Relato: Sobrevive

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Nunca había tenido en cuenta la importancia de las cosas. De cada momento vivido. De cada despertar; cada mañana, tarde, noche. De cada gesto, movimiento que hacemos día tras día. De la rutina. De las madrugadas. Del sonido del despertador para prepararte e ir al trabajo o al instituto.

Del tiempo en sí. De lo que significaba. De que teníamos un tiempo límite en hacer las cosas: 5/10 minutos para vestirse, 15 minutos para desayunar, 30/45 minutos para ducharse; 1 hora para hacer los deberes, 1 hora para estudiar. Unos 40 minutos para poder ver la tele y darle a tu cerebro el tiempo suficiente para desconectar de la cantidad de cosas que deberías hacer. De las obligaciones y las devociones.

En este momento, echaba de menos las obligaciones. Dios, si esto me lo hubiera dicho al menos una semana antes de que ocurriera todo, me hubiera echado a reír. Todo lo echaba de menos. Las broncas, el agobio, el estrés, el levantarte temprano cada día, prepara el desayuno, en ocasiones, ver la tele. Salir de casa, coger el tren o el coche, dependiendo de la situación y en cómo podría desplazarme.

No me había dado cuenta lo fácil que era todo y lo difícil que lo veían mis ojos. Sin embargo, ahora me veía sin nada. Sola. Paseando por las calles de Barcelona completamente vacías, con algún que otro visitante paseando por la calle sin rumbo pero con un objetivo si sus ojos me observasen: comerme.

Parecerá una locura, pero nunca me hubiera imaginado que esto hubiera pasado. Siempre había leído o visto películas de lo que acababa de ocurrir y eso sin contar que normalmente ocurría en América del Norte.

Nunca, repito, nunca hubiera imaginado que una epidemia tan estúpida como un dichoso resfriado hubiera mutado de tal manera que ahora, la gente, paseaba por la calle en busca de una persona humana viva para comérsela o bien, si se quedaba satisfecho (y si se quedaba satisfecho puesto que había un 99% de que no), convertirlo en uno de ellos. El apocalipsis zombi había llegado a Barcelona, España: Unión Europea.

No tenía ni idea si en los demás países o en el resto del mundo esto habría pasado. Todo ha sido demasiado rápido. No hay apenas comunicación.

Y aquí me veis, deambulando por la ciudad intentando que no me vean o me huelan. La suerte es que algunos son bastante lentos, pero, como ya os he contado, esto va mutando y, me da la sensación de que, cada día que pasa, es un día menos que tengo por sobrevivir. Si ni siquiera sé cómo narices he podido sobrevivir. Yo, patosa y torpe como ninguna que da gracias cada día por seguir respiración y no oler a putrefacción.

Las calles huelen a gas lacrimógeno y hay balas, armas, granadas y restos de ropa manchada de sangre por algunas calles. No quiero ni imaginarme cómo habría acabado los sitios por los que pasaba cada día. Me iba muriendo de hambre en algunos días, otros ni siquiera tenía fuerzas para dar un paso. Había roto varias veces máquinas expendedoras en badulaques o en supermercados. Supongo que pensaréis que, yendo a un supermercado, podría sobrevivir mucho tiempo, pero el caso es que no es tan fácil. Hay "zombis" paseando por allí y parece que no quieren salir. Se quedan quietos, gruñen en ocasiones, y solo hacen que pasear por el mismo puñetero sitio todo el santo día. Tengo miedo que llegue el día en que sean un poco inteligentes, porque tontos son un rato. Pero que su olfato se desarrolle a causa de la falta de alimentos, que puedan escuchar mejor y que vean mejor que un águila. Sé que el virus se adapta, y que no habrá un milagro en el que caiga algo del cielo que los destruya a todos.

Estoy cansada, mucho. Llevo solo una semana y, a pesar de que sé que hay gente viva por allí, las probabilidades que tengo de encontrarlo son tan escasas que a veces desearía que cayera una tormenta de agua nieve, nos congelase a todos y que acabase este martirio ya.

Los políticos seguramente estarán a cubierto, con un ejército detrás o algunos habrán muerto. No lo sé. Estoy asqueada y quiero dormir bien. No quiero despertarme cada pocos minutos pensando que cerca tengo un maldito zombi (odio llamarlos así porque parece inhumano e inexplicable, pero no sé tampoco cómo llamarlos). Todo es muy difícil y no quiero seguir de esta manera. Sin embargo, sé que si dejara que me comieran o que la naturaleza pudiese conmigo, no me quedaría satisfecha. No sería propio de mí. Tampoco es que sea una heroína, pero no quiero morir de manera patética. Había pasado demasiado antes como para que esto me derrumbara.

Pero había algo que mi cabeza estaba pensando cada día, cada segundo. Mi familia. Mis amigos. Mis conocidos. ¿Qué habrán sido de ellos? ¿Hay una posibilidad de encontrarme con ellos? Había llorado, pero en silencio. No quería que esas cosas me vieran y me comiesen. Correr, hasta dolerme las piernas. Intentar esconderme o defenderme con cualquier cosa. Había dado a uno de pleno en la cabeza con un bate de béisbol que me encontré en uno de los maleteros del coche. Me había pillado desprevenida y lo único que hice es dejarme llevar por mi intuición. Abrí el maletero del primero coche que vi, pensaba esconderme allí hasta que pasase, pero vi el bate y se lo estampé en la cabeza. No puedo describir cómo fue verlo todo. Es mejor no decir detalles pero está claro que eso me provocó horas y horas con náuseas y vómitos y me juré no comer nada hasta el día siguiente.

Ahora, el único objetivo, aparte de reencontrarme con mi familia, era sobrevivir. No sabía muy bien si hacerlo por mí, pero lo haría, al menos, por la gente que quería y por la que haría lo que fuera por verles sanos y salvos.

Para que me entendáis, será mejor que lo explique desde el principio, desde el primer día del virus. En estos momentos, me odié por no mirar las noticias y no darme cuenta que había empezado mucho antes de lo que me esperaba y que era cuestión de tiempo a que todo ocurriese.

Solo os digo una cosa: No os fieis de nadie. Estáis jodidos cada puto minuto. Mantente alerta. El miedo será tu aliado. Y, por favor, no dejes que te coman esas cosas. Es demasiado patético. El ser humano ha ido evolucionando por una razón.

PD: Me llamo Riley Ruiz,tengo 20 años y odio mi vida.    

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⏰ Última actualización: Jan 23, 2016 ⏰

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