capitulo 2- Pagar en el infierno

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Frannie

Resulta que soy un poco despreocupada, y básicamente inútil en el laboratorio

de física. Por suerte, mi compañero de laboratorio, Carter, es un chiflado obsesivo

con la ciencia que por lo general, quiere hacer todo en el laboratorio él sólo. Así

que hoy coloqué mis codos fuera de su camino, y lo dejé salirse con la suya con la

placa de circuito. Carter empuja hacia arriba sus gafas, dando la sensación de madre

protectora, mientras estoy sentada, preguntándome como sería si Luc apareciera de la

nada y me convirtiera en papilla. Lo que nunca me ha pasado. Con nadie.

Vigilo lo que Carter está haciendo, porque no es tan inteligente como cree que es, y de vez

en cuando arriesgo mi vida y mi integridad física metiendo la mano para arreglar sus

desbarajustes. Pero al final del laboratorio, miro mi texto, y me doy cuenta que he escrito

por todas partes "Luc", en lugar de "ohms". Con pluma. Esto es malo.

A pesar de mis mejores esfuerzos, me encuentro casi corriendo a mi taquilla después de dos

horas de laboratorio. Pero, cuando giro la esquina, siento una mano en mi hombro. Me doy

la vuelta y encuentro a Ryan Keefe, o Reefer para sus amigos. Se estira, demasiado cerca, y

se queda mirándome. Entonces sus labios se curvan en una sonrisa torcida, y sé lo que

viene.

—Hey, tú —dice, apartando su largo pelo marrón de la cara con su mano.

Me deslizo de donde él intenta atraparme contra la pared. —Hey, Ref. ¿Qué pasa?

Apoya su bajo y fornido cuerpo contra la pared y echa un vistazo por el pasillo a su equipo,

que está de pie cerca a la puerta de la cafetería. —Queremos que regreses —dice con la

barbilla sobresaliendo.

Me doy la vuelta y empiezo a alejarme, fingiendo que no hace que se me acelere el pulso.

—No va a pasar.

Atrapa mi brazo contra la pared. —Quiero que regreses —dice, en voz baja.

Vacilo el tiempo suficiente como para tomar una profunda respiración antes de girarme

hacia él. Cuando lo hago, intento mantener mi dura expresión, pero siento que mi corazón

se derrite cuando veo esos grandes ojos color marrón fangoso. —Escucha, Ryan. Es por mi...

no es por ti, realmente. —Me derrumbo cuando me doy cuenta de lo poco convincente

que suena, pero es la verdad.

Cae contra la pared, y se ve enfermo. —Genial. El discurso de "no es por ti, es por mi". Justo

lo que todo hombre quiere escuchar.

—Lo siento, pero es así. Por mi, quiero decir... no por ti.

Puedo ver que disimula su frustración. —¿Por qué? ¿Por qué es por ti?

—No lo sé. Supongo que no busco una verdadera relación.

Su sonrisa es dudosa. —Estaría de acuerdo con eso. Sin ataduras —dice, como si pensara

Demonios personalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora