Parte 1 Sin Título

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Bueno, empezamos el caso, se juzga al señor Christopher Nolan por cargos de irrumpir a la fuerza a una casa habitada, intimidación y asesinato, esas fueron las palabras que salían del juez.

¿Cómo fue que llegué a esto? Jamás lo habría imaginado, ¿quién pensaría que un hombre trabajador y honesto llegaría a una corte por esta clase de cargos?, y la verdad ni siquiera veo el sentido de estar aquí, soy inocente, aunque nadie lo creía, las pocas pruebas en la escena del crimen apuntan a que yo soy el culpable, no tenía ninguna prueba que demostrar mi inocencia a los policías del caso, de que yo no fui el que causo la muerte de esa pobre mujer. Jamás podría matar a alguien, realmente solo imaginarlo me da nauseas, pero como ya dije, nadie me creía, sin pruebas físicas no tengo la manera de demostrar mi inocencia, y gracias a esto seré sentenciado, tal vez muchos años de cárcel, quizá incluso llegue a ser peor y me sentencien a muerte.

No podía dejar de pensar en mi esposa, que haría ella sola con nuestra hija, ¿Qué le diría de su padre? ¿Qué pensaría ella de su padre si no estuviera junto a ella durante su infancia? Sé que Mary lo solucionaría de algún modo, diría alguna excusa para que ella no sufriera, pero aunque yo sepa esto siento un gran dolor en mi interior, no quiero dejarla sola, no quiero abandonarla y aun menos por algo que no fue mi culpa, me siento impotente, nunca había sentido tanta rabia y odio en mi vida, maldecía en todo momento al que me había metido en todo esto, ¿Por qué a mi? ¿Qué hice mal? ¿Quién podría ser, por qué me culparía? Tantas preguntas venían a mi mente, más y más problemas que no tenían solución, tantos problemas que no me dejaban pensar con claridad, solo me hacían sentir exhausto de tanto pensar y pensar, ¡Dios! ¿Por qué? ¿Por qué me haces esto a mí? Yo tengo familia y amigos, jamás caí en cosas malas, nunca robe, siempre conseguí todo con esfuerzo, jamás toque a mi mujer si no fue con cariño, jamás mire a otra mujer más que a la mía.

-¿Señor Christopher? ¿Está bien?, preguntó mi abogado.

-Oh.. Sí, lo siento, solo pensaba en todo esto, no logro procesarlo.

-Lo entiendo, pero no se preocupe, haré lo que pueda para librarlo de todo esto, en menos de lo que canta un gallo usted estará junto a su familia y no tendrá que preocuparse de nada más que de su mujer y su hermosa hija

-Gracias..., quise creer en las palabras que me dijo mi abogado, me di la pequeña esperanza de pensar en que todo saldría bien, en que volvería a casa sin mayor problema.

Continuó el caso, y me equivoqué, hizo lo que pudo, yo sé, pero no ganó, era imposible, no se puede ganar algo que ya está perdido, tenían todas las pruebas para culpabilizarme, huellas dactilares, sangre... ¿Y yo? Yo no tenía nada más que mi palabra, la que no es suficiente en una corte, por más sincero que pueda llegar a ser, sin pruebas estoy acabado.

Treinta años de cárcel, esa fue la sentencia final, no puede ser, es casi una sentencia a muerte, pasar tantos años encerrado sin saber de tu familia será horrible, me quitaron el derecho a visitas y llamadas, jamás entendí el por qué.

Ya había pasado tiempo, desconozco cuanto, pero cada día que pasaba en ese lugar era insoportable, sentía que un gran agujero en mi corazón iba creciendo y creciendo, cada día en ese lugar era un día más sin mi familia, lloro cada noche recordando a mi hermosa hija y a mi linda esposa que me entregaba el cariño que me mantenía alegre, daría lo que fuera por solo ver su sonrisa y recibir un abrazo de ella.

Otro día de cárcel, otro día que pasaré lejos de mi familia, no he pasado ni un mes aquí y ya solo quiero salir, quiero ir donde mi esposa e hija, pasar los días junto a ellas.. ¡No merezco estar aquí! Eso me decía a mi mismo todo el tiempo, todo el día, cada segundo, no dejaba de pensar en que estoy aquí por algo que yo no hice, no entiendo la razón de que me culpen y me sentencien por un crimen que no cometí, me quitaron a mi familia, me la arrebataron de mis brazos por algún(a) idiota que me inculpo.

-¡Hora del recreo! escuché a uno de los guardias por los parlantes, y luego de unos segundos me sacaban de mi celda, me negué a salir, pero estos me obligaron y no tuve más opción que aceptar, como era de costumbre. Salí al patio de la cárcel donde se encontraban todos los prisioneros a esa hora, examiné con detención a cada uno de ellos y me fijé que formaban una clase de clanes o grupos, los cuales peleaban por conseguir una parte de el patio, preferí alejarme de todo esto y me senté solo apegado a la pared, cuando de repente veo que se me acercan tres tipos grandes, y musculosos.

-¡Oye tu... quítate, estas en nuestro lugar!

-Levanté la mirada, y sólo me quedé viéndolo sin mover ni un solo músculo, ya no tenía ánimo de nada.

-¿Oye qué no escuchas? Dije que muevas tu culo de ahí o te saco a patadas ¿me oíste bien?.

- Lo mire nuevamente con una fría mirada de desprecio y luego le dije "¡Púdrete!" me levantó de mi brazo y dijo "¿Qué acabas de decir?" Lo volví a repetir "¡Púdrete!", mandó un golpe directo hacia mi rostro, dejándome sangrando en el piso, pero yo no sentía nada, ¿Qué iba a sentir después de lo que me sucedió? Ya nada me importaba, me daba igual lo que hicieran conmigo, de todos modos ya no tengo nada que perder, alce la vista y noté que ya se había ido.

-¿Estás bien? Era la voz de una mujer, miro hacia arriba y veo a una chica de hermosos ojos color esmeralda, tal como eran los de mi mujer, y me ayuda a levantarme.

-Sí, bien, gracias.

-¿Estás seguro? No te ves muy bien.

-Estoy bien, confirme lo que ya había dicho.

-Bien, mi nombre es Mary, mucho gusto.

-¿Mary? Pensé, y mis ojos se pusieron vidriosos inmediatamente.

-¿Qué sucede? ¿Acaso no piensas presentarte?, me sonrió.

-Oh lo siento, dije mientras secaba mis ojos, me llamo Christopher, y el gusto es mío.

- Volvió a mostrar su linda sonrisa y luego se fue junto con el sonido de los parlantes diciendo "Fin del recreo, vuelvan a sus celdas".

Caminé a mi celda tranquilamente, sin dejar de pensar en aquella mujer, al llegar a esta me doy cuenta de algo, ahí estaba ella, estaba dentro de mi celda.

Entré y la mire fijamente, y le pregunté ¿Qué haces aquí?

-Vine a decirte que te perdono.

-La mire extrañado y le pregunte un poco alterado ¿A qué te refieres con te perdono?.

-Me miró con unos ojos llenos de dulzura y mientras me sonreía, con un susurro me dice "Te perdono por haberme matado amor mío, sé que no lo recuerdas, tu enfermedad no lo permite, y debo recordarte además que nuestra hija jamás nació, estaba embarazada, ¿Ahora logras recordar?

-No logré contenerme y comencé a llorar sin parar, vinieron a mi mente pequeños y borrosos recuerdos de todo lo que sucedió. Jamás tuve un abogado pagado, simplemente llegue sin uno aquí, el estado me brindó uno, jamás tuve a mi hija, ella aun no nacía, las llamadas jamás las prohibieron, simplemente mi esposa no estaba aquí para hacerlo y mucho menos verme, ¡Soy un monstruo! No puedo creer lo que hice, no merezco vivir, yo sí era culpable de asesinato, el asesinato de mi familia.

UF|)

InocenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora