Peca Conmigo

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Ellos... y un poco de serendipia, dos corazones y una unión de almas a la distancia, con sus instintos reconociéndose y ansiando más.

Descubre lo que puede ocurrir cuando el destino enfrenta a dos personas en un lujoso loft, un sencillo ático, dos ventanales, algo de luz, mucha oscuridad y un proyecto laboral.

"Peca Conmigo" te invita a transgredir.

Ella… en su ático.

Observaba desde el ventanal de mi ático, había caído la noche y mi departamento de un solo ambiente en un viejo edificio de la ciudad estaba oscuro, así lo quería. Deseaba poder mirarlo sin que me viera, como era usual.

Aquel a quien espero pacientemente es Adán Ferrero, un exitoso hombre de negocios, con el cual la única interacción que tuve fueron encuentros ocasionales en el mercado a una cuadra de mi edificio, aunque dudo que él se haya percatado de mi presencia.

Tengo dos pequeños y sucios secretos: mis idas al mercado cada vez que lo veo ir hasta allí y la observación minuciosa y prudentemente oscura de su amplio y lujoso loft desde mi pequeño y sencillo ático. Mis amigos pensarían que estoy loca si supieran sobre el hombre. No es que no pueda tener a cualquiera que quisiera, podría. Pero no puedo dejar de querer a éste en particular.

La reflexión producida en mi ventana por las luces de su moderno loft al encenderse llamó mi atención, y lo vi, a escasos cuatro o cinco metros de distancia… con sus penetrantes ojos azules y el pelo negro azabache que lo llevaba un poco largo, apenas más arriba de sus hombros en un corte desflecado, como al descuido. Como un reloj, cuando estaba en la ciudad, llegaba a su casa a las ocho en punto. Esa noche llevaba un traje gris oscuro y una camisa blanca… dejó su maletín sobre el escritorio y fue hacia su dormitorio.

Me pregunté brevemente si él se daba cuenta de lo increíblemente sexi que era, sobre todo cuando hacía ejercicio en su amplia sala, directamente frente a mí, sentado o acostado en un mullido camastro de cuero.

Su habitación y su baño –solo separados del resto del loft por un muro de vidrio opaco- eran los únicos sitios del departamento al cual yo no tenía acceso visual. Y no podía esperar a ver la rutina nocturna de Adán, que a menudo terminaba conmigo masturbándome, llegando a un orgasmo demoledor y una buena noche de sueño, ya que necesito reponer energías para realizar mi trabajo en el equipo de diseño de la oficina corporativa Ferrero.

¡Casi me olvido de eso! Otro secreto turbio… y una complicación. Querer al jefe no está exactamente en mi lista de pendientes. Sin embargo, no puedo evitarlo. Hace cinco meses que vivo aquí, y poco más de tres meses que trabajo para él, pero nunca lo he visto en la oficina. El hecho de que alquilara este lugar para vivir no tuvo nada que ver con que Adán viviera en el edificio contiguo, y menos aún de que nuestras ventanas estuvieran a la misma altura.

Ocurrió antes de saber que trabajaría para él, fue el destino… ¿no será que intenta decirme algo? Me pregunté varias veces. No sabía si era eso o solo una coincidencia, pero definitivamente alguna "energía" me había llevado a ese lugar.

«Serendipia» dije en mi mente. Y me puse a pensar que a veces ocurren cosas al azar, por casualidad, coincidencia o accidente, un hecho afortunado o no, pero inesperado que se produce cuando estás en la búsqueda de algo distinto, algo importante que no tiene nada que ver con nuestro objetivo. Son como señales… que acabarán en algo importante.

Yo ya estaba medio desnuda, solo llevaba puesta unas pequeñas bragas negras y una remera blanca que apenas me cubría el ombligo. Me recosté en el sillón frente al ventanal inclinado, levanté ambas piernas y las apoyé sobre el antepecho bajo de la ventana, tomé un sorbo de vino blanco… y esperé.

Peca ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora