diferentes y aún sigue pasándome lo mismo, este año sé que no será diferente, pero de nada sirve decírselo a mis padres, ellos no entienden.

     La mesada de la cocina se encuentra completamente vacía, como de costumbre nadie se molestó en prepararme el desayuno. Tiro unos cereales dentro de un boul y lo completo con leche. Me termino el desayuno rápidamente al darme cuenta de que se me hizo tarde.

     Agarro mi mochila que está tirada sobre el sillón de la sala y me dirijo hacia la puerta principal donde encuentro mi viejo skate. La puerta se abre antes de que toque el picaporte mostrándome el anguloso rostro de mi madre, suelta una risa escandalosa ante lo que le dicen a través de su celular y mueve su vaso descartable el cual hace girar el café en su interior. Pasa por mi lado sin siquiera mirarme y se adentra a la casa.

                                                                                          •••

Me detengo frente a la secundaria casi sin aire, el horrible calor del verano mezclado con andar sobre un skate bajo los fuertes rayos de sol, son la peor combinación existente.

     Sostengo el skate bajo mi brazo e ingreso al edificio, he llegado tan tarde que lo corredores se encuentran completamente vacíos. Busco mi salón por todas partes, pero siento que estoy dando vueltas en el mismo lugar. Me volteo para estar segura de que este corredor no es el mismo de antes cuando algo choca fuertemente contra mi haciéndome perder el equilibro momentáneamente.

     —¡Mira lo que hiciste!—exclama alguien.

     —Es tu culpa, no tendrías que haberlo esquivado.

     Miro en dirección al ataque y veo una mochila sobre el suelo muy cerca de mis pies. Levanto la mirada al escuchar unos pasos que se acercan apresuradamente.

     Un chico alto y delgado se detiene frente a mí. Su cabello con rulos despeinados resalta sobre su pálida tez al ser de color cobrizo.

     —Lo lamento mucho—dice con una voz amable—¿Estás bien?

     Una sonrisa divertida está en sus labios, pero sus ojos color miel dejan ver algo de preocupación.

     —Eh sí, estoy bien—respondo algo distraída.

     —Debemos irnos Ethan—grita un chico rubio que se encuentra a unos metros de nosotros acompañado por otro chico más.

     Levanta la mochila del suelo y me dedica una sonrisa antes de marcharse junto a los demás.

     Encuentro mi salón de clases unos pasos más delante de donde estaban los chicos. Respiro hondo y abro la puerta cortando a la mitad la oración del profesor de arte y llamando la atención de absolutamente todos los presentes. Algunos ríen por lo bajo, otros murmuran en grupos sin disimular.

     El profesor me reprende colocándome una llegada tarde y ordenándome a que me siente en uno de los lugares al frente del salón. No podría haber empezado de peor manera en esta secundaria.

     Las clases parecen eternas hasta que finalmente llega la hora del receso. Salgo rápidamente al patio evitando la mirada de mis compañeros de clase.

     Me siento sobre uno de los bancos, sola como de costumbre y recuerdo que no traje nada para el almuerzo, pero no quiero ir a la cafetería la cual se encuentra abarrotada de estudiantes, por lo cual me dirijo hacia una máquina expendedora. Pongo la tarjeta y selecciono un snack, me agacho para agarrarlo y al levantarme me doy cuenta que hay alguien detrás de mí.

     Lo reconozco de mi salón, es uno de los chicos que se sentaba al fondo y se había puesto a reír en mi llegada. Siento mis cachetes calientes de solo recordar ese inoportuno acontecimiento.

     —Hey, soy Jace—dice peinando su cabello de un negro brilloso hacia atrás—No te había visto antes por la secundaria.

     —Soy Dara, ingresé este año—respondo.

     Me muevo para salir, pero me corta el paso colocándose frente a mí y acercándose más, mirándome con sus ojos intensos ojos azules de una forma que me empieza a dar miedo.

     Se detiene muy cerca de mi rostro y sonríe, para luego alejarse unos cuantos centímetros.

     —Te han estado transfiriendo, no es cierto?—pregunta tomándome por sorpresa—Y eso por qué será? No te encuentro para nada rebelde, por lo cual seguramente se burlaban de ti, seguramente por tu apariencia.

     Suelto con brusquedad la bolsa de papas que sostenía.

     —¿De qué rayos estás hablando?—pregunto sintiendo el enojo dentro de mí.

     —No eres nada atractiva—responde examinándome de arriba hacia abajo, manteniendo una sonrisa burlona en su rostro.

     Lo empujo con ambos brazos hacia atrás y salgo corriendo, pasando por un grupo de chicas las cuales no paran de reírse y gritarle ánimos al estúpido de Jace.

     Cierro la puerta del baño detrás de mí. Me detengo frente al espejo, mi cabello rizado está completamente desarmado y enredado a causa del viento al andar de skate, además del frizz que se hace notar desde lejos. La camiseta del uniforme me queda grande y muy cuadrada ya que mi cuerpo no logra darle forma, al igual que la falda tableada que no encuentra ninguna curva. Mis ojos grandes y grises empiezan a enrojecerse y mi visión se nubla con las lágrimas que quieren desesperadamente correr por mi rostro.

     Su comentario no debería afectarme, pero simplemente termina haciéndolo. Sé que no soy atractiva, que a pesar de tener quince años mi cuerpo decidió no desarrollarse de la misma forma que el de las demás.

     Sabía que nada cambiaría, que este año no sería diferente incluso estando en otro lugar, porque el problema soy yo. 

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⏰ Última actualización: Nov 30, 2022 ⏰

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