Ahí estaba Sofia, contándome la "Romántica y Perfecta" reconciliación que había tenido con su novio, Marcos, ellos habían roto hace dos semanas y llevaba más de una hora contándomelo todo.
- Sandra, ¿me estas escuchando? -pregunto Sofia-.
- Emm..yo..
- Déjalo, se que no te importa -dijo enfadada-.
- No, si me importa, solo es que..-dije sin saber que decir-.
- Pues ok -dijo cortante-.
Me quedé observándola por unos minutos y luego pensé en ir a la enfermería, pues no me encontraba muy bien. Al cabo de media hora volví a clase con una pastilla. Llamé a la puerta.
- ¿Qué horas son estas de llegar? -pregunto el profesor de lengua- ¡A dirección ahora! -grito enfadado-.
Yo lo mire mientras me alejaba y el me estaba observando con cara de maniático loco. Llegué a dirección y abrí la puerta sin ni siquiera mirar si había alguien dentro.
- Directora, tengo un problema con el profesor de lengua.
- Espérame fuera Sandra, ahora estoy ocupada con los nuevos profesores -dijo y yo me senté en una de las sillas que habia fuera- Me di cuenta de que unos de los profesores me estaba mirando y sonreía, su sonrisa era perfecta, sonrisa colgate.
- Ya puedes pasar Sandra -dijeron-.
Al entrar le conté lo que me había pasado y ella me dijo que no me preocupara, después de eso me fui a casa.
*
- Mamá, te digo que ese profesor me tiene manía - dije mientras removía el plato de comida-
- Hija no creo que ese profesor tenga nada en contrs tuya, los adolescentes de hoy en día sois un poco rebeldes, y lo sabes -dijo mi madre mirándome-.
- Yo soy así
- Yo espero que no Sandra, vete a dormir mañana tienes que levantarte temprano -dijo mi madre sonriendo-.
- Vale mamá, buenas noches -sonreí-.
Al llegar a mi cuarto me tiré en la cama y me quedé observando ese árbol que de pequeña tanto miedo me daba, hasta que finalmente el sueño me venció.