La Parte Oscura Del Universo

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Parte 1 "El Punto"

¿Alguna vez has logrado tener la sensación de que alguien te observa? ¿Y qué sabe cada una de las cosas que haces? Como si fuese algo cósmico que nos observara como ratas de laboratorio desde lo más alto de las estrellas. Y como si fuese lo bastante grande como para hacer grandes cambios en el Universo que afectaran nuestra vida cotidiana. Pues eso era lo que no sabía Kate quien había perdido varias semanas de su vida en el instituto de investigación de estrellas detrás de una computadora. Mientras que veía cada uno de los movimientos que hacía un satélite artificial que la misma compañía había ubicado en el exterior. Este satélite lo habían llamado con el número "C-345" para diferenciarlo de los demás que rodeaban el planeta tierra. Además este satélite, que había costado varios millones de dólares, había sido puesto allí para la investigación de Sistemas lejanos a la vía láctea. Y como la tecnología del año había alcanzado grandes rangos de avance, se había hecho posible poner una microscópica cámara que se ubicase en una de las partes del satélite. Que con un gran y extenso enfoque hacía posible ver un poco más los sistemas que orbitaban alrededor del nuestro. Y fue entonces cuando luego de semanas de mantenerse dentro del instituto Kate pudo percibir lo que nunca había logrado presenciar. Algo ilógico para la mente humana como lo había sido la frase de que el universo era infinito. Algo fuera de nuestra capacidad mental. Algo nuevo y fascinante, pero extremadamente aterrador.

Kate desde siempre había sido una chica muy estudiosa e inteligente. Había estudiado durante seis años consecutivos astronomía y se había especializado en la extra galáctica. La cual como el mismo nombre lo decía estudiaba los objetos que estuviesen fuera de la vía Láctea. Y este gusto había comenzado desde muy pequeña. Lo que había hecho que finalmente fuese contratada en la "I.I.E" la cual se especializaba en lo que a ella le gustaba. Pero esto tan solo hizo que comenzara a olvidarse de su familia la cual vivía al otro lado de Estados Unidos mientras que ella trabajaba detrás de su ordenador en una de las oficinas del instituto. Pero eso no lo hacía menos feliz. Lo único que encontraba inadecuado y que nunca supo antes de que la contrataran era que mientras que estuviese estudiando el sistema debería estar conectada durante todo el tiempo con un hombre de la Nasa para que le dijese los nuevos descubrimientos. Esto era porque desde un principio la "I.I.E" había sido un instituto ilegal. Todo hasta que la Nasa le dio el permiso de mantenerse solo con la condición de que se mantuviesen con una comunicación mutua durante las veinticuatro horas del día. Era por eso que a veces cuando llegaba a su departamento se encontraba con el asombro de que el audífono con el que se comunicaba le dejaba fuertes ronchas detrás de la oreja en un principio. Pero con el pasar de los años ella terminó con acostumbrarse.

En general el instituto se mantenía con muy pocas personas dentro y esa noche a Kate le tocó estar completamente sola. Pasó por la recepción y se adentró a un pasillo que la llevo directamente a su oficina que no constaba con más de cinco metros cuadrados. Amarró su castaño cabello con un viejo moño que tenía guardado en su muñeca y encendió el computador que la comunicaba con el satélite "C-345". El silencio del lugar y la oscuridad que le había dado la noche le pudieron haber provocado en algún momento un poco de miedo. Pero ahora en sus treinta y tres años de edad ya tenía bastante experiencia como para ya no tener más temor de cosas insignificantes. Por lo que tan solo se centró en su oficina y cerró la puerta que la comunicaba con las demás partes del instituto. Para luego encender la luz que había en su escritorio y sentarse parcialmente en el asiento con ruedas que se había gastado con el pasar de los meses. Centró sus verdes ojos en la computadora y se colocó de manera correcta los audífonos que la contactarían con cualquiera de las personas de la Nasa que cambiaban mientras que los días pasaban. Casi nunca le había tocado contactarse con la misma persona durante más de dos veces y esta no iba a ser la excepción. Así que luego de que pasaran un segundo mientras que ella esperaba para que alguien la contactase finalmente pudo obtener el contacto que ella tanto había esperado. Era una voz de hombre que no parecía pasar de los cincuenta.

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