- Capítulo cinco -

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Fue un día agotador, estaba cansada y llena de polvo, pero por fin la planta baja estaba en orden, nos sobraba bastante espacio y muchas habitaciones quedaron vacías o con muy pocas cosas. En la parte de arriba había más de diez recámaras, yo escogí la habitación del fondo, ya que era la que tenía la mejor vista al jardín; era bastante grande para mi gusto, el piso era de madera y las paredes color crema tenían hermosos grabados dorados, en el techo había dos maravillosas lámparas colgantes, el baño estaba grande, tenía tina y regadera, el closet era tan amplio que nunca lo llenaría... pero lo que más me gustó, fue aquel balcón lleno de gardenias.

Ya era de noche y todavía no terminaba de acomodar todas mis cosas, no estaba acostumbrada a estar en un espacio muy grande y ahora no sabía cómo hacer para que no se viera tan vacía mi alcoba. Desde que entré, sentí que alguien me veía, era como si algo vigilara cada uno de mis movimientos, y repetidas veces, volteaba a ver si no había nadie.

—Sal de ahí, fantasma acosador —lo dije en un tono burlón —, creo que eso de mudarnos a una mansión con un aire macabro, me estaba afectando.

Cuando terminé de acomodar mis cosas me recosté en la cama y comencé a pensar en todo lo que estaba viviendo, no podía creer que un acontecimiento de esa magnitud le había dado un giro a mi vida. La luz de la Luna iluminaba toda mi habitación, y yo jugueteaba con aquel dije de lobo.

—Que piedra tan misteriosa. —Estaba contemplando el brillo que le daba la Luna a aquel amuleto extraño.

Por un instante, sentí el impulso de voltear hacia la ventana del balcón, y me pareció ver que alguien estaba afuera. Muy despacio me levanté y tomé lo primero que encontré en la mesita de noche que esta junto a mi cama.

En hora buena coges el libro de bioquímica, eres patética, Asiria, pensé y maldije mientras me dirigía a la ventana.

Antes de abrir la ventana, sentí que mi corazón se salía de mi pecho, comencé a sudar y me temblaban las manos, muy en el fondo sabía que alguien estaba del otro lado. Por un momento me arrepentí, pero quería arriesgarme, así que abrí de golpe la ventana y levanté el libro en modo de defensa. No había nada... pero en ese momento me invadieron sensaciones horribles, sentí como mi piel se comenzó a erizar, un frío espectral se apoderó de mí y me costaba trabajo respirar, lo admito... estaba un poco asustada. Rápidamente cerré la ventana y me dirigí de nuevo a la cama.

—Tranquila, de seguro fue la sombra de algún pájaro. —Inhalé muy hondo para tranquilizar mi respiración—. Se objetiva, Asiria, una persona no puede escalar hasta aquí y desaparecer en segundos, es algo absurdo pensar en "entes malignos".

—Asiria... ten cuidado. —El viento me susurraba al oído, mientras corría.

—¿De qué? —Me detuve un momento para descansar un poco—. ¿Quién me quiere hacer daño?

—Él...

—¿Quién es "Él"? —Estaba muy sofocada y me costaba trabajo terminar las palabras.

—Yo soy Él, estúpida, y pagarás por lo que me hizo la maldita de tu abuela —lo dijo una voz llena de furia.

Cuando lo vi, la sombra se acercaba a mí y yo no me podía mover, mis piernas no reaccionaban, sentía que mi corazón se iba a detener en cualquier momento y la oscuridad cada vez se hacía más espesa, junto al viento que soplaba cada vez más fuerte.

—¡Aléjate! —lo dije mientras las lágrimas corrían por mis mejillas—. Déjame en paz.

—Ahora sólo es un sueño, engendro, pero no siempre será así. —Sentí que oprimía mi cuello.

Desperté muy agitada, tenía un fuerte dolor en el pecho y me costaba trabajo respirar. Mientras tomaba un poco de agua, sentí cómo el aire se colaba de algún lado, observé a mi alrededor y todo parecía estar normal, excepto que... la ventana estaba abierta.

¿No se supone que te dejé cerrada? Asiria, te estás volviendo loca. Pensé, mientras me levantaba a cerrarla.

Los rayos del sol que entraban por la ventana, acariciaban mi cara, me levanté un poco antes para poder contemplar la vista que gozaba mi habitación; todo se veía más verde y el olor de las gardenias y rosas era delicioso, aunque nuestro jardín no estaba tan cuidado como el de los escasos vecinos que teníamos, aun así se veía hermoso. A lo lejos, se alcanzaba a apreciar un pequeño bosque, era bello y tenía un toque misterioso. Después me un rato, tuve que alistarme para bajar a desayunar.

—¿Cómo estuvo su noche, amores? —Rompió el silencio mamá, mientras servía zumo de naranja.

—De maravilla —respondió Victoria con un cubo de papaya en la boca.

—¿Y tú, Asiria? No te veo tan feliz. —Me veía fijamente mientras untaba mermelada en su pan.

—Pues he tenido noches mejores, me pareció ver que alguien en el balcón, pero no fue nada.

—Tal vez fue el fantasma de aquí —interrumpió Victoria con tono burlón.

—Esas cosas no existen. —Me reí sarcásticamente—. Sólo fue un pájaro.

***

Las clases en la universidad se pasaron volando, realmente disfrutaba la carrera de bioquímica, desde cálculo diferencial hasta toxicología, era una chica de ciencia y me apasionaba todo lo que estaba relacionado con ella. El semestre estaba por terminar y en unos cuantos días tendría dos largos meses de vacaciones, no me gustaba del todo la idea, pero bueno, no podía hacer nada.

Cuando llegué a casa, saludé a mi hermana y a la señora que nos ayudaría. Tenía que hacer un proyecto muy largo para una calificación final, así que me pasé toda la tarde encerrada en mi habitación, leyendo e investigando.

El bisfenol-A es un compuesto químico capaz de unirse a los receptores de estrógeno de tipo y β. Se usa mayormente para producir policarbonatos y resinas epódicas y puede encontrarse por ejemplo en los revestimientos de envases plásticos. El calor o el contacto con compuestos ácidos y...—repetía en voz alta, hasta que escuché que alguien abrió la puerta.

Me levanté de inmediato y comencé a buscar a Victoria, que como de costumbre me quería jugar una broma.

—Victoria, deja de esconderte. —Comencé a buscarla por toda la habitación.

Entré al baño y al closet, busqué hasta debajo de la cama, pero nada. Por último, abrí la ventana del balcón y segundos después escuché un fuerte estruendo, volteé de inmediato y para mi sorpresa todos mis libros estaban en el piso.

—¡Victoria! ¡Cuando regrese mamá, sabrá de esto! —lo grité con un tono molesto y comencé a levantar todo ese desastre.

Antes de levantarme, sentí que alguien estaba detrás de mí y nuevamente sentí escalofríos, pero no como los de antes, estos eran más intensos. Lentamente me levanté con los ojos cerrados, mis manos me temblaban y mi respiración se comenzaba a acelerar, y sentía cómo las gotas heladas de sudor se deslizaban por mi frente, claramente percibí que una mano apretaba mi hombro, un frío brutal se comenzó a apoderar de mi cuerpo, podía escuchar los latidos de mi corazón que cada vez iban más rápido. Aquella mano comenzó a apretar más y más fuerte mi hombro, sentía un ardor horrible y era como si mi hueso poco a poco se fuera desmoronando, gritaba, pero mi boca no emitía ningún sonido...

—Asiria, ya es hora de merendar. —Por fortuna, Victoria entró y aquella sensación se desvaneció por completo—. Asiria, por lo menos contéstame —lo dijo mientras me daba un pequeño golpe en la espalda.

—Eh... sí, ya voy. —Una voz ronca y llena de miedo, salió de mi interior.


Psicofonías de medianoche©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora