Estaba tirando piedras a tu ventana y era más de media noche.
Asomaste tu rostro por la ventana, debajo de la luna parecías un ángel disfrazado, sonreíste y es lo único que me importaba en ese momento realmente.
-Gordon Clifford, ¿Qué haces ahí parado? La gente normal duerme a esta hora.
Reí, tenías la costumbre de llamarme Gordon cuando algo no te parecía. Rasqué mi nuca con desesperación.
-Necesitaba verte -dije.
-¿Y por qué?
-Sólo era una necesidad -ambos susurrabamos-, ven aquí.
-No lo haré, mañana tengo escuela.
-El mañana es incierto, tal vez cancelan las clases de último minuto y tú decidiste no pasar la noche viendo las estrellas conmigo, te puedes arrepentir -me encogí de hombros y tú reíste bajo.
Tu risa era pura gloria, podría escucharla día y noche y aún así no me cansaría, podría grabarla y en lugar de escuchar música, escucharía tu risa, porque así me tenías, me tenías envuelto al rededor de tu dedo.
-Largo, Mike -tu tono era divertido, lo que me dijo estabas a punto de ceder.
-Vamos, sólo serán unos minutos.
-Nop -negaste sonriendo, ya casi.
-¿Unos segundos? -Junté ambas manos para rogar.
Te quedaste pensativa. Me senté en el césped porque sabía bajarías.
-Atrápame.
Sonreí. Me levanté rápido para antes de que cambiaras de opinión, me posicioné debajo de la ventana y tú temblorosa te dejaste caer, pero la velocidad y tu peso no fueron la combinación perfecta, por lo que me balanceé y caí de espalda, pero contigo en mis brazos.
-Me tienes -susurraste cerca de mis labios.
-Siempre.
Llevabas un short rosa pastel de algodón, una blusa de tirantes blanca y unas pantunflas blancas, eras perfecta.
-No puedo descifrar qué es más oscuro, la noche o tu cabello.
-Mi cabello no tiene estrellas.
-Aún así es mi mejor vista. ¿Nuestra playa?
-Mike, llevo pantunflas.
-Y luces hermosa.
Me puse de rodillas y extendí mi mano para que aceptaras, lo hiciste. Corrimos, media noche por las calles frías y fuimos a la playa, nos gustaba hacerlo, hacer planes para nuestro futuro.
Nos sentamos en la arena, pasé mi brazo por tu hombro para brindarte calor, me miraste y yo hice lo mismo. Nuestra melodía favorita eran las olas que chocaban entre sí.
-¿Cómo es que tengo tanta suerte?
-¿Sobre qué?
-Sobre ti. Mírame, no creo tener nada bueno a exepción de ti.
-No digas eso.
-Es la verdad. Quiero que termines ya tu carrera para podernos ir, quiero estar lejos, aislado de todo y todos, sólo quiero estar contigo.
-Y yo contigo -prometiste.
Aún nos miramos a los ojos, me acerqué a tu rostro, a tus labios para unirlos en un perfecto trato. Empujé tu cabello hacia atrás para acariciar tu cuello, eras tersa, tu piel siempre estaba tibia, eso me agradaba.
-Hey, te amo -te mencioné seguro.
-Yo te amo a ti -respondiste.
Fuiste mía por una noche.
*
Ahora estoy de pie a la luz de la luna en nuestra playa en Santa Cruz, es media noche y estoy sin ti. Estoy gritando con fuerzas a todo pulmón, y aún así no puedes oírme. Decidiste tomar el avión que te llevó lejos de mí, decidiste dejar nuestros planes por una beca en el otro lado del mundo, nos prometimos todo, ¿Por qué lo olvidaste? Supiste cómo hacerlo, supiste cómo dejarme. Y yo no supe cómo decir adiós, y no podré hacerlo.-----
Este es un os que se me ocurrió a altas horas de la noche mientras escuchaba la canción de WAYF, omg, lloré como Magdalena. Espero les guste y díganme si quisieran que fuera una novela, la escribiría con gusto y evidentemente sería más larga y detallada♡