Capítulo Uno

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Gritaba desesperada, mis muñecas me estaban empezando a doler, la cuerda me las apretaba intensamente.
Sentía como la sangre empezaba a brotar de mis muñecas, pero no me importaba. Sólo quería salir de esa habitación antes de que el agua me ahogara. Sentí el frío en mis pies cuando se mojaron las botas.
Poco a poco el nivel del agua ascendía, y yo me quedaba sin fuerzas para soltarme. Me desaté una mano, pero quedaba otra.
Con la mano libre me quité el esparadrapo de mi boca, y mordí la cuerda que me ataba la mano a un muro, intentando romperla. Mientras, con la mano que había soltado, intentaba separar mis pies, unidos por cinta aislante, como en una película de terror.
El agua seguía subiendo, me llegaba a la cintura. Solté mis pies, pero la mano derecha aún estaba atada a un pilar. Era inútil. Sentí mi cuello mojado, y al mirar hacia abajo sólo vi azul, con algo de rojo de la sangre...
Cogí aire. Mi pelo se empezó a mojar, y acto seguido lo hizo mi cara. No veía nada, los pulmones me empezaron a doler, pensaba que me iban a explotar. Cerré los ojos. Sentí presión en mi pecho. No podía más.

"Ring, Ring, Riing"

Era el móvil. Me desperté agitada. Todo había sido un mal sueño...

Miré si tenía WhatsApps, pero, como era de esperar, no.

Era lunes, siete de febrero. Me vestí, unos leggins grises y un jersey suelto. No quería llamar mucho la atención, así que sólo me puse unos pendientes y pulseras que ocultaban toda mi muñeca. Desayuné un vaso de leche, teniendo en cuenta que para tener 14 años pesaba 75 kilos, no podía permitirme comer mucho. Me peiné y me maquillé los moratones que llevaba del viernes. Me apliqué una base, y puse el anti-ojeras, ya que daba sensación de naturalidad. Me arreglé el flequillo de forma que quedó tapando el moratón de mi ojo. Me puse unos botines y me dispuse a salir de casa.

Mientras abría la puerta para ir al instituto, repasé la lista que tenía pegada en el espejo en la que ponía "Razones para ir al instituto".
Cerré la puerta y respiré hondo. Sentí el sudor en mi cuello. Volví a entrar y me puse desodorante. Teniendo en cuenta que ayer Lucía me exigió que le enviase los resultados de los ejercicios de matemáticas y que le dejé en visto hoy no sería uno de mis mejores días...

Llegué al instituto. Sólo de entrar en lo que es el recinto, ya sentía las miradas de desprecio de las chicas de mi clase. Vi que se quedaban mirando mi cara, fui rápido a clase, dejé la mochila en mi sitio, e ignorando lo que me decía Lucía, fui al baño. Me miré en el espejo. No se notaban los moratones, no tenía ningún mono en la cara... Entonces, ¿por qué me miraban? Repasé mi atuendo. Jersey gris y suelto, no llevaba manchas; los leggins azules tampoco, las botas no estaban ni un pelín manchadas...

Respiré hondo, puse el móvil en modo avión y salí del baño. Caminé con paso inseguro hacia clase... Oí risas a mi espalda, sinceramente, ya no me importaban...
-¡Chss! ¡Tú! ¡Ballenón!-escuché que decía una voz chillona-.
Me giré, Lucía y su escuadrón venían hacia mí.
-¡Gordita de mierdaa! ¿Por qué no contestaste ayer a mi súper wassss?-dijo alargando la S de una forma excesiva-.
-Eh... Yo... Pues...-tartamudeé pensando en una excusa creíble-. Yo no lo leí... Emmm, fue mi madre, si, eso, lo leyó mi madre.
Suspiré, eso sí que se lo creería, pero al oír risas mi cara hizo un gesto extraño. Miré a la cara a Lucía, y la de cada una de su escuadrón.
-¿En serio tu madre mira tu WhatsApp?-preguntó Sara rompiendo a reír-.
Mi cara de confusión les debió explicar que no sabía que querían decir.
-¡Dios que pringada!-exclamó Sandra-.
-¿Que pasa?-pregunté extrañada-.
-Que las madres hacían eso hace, como veinte mil años, ósea...-dijo Lucía-.
Por su forma de hablar, creo que ya te habrás imaginado que es una pija, pero no sólo pija, también choni... Dependiendo del día y de cómo se levanta...
-Bueno gordi, ¿me das los ejercicios o qué?-dijo con tono burlón-.
-Emm, no los tengo...-dije cruzando los dedos, esperando que se creyera esa mentira-.
-¡Mentirosa!-gritó alzando la mano-.
Sentí un calor desagradable en mi mejilla; comprendí que me había pegado. Me mordí la lengua para que las lágrimas no saltasen...

Lucía comenzó a llorar, llamando la atención de los compañeros que entraban en clase junto a la profesora.
-¿Que ocurre?-preguntó la profesora mirando a Lucía-.
-E... Ella... Ella me ha pegado...-contestó soltando tartamudeos y señalándome-.
-¿¡Yo!?-dije con los ojos abiertos de par en par-.
-¡Si!-exclama-. ¡Me has hecho daño! ¡Idiota!-dijo mirándome con recelo y alejándose de mi-.
-¡Marta! ¡Al despacho del director!-gritó la profesora señalando la puerta de clase-.
Suspiré y colgué el abrigo. Me metí el móvil en un bolsillo del pantalón y me dirigí hacia el despacho del director mordiéndome la lengua para no soltar la verdad...

Caminé por el pasillo hasta llegar al despacho. Toqué tres veces y una voz femenina me indicó que podía pasar. La profesora entró detrás de mi y rápidamente le explicó lo que "supuestamente" había pasado. La directora se puso como una fiera...
-¿¡Has pegado a mi hija!?-gritó furiosa-.
Si, has leído bien... La directora era la madre de Lucía.
-Sí...-suspire repasando todas y cada una de las razones por las que no debía decirle la verdad-.
-¿¡Cómo te atrevess!?-dijo alargando la S, como su hija-.
-Lo siento...-contesté poniendo ojitos de arrepentida, ver si se le quitaba un poco el cabreo que llevaba encima-.
-¡A mi no me pongas ojitos! ¡Eso no funciona con migo!-gritó llena de ira-.
En ese momento empezó a escribir algo en un papel, de vez en cuando fruncía el ceño dejando ver lo enfadada que estaba; mordió la parte de arriba del boli con el que escribía y lo dejó en la mesa. Levantó el papel y lo leyó en voz alta. Yo ya me temía lo peor, ya que en la parte de atrás del papel ponía "P.F.G"
Por si no sabes, eso en mi instituto significaba Parte de Falta Grave...

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Gracias por los votos y comentarios. Me hacen muy feliz😊
Les quiero😍

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⏰ Última actualización: Aug 18, 2017 ⏰

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