Grunge Shit [1]

Mala... Muy Mala

A la mañana siguiente la casa estaba rodeada de policias, nos despertaron las sirenas y los golpes en las puertas.

Ash y Nancy se fueron con la policia, Carolyn me ayudo a escapar y tomo el mismo chevi en el que yo había llegado y condujo a toda prisa con sus respectivas dueñas y yo dentro de este. Carolyn conducia a una velocidad desenfrenada, hasta que bueno todos conocemos el final: se cruza un animal, Carolyn trata de evadirlo, el auto se vuelca a un costado de la carretera, Carolyn y yo sobrevivimos pero las otras dos no.

Cuando me pudieron llevar a mi y a Carolyn al hospital, los policias me dijeron que en cuanto mi padre se entero de que habia sufrido un accidente se disparo en la boca, asique yo quede huerfana.

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1990. Ciudad de Seattle.

Al año me adopto una pareja de entre 30 y 35 años, se llamaban Ariel y Edgar, y parecian buenas personas. El problema es que yo era mala... Muy mala.

La pareja me llevo a su hogar, me explicaron que no iban a presionarme para demostrarles afecto, que no estaba obligada a decirles "mamá" o "papá" y que cualquier cosa la podia hablar con ellos.

Mi nuevo cuarto: Rosa, peluches, todo tierno y dulce.

Yo: Eeeeh, les molestaria si adorno mi habitación a mi gusto?

Ariel: No, en lo absoluto Katy.

Large una risita y saque de mi mochila bastantes tarros de pintura negra en aerosol. Tome una bolsa de consorcio y en esta tire todos los peluches excepto uno que se veia bastante maltratado, tambien las muchas muñecas y cuadros que decian "love" y "peace", ese cuarto en otro tiempo me hubiera gustado, pero ya no, ahora yo era grunge, y los rosa ya no era lo mio.

La habitación quedo con la cama sin sabanas ni mantas, los muebles blancos y rosas pintados de negros y las paredes rosa palido sin nada colgado. Le entregue la bolsa a Ariel.

Yo: Y agradesca que no prendi fuego la habitación entera.

A los 10 minutos Ariel me llevo a las tiendas que me habian pasado Carolyn y Nancy (yo segui juntandome con ellas). Compre libros, ropa de colores apagados, un gran espejo, sabanas y mantas de colores apagados, luces de navidad para colgar en la pared sobre mi cama, posters de bandas, un reproductor de discos y por supuesto discos.

La habitación era como yo la queria, Ariel y Edgar me miraban extraños, pero ya estaba acostumbrada a esa mirada.