Perrie esta cansada de su vida llena de miserias, y desea fuertemente poder regresar en el tiempo para cambiar errores que cometió y evitar horribles sucesos que la han marcado de por vida, sin saber que tiene una pequeña condición cerebral con gran...
"Los apetitos más violentos de toda criatura son la lujuria y el hambre. El primero es el impulso perpetuo por continuar la especie, y el segundo por sobrevivir."
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La depresión, según los especialistas, es una enfermedad o trastorno psicológico caracterizada por una profunda tristeza, decaimiento anímico, baja autoestima, pérdida de interés por todo y disminución de las funciones psíquicas; pero, para ti ¿qué es la depresión?
Para Perrie, la depresión no es llorar fuertemente mientras que alguien te abraza y te susurra palabras de aliento. No, para ella, es como un monstruo oscuro, silencioso y enorme que te atrapa sin que tu te des cuenta y consume todas tus ganas, fuerzas y esperanzas, pedazo a pedazo.
El monstruo silencioso es el causante de tu decaimiento, pero te hace pensar que tu eres el único culpable. Hace que te aferres a memorias pasadas de tu vida que te llevaron a ser consumido por el monstruo y te deja sin escapatoria.
Este monstruo te consume agonizantemente lento. Al principio no lo notas, pero de a poco sientes como ya no cantas en la regadera ni bailas al compás de tu canción favorita; en pocas palabras, has perdido tus ganas de vivir.
Si, puede que ambas definiciones sean similares, pero las diferencia la presencia de esa bestia silenciosa. Perrie podía sentir claramente las frías manos de esa terrible bestia dentro de su pecho, devorándola muy lento.
Pero simplemente no encontró la fuerza de voluntad necesaria para salir de ese oscuro abismo en el que esta atrapada desde aquella horrible noche de Abril.
( ... )
-Perrie, cariño. ¿Podrías atender la mesa 5 por mi?- preguntó Marie, su compañera de trabajo, con un tono un tanto... hipócrita; esta llevaba una bandeja con diversas bebidas encima. Nada difícil.
-Claro.- Se limitó a contestar secamente, no sin antes murmurar un no tan discreto: "perra".
-¿Cómo me llamaste?- cuestionó molesta la castaña.
Perrie rodó los ojos.
-Aparte de perra, sorda.- soltó una pequeña risa al tiempo que se acercaba a la mesa indicada con su libreta y pluma en mano, Marie se mantuvo murmurando un sin fin de tonterías mientras atendía a la clientela de mala gana.
Dos años. Tenían trabajando juntas dos años y aún no se soportaban. Cuando Perrie tenía 19 años y se fue de casa de sus padres, se vio en la necesidad de conseguir un empleo, y el único lugar dispuesto a contratar a una joven sin experiencia laboral alguna, fue ese pequeño y triste bar al centro de la ciudad, donde por supuesto, Marie trabajaba. Desde la primera vez que Perrie vio a Marie, supo que su relación seria caótica, ya que la castaña es muy superficial, cosa que la blonda odia en una persona.
-No tiene el mejor humor de todos ¿no es así?- le preguntó un joven, que al observarlo inmediatamente le identificó como el chico de la pelea de la otra noche, el que la dejó inconsciente. Este era joven, como de unos 22 años, piel blanca, cabellos castaños peinados en un flequillo de lado sobre su frente y hermosos ojos azules.
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