Sailor Hulk.

156 8 35
                                    


Tipo: One shot Frerard.

Personajes: Frank y Gerard.

Modo: unitario.

El despertador suena, desesperante y chirriante, incluso antes de que su horario destinado llegue..

En un breve momento antes de que termine por volverme loco el chirrido Lo apago de un manotazo, logrando tirarlo al suelo, y sin muchos lamentos doy por terminada su corta vida útil.

No importa, se lo merecía.

No sé como pero aunque me esfuerce por llegar temprano, mi falta de suerte siempre me genera contratiempos: o el autobús se queda a medio camino o el tren descarrila o todas las alineaciones posibles de subte colisionan en mi contra.

En mi DNI debería estar incluido una cedula que diga "Frank Iero, 23 años, Impuntual serial."

Cuando logro despabilarme, corro hacia el día que me espera. El camino a clases nunca pareció más lento y arduo, sin embargo lo vale porque es mi última vez siendo ayudante de catedra. La asistencia perfecta lo amerita, y el esfuerzo por levantarme todos los días a las 5 am por un año entero también.

Cuando llego al estacionamiento de la universidad miro alarmado el coche rojo estacionado en la entrada. Casi a propósito. ¿Cómo es que nunca llegaba antes que él?

Salgo corriendo a toda velocidad antes de soportar otra escandalosa y vergonzosa reprimenda del profesor Way.

Mi tarea consistía en ayudar a un profesor de la carrera de arte y diseño por al menos cien horas antes de recibir mi diploma de fin de curso. Aunque inicialmente mi mente recreo la imagen acústica y mental de un señor de unos ochenta años caminando arrogante mientras me daba un centenar de libros para leer, todo había sido bastante diferente a lo que esperaba. El profesor que me asignaron estaba lejos de ser octogenario, estaba seguro de que apenas llegaba a los treinta (aunque después descubrí que si los tenia pero no los aparentaba).

Gerard Arthur era sorprendentemente extraordinario en un extraño modo.

La manera en que no parecía ser nada de lo que era, captaba la atención de cualquiera. Era un hombre, uno extraño y maduro, pero tenía cara infantil adornada con un cabello pelirrojo chillón, una palidez casi traslucida y uniforme. Piernas largas y femeninas.

La gente siempre estaba hablando de él sobre asuntos que casi nunca eran ciertos, pero no importaba, todo era válido para saber un poco más sobre aquel ser que nunca hablaba de sí mismo. Todo lo que se sabía era de su trabajo y obra.

No estaba bien que yo lo diga, pero a veces me avergonzaba estar cerca suyo. Era, después de todo bastante arrogante y al parecer despertar temprano no fomentaba en nada su buen humor. Fui testigo de cómo echaba a varios alumnos que llegaban después de él o a los que no cumplían en día las tareas que él le daba. Y créanme, ser echados por Gerard no era lindo, aunque él si fuera lindo.

Enojado era un demonio.

Aunque Gerard Arthur no terminaba por gustarme, había llegado a acostumbrarme a él y no sabía muy bien como sentirme al respecto, tampoco me repelía. No del todo. Me veía obligado a observarlo mientras hablaba y se desplazaba por todo el salón. Tenía una forma de ser que lograba obligarte a que le prestes atención a todo lo que hacía: contaba con la misma integridad las leyes de la Gestalt rigen la percepción de la imagen hasta como su madre lo obligaba a ir a almorzar con ella y no pudo ir a una exposición de comics.

No había términos medios con él. Era muy inteligente, muy nerd, muy listo y malévolo.

Muy todo.

Serie de one-shots. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora