Harry fue el primero en despertarse aquella mañana cuando el sol le dio de lleno en la cara. El calor de su propio cuerpo aumentó al percibir la tibieza del cuerpo de _______ sobre el suyo. Antes de darse cuenta de lo que hacía, bajó la cabeza y la besó en la mejilla. Ella se movió inquieta, pero continuaba dormida; reprimió el deseo de abrirle los ojos con un beso en sus párpados para bajar, luego, hasta la fruta húmeda y madura que era su boca.
Intentó moverse y liberarse del brazo de _______, que descansaba sobre su pecho; aquel contacto le quemaba la piel y el calor traspasaba la tela de su camisa. Logró quitar su brazo y colocarlo con cuidado a un costado, pero aún quedaba un obstáculo por sortear. Y aquel sería más complicado todavía. Una pierna asomaba por debajo del vestido de _______ y se había enredado entre las suyas y quedaba prácticamente atrapada entre las sábanas y sus muslos. ¿Cómo conseguiría salir de allí sin despertarla? ¿Cómo podría enfrentarse a ella sin sucumbir a sus deseos?
Se pasó la mano por el cabello. Era imposible, no podría levantarse de aquella cama sin que ella se despertara. Pero debía hacerlo; no podía quedarse todo el día allí; aunque la idea sonaba bastante tentadora debía alejarse de _______ antes de que ella abriera sus ojos.
Se movió con suma lentitud y se quedó de costado, pero ella no se había movido ni un milímetro y su pierna, mucho menos. Estiró el brazo, no tenía más remedio que moverla él mismo. Apoyó la mano en el muslo desnudo de _______ y sus dedos se crisparon al entrar en contacto directo con la tibieza de su piel. Sus dedos descendieron despacio hasta detenerse en su rodilla. Cerró los ojos mientras acariciaba el hueco que se formaba detrás.
Abrió los ojos de inmediato cuando sintió que la mano de _______ le rodeaba la muñeca con fuerza e impedía que siguiera con aquella caricia.
—¿Qué crees que estás haciendo?
Ella lo estaba mirando mientras su mano continuaba apretando la suya detrás de su rodilla.
—No... no quería despertarte —se quedó inmóvil cuando se enfrentó al reproche de sus ojos castaños.
_______ contuvo el aliento; el suave masajeo que Harry había comenzado a darle en la parte posterior de la pierna se había detenido, pero sus dedos aún tocaban su piel y aquel roce enviaba chasquidos electrizantes por todo su cuerpo.
Hubo un instante cargado de intensidad cuando los ojos verdes de él bajaron hasta donde había llegado su mano.
—He intentado levantarme, pero estaba literalmente atrapado debajo de tu pierna —susurró él sin apartar la mirada. Parecía que la piel bronceada de su muslo brillaba aún más al recibir los rayos de sol.
—Lo siento —balbuceó _______ y se apartó de él. Se sentó en la cama y se cubrió como pudo con las sábanas, ya que el vestido que llevaba era demasiado revelador y se sentía incómoda bajo la atenta mirada que él le estaba prodigando.
Tenía que preguntarle cómo habían terminado enredados en aquella situación, pero las palabras no salían de su boca; estaba aún conmocionada y tener a Harry tan cerca no le permitía actuar con sensatez. Él le nublaba la razón y hacía pender de un delgado hilo el poco juicio que le quedaba.
Harry se sentó en la cama y le dio la espalda. Ella aprovechó para mirarlo y, por un instante, tuvo la loca idea de acercarse por detrás, abrazarlo y pedirle que no se fuera.
Pero no lo hizo, la poca cordura que le quedaba se lo impidió. Lo observó mientras echaba un vistazo a su reloj.
—¿Tienes algún plan para esta tarde? —le preguntó de repente.
—No, es sábado y pensaba dedicarme a pintar. ¿Por qué lo preguntas?
Se puso de pie y se volvió hacia ella. ¡Dios! ¿Cómo había podido estar tan cerca de ella y no haberle hecho el amor? Pensó que debía tener una voluntad de hierro; de otro modo, no se explicaba cómo no había cedido ante la tentación que significaba _______ para él. Estaba cubierta con las sábanas y sin embargo, percibió que aún temblaba de deseo debajo de ellas. Sus ojos castaños se habían oscurecido y unos mechones de cabello le caían sobre los hombros desnudos.
Un músculo vibró en su mandíbula al contemplar semejante imagen. Si no salía de aquella habitación en ese preciso instante, el dominio del cual había echado mano para soportar no ceder a sus más bajos instintos lo haría flaquear.
—¿Te gustaría acompañarme a un partido de hockey?
_______ no pudo menos que sorprenderse ante aquella invitación.
—¿Un partido de hockey?
—Sí, estamos seguros de que el niño que entregó la caja asistirá al partido —le dijo y fue hacia el cuarto de baño.
Por un instante _______ no supo qué decir. Él le estaba pidiendo que lo acompañara, pero ni siquiera era una cita. Solo formaba parte de su labor como policía. Soltó un suspiro de resignación. ¿Qué otra cosa podía esperar? Después de todo, ella también era parte de su trabajo policial y nada más.
—Está bien, iré contigo —respondió, sin demasiado entusiasmo.
—Bien, el partido es a las tres. En una bolsa que dejé anoche en el salón encontrarás un par de sudaderas de los Falcons; quiero que uses una. —La miró antes de desaparecer detrás de la puerta—. ¿Te importa que use el baño primero?
—No, adelante..
Se quedó contemplando la puerta cerrada y sonrió al escucharlo tararear una canción country mientras se duchaba. Se levantó de la cama y notó con desagrado que el vestido que había elegido para ponerse para la cena malograda estaba completamente arrugado. Se lo había puesto con la intención de seducir a Harry y no le habría importado que él se lo hubiera quitado y luego arrojado al suelo en un momento de pasión; pero en ese momento aquella tela celeste solo era la sombra de lo que había sido la noche anterior.
Fue hasta la cocina para prepararse un café mientras Harry terminaba de ducharse. Al pasar por el salón vio que todavía quedaban sobre el baúl color peltre los restos de la cena. Seguramente, Harry había visto los platos servidos y la botella de vino cuando había llegado. Se mordió el labio, también la había encontrado dormida sobre el sofá y se había tomado la molestia de llevarla hasta la cama.
Dio un salto cuando el teléfono del salón comenzó a sonar. Antes de que pudiera llegar hasta él, el contestador automático entró en funcionamiento:
«Te has comunicado con La casa de los horrores; si quieres que alguno de los seres que moran en este lugar se comunique contigo, deja tu número de teléfono o, si lo prefieres, deja tu mensaje después de la señal.»
_______ no pudo contener la risa; mucho menos, cuando descubrió que lo que el mensaje llamaba «señal» no era más que el grito desgarrador de una mujer que parecía salir de alguno de los pósters que colgaban de la pared de aquel cuarto.
—Harry, soy yo —reconoció la voz de Rachel Parker de inmediato—. Jack Gordon sigue todavía bajo custodia; esta misma tarde su abogado pedirá su liberación. Quería avisarte de que uno de los oficiales se ha encargado de verificar si tiene un nudo celta tatuado en alguna parte de su cuerpo: no lo tiene. Aunque eso no significa nada, tal vez la doctora Grant se equivocó. En fin, quería que lo supieras. Date prisa, debemos encontrar algo para retenerlo y el tiempo está corriendo en nuestra contra. —Hizo una pausa—. No te entretengas demasiado ahí. —Luego cortó.
_______ notó cierto fastidio en la voz de la detective, sobre todo en la última parte de la llamada. «No te entretengas demasiado ahí.» Obviamente se estaba refiriendo a ella. No solo era parte de su trabajo policial, sino que también se había convertido en un entretenimiento para él. Lanzó un par de maldiciones al aire y regresó a la cocina.
—Creía haber escuchado el contestador —dijo Harry y entro detrás de ella.
—Divertido tu mensaje —señaló con sorna.
—Veo que te gusta —respondió él e imitó el tono de su voz.
_______ lo contempló un instante. Llevaba unos pantalones oscuros, ajustados en la parte superior, y una camisa azul que le colgaba fuera del cinturón, aún desprendido.
—Tu compañera te ha dejado un mensaje. Iba a responder pero no me ha dado tiempo —dijo y apartó la mirada para servirse un poco de café en la taza.
—¿Qué ha dicho? —preguntó él mientras se acomodaba la camisa y terminaba de subirse la cremallera de los pantalones.
_______ sirvió otra taza para él y se la entregó.
—Ha hablado de Jack. —Frunció el ceño—. ¿Por qué no me habías dicho que lo habían arrestado?
—Déjame ver. ¿Cuándo habrías preferido que te lo dijera? ¿Anoche al acostarte en la cama, o esta mañana cuando he despertado atrapado debajo de tu cuerpo?
_______ intentó ignorar su sarcasmo pero solo consiguió agitarse.
—Eso no importa, solo creo que es algo que debería haber sabido antes —respondió después de beber un sorbo de café.
Harry se sentó en el taburete y tomó la taza de café entre ambas manos.
—Lo hemos arrestado, sí.
—¿Por qué? ¿Por la llamada a la radio?
—No hemos podido confirmar que él sea el autor de esa llamada, solo sabemos que la cabina telefónica está a tan solo unos cincuenta metros de donde vive. —Hizo una pausa para beber un sorbo de café—. Hicimos un registro en su casa y encontramos un bisturí, los análisis confirmaron que fue usado para escribir los mensajes en la piel de las dos últimas víctimas.
_______ dejó caer la taza sobre la encimera.
—Entonces, es él... Jack Gordon. —Se negaba a creerlo—. ¿Estáis seguros?
—No, no lo estamos, pero es el primer sospechoso que tenemos y no podemos dejarlo ir hasta que no encontremos más pruebas que nos demuestren que realmente tenemos al sujeto correcto.
—Rachel ha dicho que su abogado pedirá su excarcelación esta misma tarde —le contó preocupada.
—No me sorprende. ¿Ha dicho algo más?
—Sí, ha mencionado algo sobre el tatuaje. Ha dicho que Jack no lo tenía y que, tal vez, una tal doctora Grant se había equivocado.
Harry asintió, aquel último dato no hizo más que desanimarlo.
—Sigo sin creer que Jack haya sido capaz de cometer esos crímenes, tampoco creo que haya sido él quien me secuestrara —reiteró _______ consternada.
—Ya te he dicho que por ahora es nuestro principal sospechoso. Por desgracia, eso no significa que sea el culpable —señaló y se puso de pie.
—Hace cuatro años tu padre vino a verme un día y me hizo preguntas sobre él.
Harry no pudo evitar inquietarse al oír mencionar a su padre.
—Sí, en aquella época Jack Gordon era también su principal sospechoso.
—Si tan solo pudiera recordar qué sucedió después de que él se marchara de la parada de autobuses —dijo _______ angustiada.
Harry sabía que aquel era el momento oportuno para hablar con ella y decirle lo que había planeado a sus espaldas.
—_______, hay algo que debes saber —comenzó a decir sin mirarla a los ojos directamente. No sabía cuál iba a ser su reacción pero aquella charla ya no se podía dilatar más.
_______ intentó prepararse para lo que fuera que Harry estuviera a punto de decirle.
—Ayer por la mañana te dije que tenía una reunión importante.
_______ asintió. La reunión que había llevado a su misteriosa desaparición. ¿Qué estaría a punto de decirle? Se sintió abrumada por una inexplicable inquietud. ¿Acaso se había visto con su amante, la dueña del sujetador que descansaba en el fondo del cesto de la ropa en el cuarto de baño? No creía estar preparada para escuchar algo semejante de parte de él.
—Fui a ver al doctor Foster. —Se rascó la barbilla recién afeitada—. Es el mejor especialista en hipnosis de la ciudad. Tenemos una cita el martes —dijo la última frase rápidamente.
_______ se quedó en silencio durante un segundo que a él le pareció eterno. Ni siquiera supo cómo reaccionar con lo que acababa de oír; tampoco podía discernir si estaba más sorprendida por el hecho de que él le había conseguido aquella cita a sus espaldas, o porque había hablado usando el plural: «Tenemos una cita el martes.» Eso significaba que él la acompañaría.
—¿El martes, tan pronto?
—Sé que dije que no te presionaría, pero cuanto antes consultes con un especialista, mejor. —Buscó su mirada—. Él te ayudará, no solo a recordar lo sucedido, sino también a superar tus pesadillas; yo le he contado de tu caso y está ansioso por recibirte. Cree que es muy posible que logres recordar todo —alegó entusiasta.
Recordar todo. Traer a su presente lo que tanto daño le había causado en el pasado. Siempre había tenido miedo de intentarlo siquiera y había preferido dejar aquellos recuerdos donde estaban; ocultos en algún lugar oscuro de su memoria. Harry le ofrecía la oportunidad de liberarse de aquella pesadilla de una buena vez, pero no estaba segura de tener el valor suficiente para hacerlo. Pensaba que nunca estaría lo bastante preparada para saber qué le había sucedido en esos tres meses que le fueron robados.
—¿Tienes miedo? —preguntó él de repente, como si pudiera leer sus pensamientos.
_______ asintió.
—Yo iré contigo. El doctor Foster me ha dicho que incluso puedo quedarme a tu lado mientras te hipnotiza. —Le tocó el hombro—. No vas a estar sola, _______.
—Gracias, Harry. —Ella sabía que él lo hacía porque estaba empeñado en que recordara, por fin, quién la había secuestrado; sin embargo, se ilusionó de todos modos con la idea de que realmente se preocupaba por ella.
—Bien, no quería marcharme sin antes decírtelo. —Le sonrió con cariño, y _______ tuvo la sensación de que había algo más que él quería decirle—. Me voy a la comisaría. Nos vemos por la tarde. No olvides el partido de hockey.
—No lo he olvidado.
—Pasaré por ti a las dos y media —le gritó mientras salía.
Ella le respondió que sí, pero él ya no la escuchaba.
—¡Maldición! —Rachel observaba a través del cristal cómo Jack Gordon y su abogado discutían dentro de la sala de interrogatorios—. ¿Crees que va a lograr salirse con la suya?
Harry le lanzó una mirada fugaz a su compañera; él estaba tan molesto como ella.
—No lo sé, el plazo vence mañana. Al menos nos queda algo menos de veinticuatro horas para conseguir algo más en su contra —dijo y miró el reloj que colgaba de la pared del pasillo.
—¿A qué hora es el partido de los Falcons?
—A las tres.
Rachel notó cierto nerviosismo en su compañero y creía saber a qué se debía.
—Supongo que si no me has mencionado nada hasta ahora, es porque ya tienes con quién ir —dijo mientras fruncía el ceño.
—He invitado a _______ —respondió finalmente—. He pensado que le vendría bien salir y distraerse un poco.
—Claro, supongo que la has invitado solo por eso. —Rachel habría querido reírse de su compañero, parecía un adolescente atrapado después de haber organizado una cita clandestina.
—No empieces, Parker. No estoy de humor para uno de tus sermones esta mañana —dijo a la vez que levantaba las manos.
—No pensaba sermonearte, pero es indudable que algo malo habrás hecho para que creas que lo iba a hacer. —Sabía que él le ocultaba algo, su actitud era mucho más evidente que aquello que pretendía esconder con tanto recelo. Lo conocía demasiado bien como para no haberse dado cuenta de que se había enamorado como un tonto de _______ Carmichael.
—Ahí viene —dijo Harry y se refirió al abogado que se acercaba.
Lo esperaron junto a la puerta.
—Detectives, tienen hasta mañana para encontrar algo que realmente obligue a la detención de mi cliente, de lo contrario, tendrán que liberarlo.
—Lo sabemos, abogado. No se preocupe, su cliente no pasará detrás de las rejas más tiempo de lo estipulado por las leyes —le aseguró Harry.
—Bien, en ese caso, regresaré mañana temprano.
—Nos vemos, entonces.
—Guapo, pero demasiado arrogante —señaló Rachel mientras observaba cómo el abogado de Jack Gordon se retiraba a toda prisa y atravesaba el pasillo.
—No deberías ser tan exigente —bromeó Harry mientras se cruzaba de brazos.
—¡Harry Styles!, no creo que quieras que profundicemos en el terreno de lo amoroso! —le advirtió, con una sonrisa maliciosa—. ¡Creo que tú te llevarías la peor parte!
Él alzó una ceja en señal de asombro. ¿Acaso era tan evidente? Comprendió entonces que Rachel sabía cuáles eran sus verdaderos sentimientos hacia _______.
—Es un tema que preferiría no tocar, al menos por el momento —respondió e intentó así dar por terminada aquella discusión.
—Está bien, como quieras, Harry. —Levantó una mano y le apuntó con su dedo índice—. Pero déjame darte un consejo, porque no estás haciendo bien las cosas.
—Te escucho, Rachel.
—No hagas algo que parezca lo que no es.
Harry trató de entender lo que le había dicho, pero parecía un trabalenguas.
—¿Qué demonios significa eso?
—Eres detective, Styles. Descúbrelo por ti mismo. —Le guiñó un ojo y lo dejó solo en medio del pasillo buscando descifrar sus palabras.
_______ se puso la prenda que Harry le había traído encima de los vaqueros y se recogió el pelo en una trenza al costado de la cara. Faltaban diez minutos para que él pasara a buscarla para ir juntos al partido y ya comenzaba a ponerse nerviosa.
El ruido de las llaves que se estrellaban contra el cuenco de barro hizo que su corazón se acelerara y cuando vio a Harry junto a la puertaventana de la terraza jugando con Elvis, un hormigueo le recorrió todo el cuerpo.
—Has sido puntual —dijo ella y así anunció su presencia.
Harry dejó a Sam en el suelo y se dio media vuelta. Lo primero que notó en ella no fue la sudadera de los Falcons que le llegaba casi hasta las rodillas, sino la trenza que caía sobre su hombro derecho. Un escalofrío subió por su espalda. Era la primera vez que la veía peinada de aquella manera y su imagen le trajo a la mente los crímenes del Asesino de las Flores. Le pareció estar viendo a cada una de las víctimas en el rostro de _______. Con aquella trenza se parecía aún más a las cuatro muchachas asesinadas.
—¿Harry, qué sucede? —Avanzó hacia él. Estaba pálido.
—Nada, nada. —Le tocó la trenza—. Es solo que es la primera vez que...
_______ lo comprendió todo entonces. Al instante se quitó la bandita de goma que le sostenía la trenza y comenzó a deshacérsela.
—Lo siento. —Le temblaban las manos—. Ni siquiera me he dado cuenta. —Se soltó el cabello primero y luego se lo recogió en una cola de caballo en lo alto de la coronilla.
—No es culpa tuya, pero me ha causado una extraña impresión verte con esa trenza —explicó mientras recobraba la calma.
—Lo sé. —Quiso sonreír, pero no pudo—. ¿Por qué no nos vamos? Se nos va a hacer tarde.
—Tienes razón. —Comenzó a desabrocharse la camisa—. ¿Dónde has dejado mi sudadera de los Falcons?
—Sigue en la bolsa. —Desvió la mirada de su torso desnudo—. Te la traeré.
Se alejó a paso firme y regresó con la prenda un par de segundos después.
—Aquí tienes —le dijo e intentó mantener sus ojos castaños a la altura de su rostro. Fue hasta donde estaba Sam y le acarició la cabeza mientras él terminaba de ponerse la prenda. Lo observó por el rabillo del ojo mientras lo hacía y cuando finalmente terminó de ponérsela _______ descubrió que aquel atuendo, que le quedaba demasiado ajustado, lograba perturbarla tanto o más que su torso desnudo.
—Vamos —dijo él y se movió para permitirle el paso a _______—. Sam, pórtate bien.
El perro lo miró y dio un gran bostezo.
Antes de que el montacargas se cerrara se oyó un revuelo en el pasillo.
—¡Harry, espera!
Una pareja joven corrió hasta ellos.
—¡Mónica, Jessie! ¿Cómo estáis?
—Bien, veo que vais al partido —dijo el hombre al observar sus atuendos—. Nosotros también.
—Así es. —Pasó su brazo por el hombro de _______—. Unos amigos nos consiguieron las entradas.
—Hola, _______. Los señores McKey nos comentaron que vivías en el loft de Harry —dijo Mónica y la saludó con un beso en la mejilla—. Mi nombre es Mónica y éste es Jessie, mi marido. —Jessie estrechó la mano delgada de _______ con fuerza.
—Un placer conoceros —dijo con una sonrisa.
—¡Qué novia más bonita te has conseguido, detective! —dijo Jessie mientras le guiñaba el ojo.
—¿Verdad que sí? —respondió Harry y la apretó contra él.
_______ reprimió las ganas de darle un pisotón solo porque tenían compañía. Se lo reservaría para cuando estuvieran a solas.
—Podemos ir en nuestro coche, si queréis —sugirió Jessie mientras abandonaban el edificio—. Después de todo, vamos al mismo lugar.
—¿Qué dices, cariño? —Harry tenía una sonrisa de oreja a oreja instalada en su rostro.
_______ le lanzó una mirada asesina.
—Por mí está bien, cariño —dijo y exageró la última palabra.
—Subid entonces —gritó Mónica mientras abría la puerta del acompañante.
Harry se dio prisa y abrió para ella la puerta ubicada detrás del conductor.
_______ entró sin siquiera mirarlo y se sentó en un rincón con los brazos cruzados. Él rodeó la parte trasera del automóvil y se acomodó a su lado.
—¿Cuánto tiempo hace que eres novia de Harry? —preguntó Mónica mientras se daba la vuelta.
_______ miró a Harry y le hizo señas para que respondiera él a su pregunta; después de todo la idea de inventar que tenían una relación amorosa había sido suya.
—Un par de meses.
—¿Y ya habéis decidido probar la convivencia?
—Así es. —Miró a _______ y le tomó la mano; ella intentó que no lo hiciera, pero no pudo hacer nada cuando Harry se la llevó a la boca y la besó—. _______ y yo no queremos vivir ni un minuto separados.
Los ojos negros de Mónica se abrieron asombrados.
—¡Qué romántico! —Miró de reojo a su esposo que estaba concentrado en conducir—. Jessie y yo pensábamos lo mismo cuando nos casamos, luego tuvimos a nuestra pequeña Priscilla y las cosas cambian cuando llegan los hijos —dijo con tono melancólico.
—Supongo que sí —respondió _______ y trato de soltar su mano.
—Tú y Jessie hacéis una pareja estupenda —comentó Harry y apretó más fuerte la mano de _______.
—También _______ y tú.
Sus ojos se encontraron y por un instante, solo por un instante, creyeron que lo que Mónica acababa de decirles era verdad. Estaban fingiendo que estaban enamorados y sin embargo parecía que había poco de engaño detrás de aquella farsa. ¿Acaso los demás veían lo que ellos no? ¿Estarían tan ciegos como para no aceptar que lo que los unía era más que el deseo y la necesidad de proteger y ser protegida?
_______ se preguntó qué pasaría por la cabeza de Harry en aquel momento mientras sus ojos verdes perforaban los suyos.
Harry se moría por descubrir qué se escondía detrás de aquella mirada castaña cada vez que posaba sus ojos en él. Deseaba conocer cuáles eran los sentimientos de _______, comprobar si eran iguales a los suyos.
—Hemos llegado —la voz chillona de Jessie los trajo de nuevo a la realidad.
_______ logró zafarse de la mano de Harry cuando el automóvil se detuvo. Se bajó antes de que él pudiera protestar. Ya fuera, él se acercó por detrás y la sujetó de la cintura.
—No olvides que somos novios y que hacemos una pareja estupenda —le susurró él al oído.
—No lo olvido —le respondió ella e intentó, al menos, poner un poco de distancia entre su espalda y el pecho de Harry.
Los cuatro caminaron hacia una de las entradas laterales del estadio en medio de una gran masa de público. Harry seguía sujetándola de la cintura a medida que avanzaban y _______ solo deseaba que aquella tortura llegara a su fin lo antes posible. Fingir que tenía una relación con Harry Styles se estaba conviniendo en un arma de doble filo para ambos. Sentía que, en cuanto se quitaran las mascaras, la ficción superaría ampliamente a la realidad.
No había nada que ella pudiera hacer para evitar lo que sucedería si seguían con aquel juego. Lanzó un suspiro, la verdad era que tampoco quería hacerlo.
Se acomodó la chaqueta y verificó que el nudo de la corbata estuviera en su lugar. Había ensayado lo que le diría una y mil veces. Aun así, no podía evitar sentirse nervioso. Se secó el sudor de la frente que caía debajo de su gorra de béisbol y dio un par de golpes en la puerta.
Cuando por fin la tuvo enfrente la adrenalina comenzó a correr a través de sus venas. Contó hasta cinco en un intento por calmarse; lo que menos quería era asustarla. Nada podía arruinar aquel momento: su momento.
Saco la identificación y se la mostró.
—Soy Ronnie Walter, trabajo para la Comisión de los Derechos de los Animales. —Había repetido aquellas palabras tantas veces en su cabeza que hasta podía llegar a creer que lo era realmente.
—¿Qué desea? —preguntó la joven escudada detrás de la puerta.
—Estamos realizando una encuesta a todas las personas que tienen mascotas. —Le sonrió—. ¿Un perro, un gato o un canario tal vez?
—Tengo un perro. Se llama Bongo —respondió con recelo.
—Bonito nombre. —Sacó unos papeles del maletín que había dejado en el suelo—. Me gustaría hacerle unas preguntas, señorita...
—Lisa Rogers.
Sabía muy bien cuál era su nombre, solo deseaba que ella se lo dijera.
—Muy bien, señorita Rogers. No querría robarle su tiempo, pero debo hacer mi trabajo. Sé que la mayoría de las veces solo molesto y la gente tiene razón en poner mala cara cuando llamo y les digo que quiero hacer unas cuantas preguntas.
Ella asintió y lentamente abrió la puerta.
—¿No nos hemos visto antes? —preguntó cuando lo miró mejor. Pero la gorra que cubría casi la mitad de su rostro no dejaba mucho para ver.
—¿Quién sabe? ¡Quizá nos conocimos en otra vida!
Lisa Rogers esbozo una sonrisa tibia.
—¿Le llevarán mucho tiempo sus preguntas, señor Walter?
—Unos cuantos minutos, Lisa. —Apoyó el brazo en el marco de la puerta—. Puedes llamarme Ronnie.
Ella se sonrojó.
—Si realmente te molesta que haga esto, solo dímelo. Puedo decir que no encontré a nadie en casa y...
—No, tienes razón. Solo haces tu trabajo. —Abrió más la puerta—. Ven, pasa. ¿Te gustaría tomar algo fresco? Tengo té helado recién preparado.
Una sonrisa plena de satisfacción se instaló en su rostro mientras entraba.
—Me encantaría...
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