Prólogo

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Odio... El único sentimiento que comparto con el mundo humano desde que nací. No hay manera de que cambie de parecer, no después de lo que me hicieron sufrir.

Nací en... Bueno en realidad nadie lo sabe y tampoco tengo familia o bueno eso me decían en el orfanato donde me criaron.
Todos me lo recordaban siempre, tanto las monjas que cuidaban de nosotros como los otros chicos y chicas que tienen la misma suerte que yo de ser huérfanos.

Me molestaban y me pegaban por ser la "rarita" y por mucho que me duele admitirlo, tenían la razón.

Nunca fui una persona a la que puedas considerar normal aunque, nadie puede ser considerado normal en este retorcido mundo en el que nací.

Mi cabellera era negra al igual que mis ojos, a diferencia de mi piel que era pálida como si me faltará sangre. Lo más curioso es que durante la luna llena desde el amanecer hasta el día siguiente, mi cabello se torna blanco como la luz que emite la luna en todo su esplendor mientras que mis ojos se vuelven grises con un ligero toque de celeste casi invisible.

¿Por qué ese repentino cambio? Sencillo, no soy una psicópata cuando no hay luna llena, es decir, la frase del blanco es pureza, bondad y paz no se aplica conmigo.

Siempre he tenido esa capacidad o eso me ha dicho Hanna, la única persona en la cuál confío de todos los que he conocido. Ella me crió desde que era un bebé y me encontraron a los pies de un árbol seco.

Cuando era mi cumpleaños recuerdo que me alentaba con sus acogedoras canciones, me preparaba un pastelito que luego repartimos entre nosotras y para finalizar, me contaba historias fantásticas de un mundo completamente diferente al que conocemos y me hacía sentir bien, pues era ingenua e inocente, pensando en que yo conocería ese 'Nuevo Mundo'.

Pero todo cambio el día en que cumplí mis siete años, ese día era luna llena pero me sentía diferente, ansiosa por matar a todos aquellos que lentamente fueron destruyendo mi ser.

A los siete años surgió ese deseo por matar pero dicho gusto no me lo di hasta que cumplí mis ocho años. Bueno, casi.

En una fría noche donde todos estaban ya resguardados en sus hogares, la única sombra que no podía conciliar el sueño aquella noche, iba caminando por los pasillos del orfanato cuando de repente, escuché un estruendo en una habitación y si mi memoria está bien, ese era el cuarto de Hanna y otras monjas.

Decidí romper mis valores morales y averiguar la causa de ese escándalo y como supuse que no verían si hacia ruido o no la puerta al abrirse, abrí lo suficiente para poder escuchar bien. Grato error.

Adentro se encontraban la Monja Líder (cuyo nombre nunca me dijeron), Hanna y un hombre que nunca antes había visto, vi que tanto Hanna como la Monja Líder estaban viendo sorprendidas al hombre. Al parecer, rompió un jarrón y creo que fue un ataque de furia lo que causó ese desastre.

-Les dije que me dijeran con tiempo, no ahora que van a matarla - dijo en murmullos que pude oír con suerte. Vi como trataba de calmarse y continúo - Voy a adoptarla, mañana vendré por ella cuando salgan los primeros rayos de Sol y espero, que Tamara esté en perfectas condiciones o sino, vayan olvidándose de su cheque semanal, Hermanas - concluyó con tono desafiante, se giró en dirección a los ventanales semi abiertos, saltó por el balcón y se fue de vista.

-Oh, por todos los cielos. ¿Por qué tuviste que hacer un pacto con él? - dijo exhausta la Hermana Líder

-Ambas sabemos que ese dinero nos hace mucho bien y además, es la única de todo el orfanato cuyos padres aún viven y quieren que tenga una buena vida - dijo tranquilamente Hanna

-Esta bien, mañana cumple y supongo que estará feliz cuando le des las buenas noticias - dijo la Hermana Líder con una cálida sonrisa

-Es posible. Me retiro, voy a verla. Siempre se entusiasma cuando le relató esas tontas historias para niños en su cumpleaños - dijo Hanna, al tiempo que escuché unos pasos acercándose a la puerta.

¿Tontas historias? ¿Así es como las llamas?

Salí corriendo a mi habitación, a diferencia de los otros niños, mi habitación es sólo mía, los otros niños sí comparten habitaciones, supongo que se debe a que nadie quiere quedarse con la "rarita".

Me tiré en mi vieja cama que tantas lágrimas y secretos míos ha guardado. Al poco tiempo escuché que llamaron a la puerta.

Hanna, la única que tuvo mi confianza y algo cercano al cariño, ¿Cómo puedes ser capaz de vivir de esta forma? ¿Engañando a otras personas? ¡Ingenua yo que creí que serías diferente!

Me seque las lágrimas y dije:

-Adelante

-Pero miren a nuestra afortunada casi cumpleañera - dijo Hanna con una de esas sonrisas suyas que inspiran confianza pero ahora que sé la verdad, no puedo verla de la misma forma

-¿Afortunada? - dije fingiendo desconocer lo que decía

-Así es, un hombre vino hoy por la mañana y pidió adoptarte, no te avisamos antes porque la Hermana Líder aún no había terminado el papeleo - dijo sonriente Hanna

-¡Qué bien! - dije imitando la voz más entusiasta que pude lograr. ¡Hasta yo la creería!

-¡Sí! Ven, te ayudaré a empacar tus cosas - dijo ella

-No te preocupes, no tengo mucho que empacar de todas formas y todavía quiero procesar todo esto - le respondí con la verdad esta vez

-Está bien, como quieras - dijo rendida y antes de irse preguntó - Antes de irme, ¿Tienes fiebre? - dijo tocando mi frente

-No, ¿Por qué lo preguntas?

-Te noto un poco más roja de lo normal, como si tuvieras fiebre o hubieras llorado - respondió

-Es que me emocionó que me quisiera adoptar una familia - mentí aunque siempre quise una familia, estoy ligeramente emocionada. No todo fue falso.

-¡Oh, mi niña, te extrañaré tanto! - dijo entre sollozos mientras salía corriendo por la puerta y la cerraba de golpe. No le gusta que la vean llorar.

Empaque lo poco que tengo en una maleta que me dieron hace unos años para Navidad y cuando terminé, fui a asegurar que mi mazo, una cuerda y una cuchilla multiusos estuvieran en uno de los cajones, donde antes solía tener mi escasa ropa.

El mazo lo robe a un herrero en una de mis visitas al pueblo. (Más tarde daré detalles)

La cuerda la pedí prestada para ir a jugar con una amiga que al final se mudó por la desconfianza que me tenían sus padres.

La cuchilla multiusos se la robe a un extranjero que venía de paso al pueblo a comprar unas frutas.

¿Recuerdan que soy media psicópata? Pues, esa es la razón por la que tengo esas cosas.

Quizás no sean armas militares, lo sé pero no significa que no hagan daños mortales.

Esta es mi historia. La historia de Tamara, una chica cuya vida no es lo que puedas decir "humana" o "normal".

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Hola mis queridos(as) lectores(as), unicornios o quién pitufos esté leyendo está interesante historia.

Esta es mi segunda novela, la primera la elimine por falta de lectores y es una tragedia que no pienso recordar.

Pero no te desanimes, espero que mi nueva creación sea de tu agrado y si lo es, me alegraré muchísimo.

Supongo que ya saben cómo es el truco pero aún así lo voy a repetir:
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La Hija De La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora