Prologo

31 3 0
                                    


Lentamente abro los ojos recuperando la conciencia, la cabeza me duele, al igual que casi todos los músculos de mi cuerpo, tengo ganas de vomitar y un gran mareo, me siento de una manera muy extraña, en exceso, siento como si mis manos no me pertenecen, que mis piernas son nuevas o algo así, siento como si mi cuerpo no estuviese acostumbrado a existir, no tengo memorias de absolutamente nada, la cabeza me duele cada vez que intento recordar algo, no recuerdo ni siquiera mi propio nombre, las cosas que me gustan ¿Cómo serán?, no recuerdo nada en absoluto.

Me pongo en pie como puedo ahogando las náuseas y agacho la cabeza para mirarme a mí misma, soy una joven al parecer, mi cuerpo es bonito, no está nada mal, noto que estoy vestida con una túnica blanca muy simple, pero bonita y estoy parada sobre un suelo rocoso en el que hace poco desperté acostada, observo a mi alrededor, veo que me encuentro en una habitación con paredes y suelo de piedra, una cama pequeña a un rincón con sábanas y una almohada es lo único que me acompaña.

Está un poco oscuro excepto un rayo de luz que proviene desde arriba, me acerco para mirar de donde viene y me arden los ojos, cuando me acostumbro un poco a la luz veo que es la luz del día.

Me doy cuenta que estoy en un lugar bajo tierra con suelo, paredes y techo de piedra, ¿Qué lugar es este? ¿Cómo llegue aquí? Son algunas de las miles de preguntas que me nacen ante mi actualidad y con la poca luz distingo una puerta gris cercana a mí, me acerco a ella y tomo la perilla solo para notar que está cerrada con llave, pongo mi mano derecha sobre la puerta y siento su frialdad y su dureza, definitivamente es algún tipo de metal, empuño la mano y doy algunos golpecitos haciendo que resuene por la habitación, es un sonido grueso por lo que supongo que la puerta es igual, algún metal reforzado, ni en un millón de años rompería esa puerta solo con mis manos.

Me siento junto a la puerta durante un momento y agacho la cabeza hasta que el malestar se tranquiliza un poco, luego, con mis ojos ya acostumbrados a esta luminosidad y mi cuerpo en mejor estado aunque persiste esa extraña sensación de ajenidad hacia mi propio cuerpo, puedo ver que hay otra puerta en la pared opuesta a la anterior junto a la que estoy sentada, pintada del mismo color gris rocoso de las paredes, tal vez por eso no la note antes, voy hacia ella y tomo la perilla, me emociono al ver que está si responde y la puerta sede, empujo para salir de este extraño lugar y veo que se trata solo de un baño, sigo encerrada aquí, pero al menos tengo baño.

Esta limpio y ordenado, es pequeño solo hay una ducha, un inodoro y un lavamanos, abro la llave del lavamanos y funciona perfectamente, en este lugar hay agua corriente y aunque no la puedo ver del todo bien parece normal, camino un poco más adentro en el baño y una cuerda que cuelga del techo toca mi cabeza, la tomo y tiro de ella para quitarlo de ahí y para mi sorpresa se enciende una bombilla en el techo, ¿También hay energía eléctrica? Ahora el baño se ve bien, el agua es normal, todo está limpio, aparte de ser pequeño no parece el baño de una prisión, apago la luz y salgo del baño cerrando la puerta que parece ser de madera pintada de no haber estado abierta la hubiera podido derribar a diferencia de la otra puerta que es impenetrable.

Me siento en esa cama que también parece estar limpia, todo es muy raro, no entiendo nada, hago lo único que puedo hacer intento recordar. Me acuesto cómodamente y me sumerjo en mis pensamientos.

''¡Yo confié en ti! Llegue tan lejos por ti y ahora nada de eso importa''

Leves recuerdos comienzan a surgir, como mi nombre, lo que me gusta y lo que no tanto, ahora recuerdo quien soy, también llegan a mi cabeza imágenes borrosas de quien yo era, frases fugaces junto con dolores de cabeza, aun así cierro los ojos e intento recordar más.

''A la mierda, todo llegue hasta donde quise''

Luego de esas palabras una imagen viene a mi mente, un brazo cortado verticalmente sangrando a borbotones en un claro intento de suicidio, ¿Por qué alguien haría algo como eso? Luce horrible ese brazo pero a la vez tan cercano y real, luego de imaginar ese brazo por unos instantes mi cerebro se conecta y recuerdo que es mi propio brazo el que tengo en mi mente, levanto mi mano derecha y con la izquierda subo la manga de la túnica que porto, me horrorizo al ver una brutal herida que parece ser reciente apenas está comenzando el proceso de cicatrizado y regeneración de los tejidos dañados, aunque ha sido tratada tengo varios puntos de sutura y no está ni enrojecida ni con pus, por lo que noto que no está infectada, aunque parezca remiendo de muñeco de año viejo.

Me quedo ahí acostada contemplando mi cicatriz recordando poco a poco aquel momento, como el aire se iba de mis pulmones, la oscuridad llegaba a mis ojos y lo que creí, seria paz eterna a mi mente, de repente oigo un ruido desde el otro lado de la puerta de hierro sacándome de mis pensamientos, me levanto en mi cama y veo que esta fuerte puerta por la cual siento algún tipo de respeto se comienza a abrir lentamente y al otro lado no deja ver más que oscuridad total, cerrar los ojos es exactamente igual que tenerlos abiertos en ese lugar al cual no quiero ir, prefiero quedarme aquí en esta habitación de piedra que aventurarme allí atrás, luego veo que es lo que está abriendo la puerta, una persona encapuchada con una túnica como la mía pero negra entra en la habitación, con la cabeza un poco agachada y la sombra producida por su capucha me impide verle la cara, este ser entra en mi habitación cerrando la puerta tras de él.

Estoy asombrada por ver a alguien, un poco asustada por sus intenciones pero solo me quedo en mi lugar sin decir nada, ¿Qué se puede decir en un momento como este? Ese ser comienza a acercarse y cuando se para debajo del rayo de luz en medio de la habitación y a poco más de un metro de mi misma, levanta la cabeza y mira hacia arriba para ver el origen de aquel rayo el cual es la luz del sol y a su vez me deja verle el rostro, y su imagen retumba en mi cabeza ¡Yo lo conozco! ¡Estoy segura!

-Tu... Eres tú- le digo como tartamuda asombrada de su presencia y el baja la mirada apuntándome con sus filosos ojos, dejándome notar que el iris de sus ojos ahora son de un color blanco intenso y la pupila de un negro profundo resaltando demasiado en aquella mirada, es inquietante lo que siento mientras me observa, luego me regala una sonrisa algo cínica a mi parecer, hay algo diferente en él, aunque no puedo saber que es, estoy segura de que es diferente a como yo lo conocí, se quita la capucha de su cabeza y también noto que su cabello es diferente a como lo recuerdo, está un poco más largo, el me sigue observando con sus ojos blancos fijos sobre mí, comienza a mover sus labios y articular una sola frase.

-Bienvenida seas al infierno pequeña. 

Mi ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora