Brooklyn Baby ~ Niall Horan.

Capítulo 8.

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Su apartamento no era nada de lo que yo imaginaba.

Mis ojos recorren la habitación en donde me encuentro: los sillones son grises, muebles completamente negros y sin una pizca de polvo; completamente brillantes. Las paredes eran blancas, casi grises; había varios cuadros en la pared pero ninguno daba a conocer a algún miembro de su familia. O a él.

- ¿Ya dejaste de admirar mi territorio?- dijo, suprimiendo una risa.

Volteo a verlo y siento que me falta la respiración cuando me doy cuenta que estoy demasiado cerca de él, y su respiración acaricia mi piel deliciosamente.

Retrocedo varios pasos, evitando la mirada de esos ojos azules tan intensos.

- Lo siento - entrelazo los dedos de mis manos y comienzo a jugar con mis pulgares.

- Toma asiento. Iré a dejar mis cosas a otro lado, ¿quieres algo de tomar?

- N-no gracias, estoy bien.

Niall asiente y desaparece por el pasillo que supongo, lleva a su habitación. Me quedo parada en medio de su sala de estar y me siento rápidamente en el sillón que se encuentra a mis espaldas.

Mi mirada se enfoca a un mueble en particular, hay un cajón con una cerradura.

¿Quién tiene un cajón así?

Mis ojos recorren la sala de estar en busca de cualquier lugar donde pueda haber llaves pero mi búsqueda es interrumpida por Niall entrando a la cocina, tarareando una canción. De un momento a otro me vuelvo a sentir tímida en su presencia e intento no mirarlo mucho, aunque sé que se está moviendo y haciendo quién sabe qué en la cocina.

- ¡Ahhhh! - exhala Niall, lo miro y acaba de terminarse un vaso de agua.

Me mira y me guiña un ojo, se acerca hacia dónde estoy sentada y toma uno de los bancos que se encuentran en la barra de su cocina. Toma asiento y lo único que nos separa es una mesa de centro.

- Te escucho - dice, apoyando sus brazos en sus piernas, haciéndose un poco hacia adelante.

Tomo una bocanada de aire y le cuento desde la clase de Ética hasta la plática  que tuve con Cara y mi viaje a su apartamento. Trato de no mirarlo mucho a los ojos porque, a decir verdad, la culpa me está matando y cuando lo hago, me encuentro con el ceño fruncido de Niall; él no despega su mirada de mí en ningún momento.

- ... Y siento mucho lo que dije, no lo hice con la intención de ofenderte; estaba sorprendida y pues, sí, ejem... Creo que, yo, lo siento - respiro profundo y alzo la mirada poco a poco, Niall no me dice nada.

- ¿Estás molesto?

Nada.

- ¿Niall? - sigue sin apartar su mirada de la mía, inclina la cabeza un poco y sus labios se separan, como si fuera a hablar y yo deseo que me hable, quiero saber que estamos bien y salir de aquí.

Se quita la gorra que trae puesta, dejando salir su cabellera azul turquesa, Dios mío.

- ¿Crees que debería cambiarme el color de mi cabello? - dijo, tomando unos mechones en sus manos - Estaba pensando que me vendría bien ser rubio.