The DARK Soul (Undertale & Tú / Genocida)

Capítulo uno.

Capítulo uno: “Ayuda”.

____'s Point of view.

Mis ojos se abrieron lentamente, la oscuridad rodeaba el lugar, había caído sobre un raro lecho de flores amarillas, solté un pesado suspiro y rebusqué sobre mis bolsillos aquel cuchillo que para mi suerte, no me había lastimado en mi caída.

Yo no creía que este lugar existía, aunque, ¿qué era exactamente "este lugar"? Estaba completamente vacío y oscuro, recuerdo haber caído desde ese raro monte de la leyenda.

Seguí un camino que me conducía a una gran puerta, la cual crucé pero me encontré nuevamente con oscuridad y otro lecho de flores, ¿Cuál era su obsesión con las putas plantas amarillas? Lastima mis ojos.

No tenía intención de llegar aquí sinceramente, aquella arma la tenía para darle fin a mi vida, por estar aburrida de tantos maltratos, tantos golpes...tanta mierda que vivir cada día, es agobiante ¿o no?

Una flor destacaba por ser de mayor tamaño que las otras, y un rostro particular.

—¡Howdy! Soy Flowey, Flowey la flor—di un paso adelante, pero aún estábamos bastante lejos del otro.

—Que nombre más original, tío—reí ante las palabras dichas, al parecer a la florecita esa le molestó mi comentario.

—Vamos al punto, niñata.

Todo al mi alrededor se colocó blanco y negro, un collar con un dije de color negro o más bien un rojizo extremadamente oscuro apareció atado en mi cuello.

—¿Ves ese corazón?—habló la flor—Pues esa es tu ALMA, la gran culminación de tu ser. Esta comienza siendo débil, pero se pondrá fuerte si consigues mucho LV.

—¿LV?

—¡Amor, por supuesto! Déjame ayudarte dándote... ¡Pétalos amistosos!

Rápidamente unas raras balas color blanco chocaron brutalmente contra el dije, haciéndome caer de sentón.

—IDIOTA. EN ESTE MUNDO ES MATAR Ó MORIR.

Miraba fijamente suelo tratando de tranquilizar mi mente, una gota de sangre cayó sobre mi rodilla, me toqué el labio el cual había sido roto, ya que al caer me lo mordí.

Me rodeó con balas, dejándome sin escapatoria.

Esa fue la gota que derramó el vaso, me levanté bruscamente, tomé el cuchillo y lo lancé de manera feroz. El alcanzó a esquivar mi ataque pero, las balas ya dichas cayeron antes de que pudieran hacerme daño.

—¿Chara? ¿Eres tú?—sus ojos brillaron dulcemente, y yo negué con la cabeza, en parte su actitud me recordaba a mi hermano (el cual padecía de trastorno de doble personalidad): Un lado dulce y tierno, y el otro cruel, vengativo y sediento de sangre, raro, lo sé.