Prisas

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El tiempo corre, se escurre entre mis dedos. Tengo que llegar rápido. No soy capaz. No dejo de intentarlo. No paro. Acelero. Cada vez mi objetivo está más cerca, pero no lo suficiente. Jadeo. El aire no me llega. Intento dar bocanadas más profundas. No es suficiente. Me atraganto. Pierdo velocidad. Toso. No paro. Una flor. Otra. Es un bosque. Está lleno de mimosas. Su polen me hace llorar y toser. No veo nada. Sigo. Una raíz sale del suelo. Vuelo. Doy un par de vueltas por el suelo, creo que me he roto una costilla. No importa. Estoy cerca. Lo noto. Me levanto y sigo corriendo. Ya casi estoy. Queda poco. Tengo que aguantar... Aparece un río. No me fijo. Me tiro de cabeza. Me doy contra el fondo. Creo que sangro. Estoy sediento, pero no tengo tiempo que perder. No bebo y sigo adelante. Cada vez queda menos. YA LA VEO!!! Allá está mi casa. Allí me está esperando ella. Lo doy todo. No puedo más, pero estoy muy cerca. Está ahí, al alcance de mi mano. Un poco más. Llego. Me ve. Viene corriendo hacia mí. Sonrío. Casi no tengo fuerzas, ya solo camino. Algo reluce en su mano. Cuando me fijo en ese detalle, ya está muy cerca.

Fuera de aquí!!!!!- grita. Me doy la vuelta, pero no veo a nadie. Cuando me vuelvo a girar, se mueve muy rápido. Yo no lo soy lo suficiente. Algo se me clava en el pecho. La mano ya no le reluce, pero de mi corazón sale el mango de un cuchillo y sangre. Mucha sangre. Solo entonces entiendo lo que acaba de pasar. Y lloro. Las lágrimas caen en la herida y me escuece, pero no me importa, porque todo ha sido culpa mía. Por no tomármelo con más calma. Por pensar que ella se iría sin mí. Por no pararme a oler las mimosas, por no admirar las hojas caídas y así ver la raíz que sobresalía. Por sentir sed y no saciarla con el agua del río. Todo por no pensar.

Me despierto. Todavía recuerdo el sueño. Lloro. Lo hago de nuevo, pero esta vez, es de alegría. Alegría por haberme dado cuenta a tiempo. Alegría por estar vivo. Alegría por tener la oportunidad de cambiar. Cambiar antes de que las mimosas dejen de estar en flor, antes de que el río se seque, antes de quedarme sin fuerzas para decirle "Te quiero" con los brazos abriertos y una sonrisa en la boca.

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