Please Don't forget me (Relato)

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-Muchos hablan de ella como una chica alegre, que baila en cualquier lugar, con gran sonrisa, tomándome de la mano para invitarme a bailar, y sólo por ser ella accedía con gran facilidad. Y es que la amo, ella es mi vida, mi todo; es como una necesidad para poder respirar.

Muchos se burlan de mí, me restriegan en la cara el hecho de que ella me olvidará.

Hoy te ama ¿y mañana?

Quizá no sea burla, quizá, yo sé que es verdad, pero no puedo alejarme de esos bellos ojos verdes, de esa cabellera larga y ondulada color negra; de esa piel blanca, de esa sonrisa, de su aliento, de su sabor, de su olor; ese que aspiró todas las mañanas al despertar a su lado. Sé que es complicado, sé que es difícil explicarle todo lo que pasa, la razón del porque estoy juntó a ella. Pero esta aquel cajón, El Cajón del Olvido.

Cada vez que abre ese cajón y mira los miles de vídeos y fotografías, comienza lentamente a creerme. Lo que me encanta más es que puedo volverla a enamorar todos los días.

Ella sufrió un accidente cuando tenía 17 años, iba en un auto a gran velocidad. Fue su teléfono el que la hizo perder la razón por unos momentos, 12 puntadas en el lado izquierdo de su cabeza, ahora todas las mañanas debo recordarle que es mi novia, ella y yo nos conocemos desde hace años, pero, se quedó con los recuerdos de dos años atrás, donde no éramos nada.

El doctor dice que ella mejora lentamente, y le creó, poco a poco vuelve a cantar viejas melodías, me pregunta cosas cada vez menos frecuentes como:

¿Ya salió del hospital el señor O'Connor?

Me duele contestarle que así fue, pero no salió directamente de regreso a su casa, si no al mar.

El viejo loco quería que sus cenizas fueran regadas por el mar, tan jodidamente clásico.

Todos los días me lo pregunta, todos los días llora durante una hora y media.

¿Por qué?, ¿fuimos al funeral?

La verdad nunca fuimos, pero yo le digo que sí, para que el llanto dure 15 minutos menos, soy realmente astuto.

Ahora que ella tiene diecinueve, a unos meses de su cumpleaños número veinte y yo que celebro oficialmente mi cumpleaños número veintiuno, pienso seriamente en pedirle matrimonio.

La verdad es que la amo demasiado, y quiero vivir toda una eternidad a su lado, después de todo, soy el único que ha estado a su lado. Porque sus padres, vaya, son un caso perdido.

Su padre me ayuda económicamente y siempre nos visita, pero su madre, ella solo va a alterarla y a meterle ideas a la cabeza.

Aun cuando no tenemos la necesidad decidí trabajar, ya que nuestros padres son socios mayoritarios en una empresa de moda, sin embargo, odio que piensen que tienen poder sobre nosotros.

Decidí trabajar desde casa, ya que la última vez que la dejé sola se le ocurrió salir de casa. Ese día llegué temprano, tenía una rara sensación invadiéndome constantemente, así que corrí a casa a buscarla y no estaba, tal como le temía. Salí rápidamente de la casa. Corrí hacía la playa; elegimos esa casa juntos porque era el único lugar que la hacía sentirse libre, pero en ese instante comencé a arrepentirme.

Corrí por toda la acera buscándola desesperado, imaginando cosas terribles, tragándome el nudo que se me formaba en la garganta. De pronto la vi, sentada en un banco de madera mirando hacia el mar bajo la sombra de una palmera.

Eres tan jodidamente hermosa. -Susurré intentando detener el temblor de mi cuerpo por el frío, la vi temblando por el frío ¿y cómo no? ¡Sí estaba usando shorts!

Mi amor, ¿qué hace aquí? – Le dije abrazándola y cubriéndola con mi saco.

De inmediato me miró a los ojos y lloró más fuerte, me sentí morir. – Olvidé como regresar a casa – Susurró entre lágrimas, su cuerpo estaba tan frío.

¿Quiere a que te cargue hasta la casa? – Susurré mimoso, ella me miró y sus ojos brillaron de alivio, ¿Acaso pensó que me enojaría con ella?

Me levanté y ella me abrazó de inmediato, llorando con fuerza; decidí cargarla de frente, como si fuera una niña.

Cuando llegamos a casa, me di cuenta de que su respiración se había normalizado, subí pesadamente gimiendo por el peso a cada escalón, después abrí despacio la puerta de nuestra habitación, la recosté en nuestra cama. Al dejarla ahí, de inmediato abrió los ojos y clavo su mirada en mis ojos cafés.

¿Te preocupas por mí? – Exclamó en susurros.

Demasiado, ¿qué haría yo sin ti? – No pude evitarlo y dejé salir el nudo que me ahogaba.

Te amo, Javadd – Sonrió y me besó con deseo y ternura. Después de un rato dormimos abrazados bajo la luz de la luna que se colaba por la ventana. No sentía pudor cuando estaba con ella, era tan bello sentir el calor de mi piel desnuda contra la suya.

Eso paso hace un año, ahora ella me trata normal, claro que se despierta y se desconcierta mucho, pero ya no grita, aunque estemos desnudos.

Poco a poco comienza a recordar, quizá no recuerde todo, pero algún día despertará y en vez de abofetearme me dirá: Ame la noche de ayer.

Mientras eso llega, amarraré sus muy sensuales muñecas y la abrazaré con gran fuerza, hasta que se rinda. Y Todas las noches antes de dormir sin falta le diré; Por favor, no me olvides.

Amee Vz.

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