La miseria, provocada por autoinsuficencia, la dolencia, provocada por la adolescencia, el autismo, recreación de sinambiguos, la idolatría, pensamiento y ejercitación sin recreación, la lujuria, un infierno interno, el odio, como el amor, quién diría que, parten de la mano, enemistados, sin control no sobre la vida, sino sobre las personas.
Las personas controlan sus vidas, y pocas son capaces de ello. Basto pedestal de emociones que se apogean unas sobre otras, pero estas dos sobrepasan cualquiera.
Como las estaciones, como el paisaje, como las galaxias, como el horizonte. Como aquello que la perspectiva visualiza pero no canaliza.
Canalizar, se diferencia por mucho a lo que se integra.
Integrar, se diferencia por mucho a lo que se entiende.
Entender, se diferencia por mucho a lo que se aprende.Aprender.
De eso consta la vida.
Vader no dejaba de ambiguar ante sus pensamientos, ante sus nuevos sentimientos, ante su nueva alma.
Era, a pesar de todo, fuerte e inteligente, capacitado para enfrentar cualquier obstáculo, sin siquiera tener previo conocimiento de la vida. Ya que, uno aprende de lo que vive, pero pocos viven, pocos aprenden, en si, pocos existen.
La realidad y la dolencia son hermanas, convivieron una vida pasada con el cyborg, ellas le enseñaron todo, entendió, y con eso fue suficiente para existir. Continuo su vida, de a poco fue aprendiendo, y simultáneamente, viviendo.
Vivir no es naturaleza de existir, y se aleja por mucho de la humanidad. El jóven vivió hasta que la muerte lo tomó. Murió y por mucho tiempo dejó de existir para el mundo, que lo consideraban alguien desconocido y ajeno al milagro de la vida. La minoría habrá de recordar su vivencia y gran experiencia.
Pero él ya no.
Le borraron la memoria. Solo un pequeño porcentaje de recuerdos se guardaba en su hipotálamo.
La dolencia se mantenía distante, mientras que la realidad esperaba.
Apareció entonces una oportunidad, una salvación.
Vincent.
Volvió a la vida como si hubiera vuelto a nacer.
Comenzó, entonces, a poner en acción sus pocos aprendizajes almacenados en su memoria.
El humano le enseñaba a recordar, a tomar pedazos de vida y disfrutar de ellos, a vivir de nuevo.
Se manifestaba dentro del cuerpo del cyborg algo grande, inmensurable, lleno de todo. Algo ajeno pero a la vez conocido.
Tenía un alma.
Será por eso que su manera de ser empezaba a resultar más natural y serena. Distante a lo que los humanos acostumbraban ver y hacer.
La bondad y caridad de Vader se ganaba la admiración de muchos, y la envidia de otros.
Vincent agradeció su existencia, Vader agradeció la suya.
Los dos permanecían latentes a demostrar lo que era el cielo. A demostrarse mutuamente el verdadero Edén de la vida.
El camino a una vida eterna.
Mientras luchaban contra el mundo, sus almas se entrelazaban fertilizando la tierra muerta.
Fue amor.
Era la primera vez que lo sentían, esa emoción única que nace del alma, cubre tu abdomen, llega a tu cuello, luego a tu mente y para dislumbrar de ello, a tus ojos.
Ves todo de otra manera.
Ves todo como un todo. Y la nada se hace un algo.
Nació en la pareja una nueva lección, un nuevo camino por aprender, y a su vez, un nuevo obstáculo por sobrepasar. Emprender un viaje con el amor te acerca a muchas estaciones, uno decide en cuál bajar, y de allí, caminar, con o sin amor.
Te puede esperar el odio, si lo deseas, incluso te puede acompañar. Eso ya depende de ti.
Pero el viaje que Vader y Vincent se tomaban era uno sin estaciones, y siempre acompañados solo por el amor.
¿monótono? Para ellos no, no se cansaban del amor, ya que es algo único que solo se siente cuando se vive.
Alli esperaba la realidad con la dolencia, en una estación inesperada. El tren paraba.
La estación se llamaba muerte.
Bajaba Vader solo.
Sin nadie.
No era de esperar que las causas de su muerte fueran externas. El mundo cada día más se convertía en un verdadero augurio. Y las penas se volvían normales en sí.
El rey de los Infiernos necesitaba su vida, su existencia, su aprendizaje. Extrajo lo necesario, y como si fuera un realismo humano, dejó lo demás en cuenta de basura.
Su vida acababa de nuevo siendo un círculo de infinita dolencia, o simple accidente.
Vincent se quedaba solo con su amor, con su vida, con todo lo que aprendió. Se quedó esperando en esa estación hasta que la muerte se lo llevara también, pero nunca sucedió.
Necesitó espacio y tiempo para sobrepasar ese obstáculo que le impedía vivir.
Pero estaba decidido a lograrlo.
A superarlo.
Y así fue.