En el Bosque

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Sentado en una rama de árbol observaba cómo la gente de mi pueblo trabajaba sin parar. Mi padre era el mejor cocinero, y mi madre, la mejor cocinera. Ambos pasaban muchas horas en la cocina y en su rincón de trabajo que compartían. El despacho era grande y amplio, rodeando las paredes, se veía a simple vista, millones de estanterías abarrotadas de libros, novelas, historias, ....; pero sobre todo de recetas. Allí había 2 mesas, una de mi madre y la otra de mi padre. En ellas, se encontraban una lámpara, un lapicero con plumas de faisán, fotos de mis hermanos y yo, un portátil y un ratón; (en cada mesa). Mi hermano Saúl, estaba aprendiendo a ser otro de los grandes cocineros; al igual que mi hermana Estefanie, mi hermano Jorge, Tobías, Aridian, Daniela y Teresa. También tenía un hermano pequeño llamado Lucas, aunque no lo parezca, se colaba en la cocina e intentaba hacer fresas arnaud. Este postre creeréis que será fácil de hacer, porque como tiene tan sólo 2 años.....; pues no, este esquisito pastel, es nuestro mundo, es el más caro. Nadie nunca lo ha comprado y es que más que el postre en verdad es el anillo que contiene lo que lo hace tan caro y único; un anillo con un diamante que fue posesión de Sir Ernest Cassel, que se encuentra incrustado en un plato de frutillas marinadas en menta y crema. Tiene un valor irreal de 1 millón 400 mil dólares, más de 720 millones de pesos chilenos. ¿Increíble verdad? Pues imagínate qué platos podrían hacer los padres. Esta pasión por la cocina, parece ser una herencia de padres a hijos. Por eso mis hermanos mayores y Lucas me llaman el bicho raro. A causa que, aparte de que soy un AUTÉNTICO patoso, encima, lo odio. A mi lo que me apasiona son los libros; vivir aventuras con ellos, llorar en los momentos de terror y drama,...Mis padres me llevaban hasta al psicólogo, para averiguar por qué se me da horrorosamente y espantosamente la cocina. La única persona que me aceptaba cómo era y soy en realidad, era mi mejor amiga Helen. Soñadora y aventurera. Siempre y no ha habido día en que no lleve su pulsera hecha por tréboles de 4 hojas de su abuela, unos leggins azules como el color de sus ojos, un gorro rojo en su brillante y lujoso pelo marrón. Al ser tan alta y tener los pies tan grandes como el Big Foot, no lleva zapatos, pero también no lleva porque, aquí, en este pequeño pueblo situado en un bosque enorme y hermoso, donde los árboles crecen de un día para otro, donde las casas se sitúan en cualquier tipo de plantas, pinos, girasoles, robles....; no se lleva zapatos; pero lo que sí es un gorro. Todas las mañanas, solemos ir al campo a visitar a nuestro amigo Piruflí, un colibrí verde como las hojas de las margaritas, y un pico naranja como el sol. A la hora de volar, sus alas lucen un esplendor, que parece como si hubieras visto una chispa brillante y radiante. Piruflí, tampoco era un ave de su manada corriente, pues no le gustaba ni el néctar ni la sabia, cosa que es lo que comen los colibrés. A él sin embargo, se alimentaba de cualquier hoja, excepto las de las rosas. Lo bueno, es que le aceptaban tal y como era, al fin y al cabo no pasa nada que coma otra cosa; mientras que a mí, todo lo contrario. Mis padres, no me hacen caso, cada vez que hablo sobre algo interesante que he leído en algún libro, ni se inmutan; y mi hermanos, peor aún, me llaman bicho raro y me molestan toodo el rato; que si no se que, que si no se cuanto...; pero sé que en el fondo me quieren. Hasta alguna vez intenté escaparme pero no pude.

Los miércoles me iba a dar un paseo para coger fresas. Era el único día cuando están frescas. A veces me encontraba a Piruflí, pero una de las razones porque SIEMPRE, SIEMPRE quería ir al campo y coger la fruta de los árboles, es porque me sentía libre y libre. Nada más y nada menos que libre. Cuando había terminado, me sentaba bajo el mismo árbol de siempre, me ponía a leer, pero además a escribir en mi diario. Ese mismo día había puesto lo siguiente:

13 de Mayo de 1419

Querido diario:

Hoy está soleado y Piruflí aún no ha aparecido. Helen tenía que ir a pescar con sus hermanos John y Paco. Pobrecita, con lo mucho que le gusta este árbol. Extrañamente me he encontrado hace unos minutos una ardilla con un pergamino atado a su espalda, ¡parecía un mensaje! En cuanto me vió, se paró en seco y me observó tranquilamente. Al hacerlo, se acercó a mí, subió por mis largas y altas piernas hasta mi pequeña y diminuta mano. Me dejó el pergamino y mágicamente desapareció en forma de una nube de polvo. Acabo de abrir el pergamino y me sorprendo al verlo. ¡Un mapa del tesoro! Ahora, mientras escribo, estoy llamando a Piruflí a gritos. Al venir me comenta enfurruñado:

- Espero que sea algo importante porque estaba comiendo, y sabes cuánto me gustan las hojas de las margaritas.

- ¡No te vas a creer lo que acaba de pasar! En serio, deja las hojas de margarita por un momento y escúchame.

Al decir esto, le conté lo que había pasado y alucina en colores. Me dice, pero cómo, pero qué, cómo...., ehh?; y así todo el rato. Entonces cojo aire (de lo estresado que estoy) y le digo:

- Mira, estaba pensando que si quedamos con Helen esta noche y se lo contamos, seguro que querría ayudarnos, ¿no?; bueno pues tambíen pensaba que esto podría ser una oportunidad única, ¿has oído? ÚNICA. Nos iríamos un par de días, tanto para saber qué está pasando, y también necesito unas vacaciones sin mis hermanos; sólamente con mis tres mejores amigos.

- ¿Cómo que tres? Si sólo somos Helen y yo.....; o ¿hay algún otro amigo secreto que no nos hayas contado? - dice bastante molesto

- ¡Claro que no! ¡Mis libros tonto! Me llevaría una maleta con un par de historias sobre mapas de tesoros, piratas, aventuras...; además, vosotros, tú y Helen sois con los únicos con los que tengo confianza, es más, siempre estoy con vosotros. - le respondo a carcajadas por la cara que puso al oír que tenía 3 amigos.

Esto es todo por hoy.

Un Viaje FantásticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora