Estoy llendo al trabajo en mi auto mientras escucho la radio, hay pocas cosas que me gusten mas que manejar y escuchar musica. Desde que era chica me gustaba hacerlo, siempre me ponía a pensar y a crear historias mientras miraba por la ventanilla, sonaban todo tipo de canciones pero me gustaban las que no tenían letra porque me ayudaba a concentrarme en la nada y poder crear mis historias.
Estoy a punto de llegar y otra vez me perdí pero no justamente en las calles... sino que en mi imaginacion, básicamente estaba soñando despierta cuando abrí los ojos y me doy cuenta de que estaba por pasar aquel semáforo lleno de nieve en rojo. Aunque no pasan muchos autos es preferible esperar a mi turno.
Cuando llegue al trabajo continúe pensando en esa locura que se me había ocurrido mientras conducía hasta que mi jefe me interrumpió
-Michelle por favor llama a mi esposa y dile que llegare tarde a cenar, tengo una junta importante con el gobernador- dice mi jefe mientras se pone su elegante saco y ajusta su corbata
-¿quiere que le diga algo mas señor?
-no michelle gracias, eso es todo, cuando termines ese papeleo puedes irte- dice desde la puerta justo antes de abrirla e irse
Inmediatamente llame a su esposa y le di el mensaje del señor Gomez, termine de hacer el poco papeleo que tenia y a tan sólo 40 minutos de entrar en mi turno ya estaba volviendo para mi casa, creo que tardo mas en llegar hasta aqui pensé y se me escapo una sonrisa
Durante todo el camino a mi casa no pare de pensar en eso que ya casi me estaba atormentando ¿podre hacerlo? ¿yo? pero yo soy una persona común, no soy como los personajes de los libros que leo. Sin darme cuenta llegue, frene en el garage, me puse tres camperas, si hace mucho frío, parecía un esquimal con tanta ropa encima y luego de eso entre a mi casa, encendí la chimenea y puse mis manos temblorosas cerca de ella , cuando se me fue el frío me puse a preparan chocolate y mientras este se calentaba me senté en una silla del comedor y me quede mirando como esos minúsculos copos de nieve caían. es increíble como cosas tan pequeñas pueden hacerse un manto tan grande, como si fuera un gran manto de seda sobre el suelo. Luego de esperar unos pocos minutos el chocolate estaba listo, lo puse en una taza y me senté en la misma silla con la taza entre mis manos acercándola a mi boca esporádicamente para dar pequeños sorbos mientras no paraba de pensar en aquella locura que se me ocurrió camino al trabajo.
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Ash
AdventureMichelle Grin es una joven escritora de 27 años que se propuso como meta escribir la mejor historia de toda su carrera hasta ese entonces, los problemas llegan cuando no sabe de que escribir. Ella decide emprender una aventura buscando inspiración p...