Capítulo 6: Juntos somos fuertes.

259 25 2
                                    

Su llegada a ese lugar fue todo menos tranquila... Había saltado de un sitio al otro en ese mes, después del hospital vino la comisaría, dónde pasó un par de noches, no en una celda, pero si durmiendo en una fila de sillas siendo cubierto por el abrigo de uno de los oficiales, al menos las celdas tenían camas. Luego otro hospital cuando su nuevo estado falló sin motivo y alguien vio sus heridas. Después de esto vino un refugio para testigos donde pasó una semana más, y no pudo enojarse con nadie cuando lo encerraron en esa clínica psiquiátrica por un tiempo para estudiar qué había en su cabeza... Ya sin saber qué hacer con él uno de los policías lo recibió en su casa mientras realizaban los trámites del orfanato...

Había sido una molestia para su madre, luego para todas esas personas y ahora claramente lo era para esos niños quienes de inmediato comenzaron a interrogarlo por sus ojos... Y tal como siempre sucedía, al intentar responder algo todo se volvía un desastre.

Durante ese tiempo comprendió que ya no era capaz de controlar sus palabras o apariencia, la gente a su alrededor lo veía sonreír cuando él estaba llorando o temblando de miedo. Lo escuchaban burlarse cuando hablaba seriamente, o decir cosas malas cuando intentaba ser bueno.

Había intentado decir lo contrario a lo que realmente creía, así sus palabras se invertirían y saldría lo correcto, pero no funcionaba de esa forma, él simplemente mentía, todo el tiempo mentía, así que si algo le resultaba lindo... lo llamaría feo inevitablemente.

¿Por qué sucedía eso...? Era un misterio para él, sólo sabía que estaba condenado a ser un mentiroso.

Sus palabras enfadaron a uno de los chicos, no necesitaba ser un genio para saber que estaba en problemas, entonces esa niña tan misteriosa apareció de la nada frente a él...

¿Un fantasma?– se asustó un poco al principio, pero no duró más que unos segundos.

Enfrentaba a un niño del doble de su edad para defenderlo a él que se metió solito en problemas... Gracias a sus estúpidas palabras...

–¡Vamos!– la tomó del brazo, podía tocarla así que ella no era un fantasma, eso lo tranquilizó un poco... Y corrió sacándola de allí, ese niño se veía como si estuviera dispuesto a golpearla, prefería no averiguarlo...

¿Cómo era posible? Creía que los niños no debían golpear a las niñas... Esa era la regla de oro, ¿no? Ella preguntó a dónde iban, y él volvió a mentir... Pero esta vez algo esperanzador salió de su boca... Algo que la hizo sonreír...

Sería grandioso poder controlar lo que le pasaba y usarlo sólo para hacer felices a las personas...

Pero no podía, así que mentira tras mentira terminaron ocultándose en un lugar muy feo y oscuro, ya que la única ventana era una claraboya muy pequeña y sólo lograba darle un aspecto más tenebroso a las cajas y adornos viejos que había.

–E-Esos niños s-son muy malos... N-No los ha-hagas enfadar po-por favor– Ella comenzó a hablarle, su voz casi no se oía, y recién notaba su tartamudeo, la observó, lo poco que lograba ver de ella en la oscuridad era su silueta...

Debería darle las gracias... Pero si le respondo lo arruinaré– pensó frustrado.

–N-Niño...– lo llamó, claramente asustada.

Tengo que decirle algo... ¿Pero qué? Me da miedo hablar...

–N-Niño...– volvió a llamarlo pero esta vez también se escuchaban sus sollozos.

Tres caminos, un solo destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora