Dulce

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Mis ojos no podían apartarse de su cara, y mi mente no paraba de pensar lo bello que le parecía su acompañante y las mil y una cosas que le gustaría hacerle allí mismo.
La idea de besarle se hacía cada vez más fuerte convirtiéndose en un desgarrador y delirante deseo.
Su compañero le miraba también fijamente a través de ese largo pelo que le tapaba casi por completo los ojos; y se sonrojaba más y más.
-Ya no puedo soportarlo- grité para mí, y con una mano le levanté la cabeza aún más desde la barbilla, le agarré el pelo que le quedaba delante de la cara y junté mis labios con los suyos, en un ardiente beso.
El contacto con sus carnosos y suaves labios me hizo desear los más. Saboree cada centímetro de su boca con mi lengua antes de apartarme de nuevo y seguir saborenado su mejilla, su oreja, su cuello.
Tenía una piel blanca como la nieve y suave, muy suave. Le quité la camisa para seguir explorando aquel pequeño y bello cuerpo que parecía estar echó de marfil.
Su respiración se aceleraba al tiempo en que pasaba mi lengua por su cuerpo, y podía notar levemente los acelerados latidos en su pecho.
-Dulce, muy dulce

LujuriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora