Capítulo uno

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Salió de su casa con la mochila vacía mientras prendía un cigarrillo, su cabello era mecido por el aire, el humo que exhalaba se perdía al ritmo de Sellouts de Breathe Carolina que era lo que escuchaba en ese momento a través de sus audífonos.

Caminaba en dirección a la parada de autobús, pero decidió que iría caminando a la escuela, en fin, si no llegaba a clase le daba igual, aún así iba a reprobar.

En ningún momento volteó a ver a los espejos que pasaban al lado de ella. Ya sabía que se veía de la mierda, no había cepillado su cabello y el clima no ayudaba a mejorarlo, pero aún así tenía la cabeza en alto.

En un momento durante su lento trayecto paró pues frente a la ella estaba una persona alta e imponente que no le permitía pasar por una estrecha calle llena de puestos.

-Putos puestos y puto idiota.
Dijo la chica en voz baja, aún así el tipo la volteó a ver le echó un ligero vistazo, se giro un poco para dejar pasar a la chica y le dio una calada a su cigarro con una cara de desagrado.

Ella sólo puso los ojos en blanco y siguió su camino, el problema empezó cuando el tipo le agarró una nalga, entonces ella se volteó con una cara de odio y sin ánimos de pelear le dijo:

- Muérete idiota.

Y le mostró el dedo de en medio, enojada siguió su camino. No iba a defenderse, no le resultaba realmente importante.

El chico siguió los pasos de ella y le dijo:
- Buen humor el que te cargas.

Ella se llamaba Maeva, 17 años y la cabeza llena de mierda, no tenía un motivo real para estar triste, su situación familiar estaba suficiente bien, no tenía en corazón roto, buena salud, amigos, calificaciones promedio y sin problemas de dinero.

Pero parecía que había nacido para ello, no había algo que realmente la emocionara, ni siquiera estaba deprimida, en realidad no estaba ni feliz ni triste, solo era un robot con una rutina que debía seguir, un muerto andante.

- ¿Qué mierda quieres? hazme un favor y deja de seguirme- dijo sin dejar de caminar.

El se quedó callado, paró y se volvió a donde antes estaba parado. Maeva suspiró cansada, eran las 7:30 y su día y estaba del asco, aunque debía admitir que el estaba bastante atractivo, pero no el estereotipo, a ella no le interesan esas cosas.

El se llamaba Sebt, casi 18 años, tenía mierda en la cabeza, pero no parecida a la de ella.

Se complementaban, ya que su manera de pensar era diferente, pero se entendían.








Hola, la verdad no se si seguiré la mierda esta que estoy empezando, bueno en realidad ya lo tenía escrito, me dieron ganas de publicarlo, pero no se emocionen, quizá llegue a actualizar, quizá no. Besos.

Complétame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora