Cuarto

1.2K 112 22
                                    

Siempre había conocido a alguien que quisiera creerse Adrien Agreste.

La mayoría lo hacían por fanatismo, pero también había habido idiotas que habían intentado quitarle su título y habían hecho cosas ridículamente estúpidas para lograr su cometido. Como Copycat, por ejemplo.

Muchos de ellos usaban pupilentes y se oxigenaban el pelo, otros usaban pelucas y ropa de rebaja en tiendas de diseñador. Eran muy pocos los que eran naturales al fingir ser Adrien Agreste, y aún así muchos erraban el blanco.

Unos eran muy pedinches, creyendo que el modelo iba acorde a todo tipo de estereotipos vistos en la televisión. Cabía aclarar que siempre fueron los más fáciles de distinguir.

Otros eran muy amables, demasiado. Tan amables que caían en lo absurdo e incoherente. Usualmente se tardaban un par de horas más en encontrarlos.

Pero, de entre todos sus cosplayers intentando ser él y obtener los privilegios —más no las obligaciones— que si vida gozaba, jamás había visto a una chica tener el valor para intentar hacerlo.

Tal vez era porque eran usualmente ellas quienes encontraban antes al impostor, tal vez porque simplemente no tenía lógica alguna el hacerlo.

Pero ahí estaba, aclamando ser Adrianna Agreste y teniendo que ver urgentemente a su madre Gabriela.

Dejó su mano caer de un costado.

—Di... ¿dices que te llamas: "Martín Dupain-Cheng", cierto?—preguntó por la decimoquinta vez, el pelinegro se llevó una mano a la cara en señal de frustración.

—Si, ese es mi nombre. Y si, mis padres se llaman Sabín Dupain y Thomasa Cheng, ¿es eso tan difícil de digerir?—tal vez se estaba frustrando un poco, Tikki maldijo dentro de su bolsillo.

No entendía por qué alguien jamás usaría a Marinette como inspiración para cosplay. Es decir, la chica era adorable y linda, y también resultaba ser LadyBug —un pequeño secreto que sólo él sabía, porque ella ni siquiera estaba consciente de que él si lo estaba—, pero eso no implicaba que alguien la fuera a intentar replicar.

Es más, ¡¿cómo habían dado con ella?! ¡No era famosa!

¿Habría sido por ese bombín que diseñó para él hace algunos años ya? No, también podía haber sido porque fue la ganadora en el concurso de modas para la contratación de interinos de Gabriel Agreste.

Pero eso no la hacía suficientemente famosa, ¿o sí? ¡Solamente sus diseños habían aparecido en televisión! ¡Ni su nombre se había mostrado! ¿Acaso algún chico de verdad estaba lo suficiente enamorado de unos diseños como para convertirse en un completo acosador de Marinette?

 Negó con la cabeza, solamente él tenía el derecho de acosar a Marinette. Era algo que le pertenecía porque él llevaba haciéndolo desde hacía ya mucho tiempo. La había reclamado antes que nadie y punto. Cualquier chico que llegara después simplemente lo hacía por propinas.

—¿Cómo es que lograste entrar a mi casa?—la rubia por fin se había unido a la conversación después de mucho tiempo—. ¿Nath te dejó pasar? Dios, ¡mamá lo despedirá si se entera!

Adrien ladeó una mueca, esto se estaba convirtiendo en algo demasiado grande para que él lo manejara.

—No... nadie me dejó pasar—acercó la taza a sus labios, se sentía caliente en sus manos pero el frío líquido resbaló por su garganta como si de un tobogán acuático se tratara—. Tengo mi llave, puedo entrar a MI mansión cuando quiera.

—¿Tu mansión? Chico, es la mansión Agreste—empezó a golpear la yema de sus dedos contra la mesa—. No es tu mansión.

—Lo es, soy Adrien Agreste.

Vicios Y Virtudes ||Miraculous LadyBug|| ||LordNoir||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora