4. ¿El mejor arma? un cucharón 🖋️

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Darod me siguió hasta el hogar. Caminamos en silencio mientras yo pensaba algo preocupada que no quería llevar un psicópata al orfanato, aunque si quería llevar a Dana con el psicópata.

Él caminaba a mi lado retorciéndose las manos con nerviosismo y mirando por encima del hombro. Sentía pena, es decir, no parecía muy peligroso y durante todo el camino lo único que gimoteo fue:

-Ellos lo ordenaron, el Ragnarok...

Al principio pensé que Ragnarok era una marca de electrodomésticos o algo por el estilo, pero cuando me di por vencida y pregunté él sólo dijo que no me preocupara, Frey resolvería todo.

Solté una mueca. Eso decían los nuevo al llegar al hogar.

Marisa no puso mucha resistencia en su estadía con nosotros. Solo lo miró y asintió indicando que duerma en la habitación de los varones, por la mañana pediría sus datos para la policía. Le entregue ropa nueva para que desechar la que tenía sangre y luego de la presentación Dana quedó más que encantada con él, tenía nueva bolsa de boxeo (sentí pena por él pero me aliviaba de que me de un respiro).

Durante la cena, ella me sonrió maliciosa desde el otro lado de la mesa, creía que me iba a golpear por electrocutarla, pero no lo hizo, sino que se fue a dormir sin siquiera dirigirme una palabra. Fingía que no existía, lo cual estaba perfectamente bien para mi, aunque sabía que tomaría venganza en cualquier momento.

Dos días después de que el supuesto Frey, dios de los vientos y los cerdos voladores, se fue Darod seguía hablando de él sin darse por vencido. Creía que que volvería en cualquier momento. Pero no ocurrió. Como siempre. Era persistente y testarudo en todo, y más de una vez tuve que meterme en un pelea para que no lo molestaran, en lo cual era un experto. Dana se reía de él y de vez en cuando lo empujaba cuando pasaba, pero Marisa hacía la vista gorda como siempre.

Ese sábado nos tocaban las tareas domésticas, en mi caso cocinar. No me molestaba en absoluto, podía ponerle jabón a la comida de Dana y ella lo comería sin más para luego tener una asquerosa diarrea por días. Solo con eso, era feliz.

Darod pidió el turno conmigo y ambos nos pusimos manos a la obra.

Mientras nosotros cocinamos, arriba, en las habitaciones, los chicos debían limpiar. Se oían los pasos, las risas y los gritos de órdenes, pero los ignorábamos por completo.

-¿Puedo hacerte una pregunta?-Comenzó Darod, siempre era lo mismo. No alcé la cabeza de la tabla donde estaba cortando zanahorias, solo asentí y suspiré.- ¿Por qué eres...?¿Tu eres...?

-Dijiste una-recordé irritada.

-¿Por qué hueles a Asgard pero naciste en Midgard?

-No lo se-encogí los hombros-, ni siquiera se de que hablas. Yo me baño día por medio.

Terminé de cortar las zanahorias y permanecimos unos segundos en silencio.

-¿De donde eres?-Pregunté cuando intuí que volvería a hablar. A pesar de la insistencia de Marisa por tomar sus datos él no respondió nada, negándose a hablar con alguien más que conmigo y con Max.

-Ya te dije-recordó frustrado-, soy de Alheim, el séptimo de los nueve mundo que gobierna Odín.

Lo escuche atentamente. Según Google Maps, Alheim no existía.

-A veces pienso que solo estas bromeando.

-Pues, no es así.

Después de eso ambos nos quedamos en silencio, era frustrante estar con él porqué siempre me recordaba que ignoraba algo valioso que nunca quería revelar diciendo que Frey respondería todas mis dudas. Y yo no estaba segura de que Frey vuelva.

Los Hijos de Asgard [#1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora