Cap. 4 "¿Ilusiones o Visiones?"

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Elsa

Llegamos al castillo, Jackson parecía nervioso aunque no era de extrañarse ya que la mirada de mi padre lo penetraba de tal manera que podía sentirse en todo el ambiente, además del silencio incómodo que invadía el carruaje...

Anna: ¡¡Ya llegamos!! -alzó la voz, yo solo agradecí a Anna en silencio unas mil veces-

Rey: Anna, las princesas no alzan así la voz, es de mala educación -dejó de ver a Jackson y usó un tono de voz firme con un gesto serio, dirigido directamente a mi hermanita-

Anna: Esta bien... -hizo un puchero y bajó la mirada-

Reina: No la trates así, es apenas una niña... -abrazó a Anna y le acarició el pelo-

Mi padre iba a decir algo hasta que el carruaje se detuvo y un sirviente del castillo nos abrieron las puertas.

Elsa: ¡Jackson! ¡Anna! ¡¡Vamos!! -los llamé y entramos corriendo al castillo. Mi padre nos regañó de lejos porque esa no era una conducta digna de una princesa o algo así, aunque la verdad no lo escuché ya que, estábamos dentro del castillo-

Jackson: ¡¡Wow!! Que lugar tan grande -nos detuvimos al ver que Jackson dejó de correr para contemplar el salón principal-

Anna: Este es el salón principal, aquí Elsa y yo siempre jugamos con la ni-... -estaba hablando cuando ella misma de pronto se tapó la boca y me miró nerviosa-

Elsa: Tranquila Anna... Él ya lo sabe... -le puse una mano en el hombro mientras le susurraba-

Anna: ¡Oh! ¿Enserio? -miró a Jackson sorprendida pero después sonrió- ¡¡Jackson puede jugar con nosotras!!

Jackson: ¿Jugar? ¿A qué jugaremos, Elsa? -dirigió su mirada hacia mi-

Elsa: Pues... ¡¡Podemos jugar en la nieve, aqui adentro...!!

Jackson: ¡¡Increíble!! -sonrió-

Íbamos a empezar a jugar, cuando mi padre y mi madre entraron en la sala.

Rey: Muy bien Jackson, los sirvientes te guiarán hasta tu habitación. -al terminar la oración, dos sirvientes aparecieron a los costados de mi padre-

Anna: ¿Después Jackson podrá jugar con nosotras?

Rey: No Anna... Jackson tiene que ducharse, para después cenar e irse a dormir. Mañana será un día duro para él y necesita descansar. -miró a Jackson serio-

Elsa: Esta bien Anna... Jugaremos mañana con Jackson ¿si? -le sonreí- Vamos a decirle a Rosemary que prepare galletas para poder comer con Jackson.

Anna: ¡¡Siii!! -sonrió emocionada y se fué corriendo a la cocina-

Elsa: Bueno Jackson, nos vemos más tarde... -me volteé y le sonreí, para después retirarme a mi habitación para cambiarme-

Al entrar, mi habitación estaba oscura y como mis poderes no son crear luz ni nada por el estilo, no podía hacer nada, así que decidí buscar mi ropa usando mi tacto y mi habilidad de conocer el cuarto como la palma de mi mano. Normalmente, las sirvientas nos acompañaban a Anna y a mi a la habitación y nos ayudaban en todo, mejor dicho, nos hacian todo, nos cambiaban, nos cepillaban, nos bañaban, nos peinaban, nos buscaban todo; y eso a tal punto me resultó un poco fastidioso, así que un día decidí aprender a hacer mis cosas sola y a independizarme poco a poco, aunque eso "es poco digno de una princesa", me agradaba. Pero esa tarde me arrepentí de no buscar a las sirvientas, ya que ellas son las que llevan las velas y pueden alcanzar los interruptores de luz, además que en la oscuridad los miedos salen más fáciles a la luz y tienen más campo para extenderse más y más hasta adueñarse de toda tu mente. Cuando por fin encontré el armario, de pronto la escasa luz que habia en la habitación por el atardecer, se desvaneció y visualizé 3 siluetas, parecían dos niñas y un niño, los tres jugaban alegres, después, la silueta del niño se desvaneció y quedaron las dos niñas solamente; un poco después la más pequeña se fué y quedó una sola, poco a poco crecía, mientras más crecía la silueta pasaba de ser blanca a ser rosada, después naranja y al final se convirtió en un mounstro rojo. Al darme cuenta, el mounstro volteó y me miró, una sonrisa escalofriante se dibujó en lo que parecía su rostro y poco a poco extendió su brazo hacía mi, no podía moverme, es como si estuviese obligada a tocar a ese mounstro, cuando estaba a punto de agarrarme, la puerta se abrió, en ese momento, la oscuridad se desvaneció, las siluetas se fueron, al igual que el mounstro y ya pude moverme para voltear a ver a Anna.

Hablando con la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora