Después de que se presentó, el silencio inundo la habitación.
—¿Y tú?—Decidió volver hablar, ya que no había tenido respuesta de mi parte.
—Mía—Mi voz sonaba débil, odiaba eso.
—Un gusto Mía.—Y nuevamente reino el silencio.
Y empecé a recordar cómo fue que llegue aquí, todo vino a mi cabeza, yo en el baño, el espejo roto, estaba llorando. Se me hizo un nudo en la garganta, y las lágrimas amenazaban con salir.
De repente la puerta se abrió, dejando ver a mi mamá y a otra señora con un capuchino es su manos, ella al darse cuenta que estaba despierta inmediatamente se acercó y me abrazó.
— ¡Despertaste!—Dijo al punto del llanto y agarrando mi mano, que yo aparte inmediatamente. —Lo lamento tanto. —Ahora lo lamentaba, ahora que sabía que lo que le había dicho antes era verdad.—Por favor Mía, entiéndeme.—Esa fue la palabra que hizo que explotará.
— ¡¿Entender que mamá?! ¡¿Qué te burlaste de mí?! ¡¿Que tuviste que llegar a esto para saber que lo que lo que te decía era verdad?!
Ella agachó la cabeza. —No fue así.
— ¡¿Y entonces cómo fue?! ¡Cuando fui por ti a pedirte ayuda solo te reíste!—No hubo respuesta de su parte ya que sabía que lo que decía era verdad. —Vete.—Ella me miró y trató de tocarme.—¡VETE!—En ese momento entraron dos enfermeros.
Se ve que por nuestros gritos vinieron, ellos entendieron que era lo que estaba pasando, uno de ellos se acercó a mi mamá.
—Señora, le vamos a pedir que por favor se retire.
— ¡NO!—Dijo haciendo fuerza mientras uno de los enfermeros la sacan. —¡¡Perdóname por eso!! ¡¡En serio!! ¡¡Mía!!—Empecé a llorar, me dolía, pero ella prefirió creerle a otro hombre y no a su hija, si ella me hubiera creído, yo no estaría aquí.
En ese momento entró un hombre con una bata blanca.
—Hola Mía, soy el doctor Evans, te iba a preguntar sobre qué era lo que había pasado, pero veo que no es el momento ¿no? —Negué con mi cabeza. — Bueno está bien, tu sabrás cuándo es el momento, todos los viernes y marte va a venir la psicóloga, es importante que te sientas a gusto con ella y que confíes, si no te sientes a gusto solo dímelo ¿sí? —Asentí— ¿Alguna duda?
— ¿Cuánto llevo aquí?
—Cinco días. ¿Alguna otra pregunta?—Negué. — Bien, enseguida vendrán a cambiarte la venda. Con permiso, me retiro.
Pasaron segundo, estaba tratando de asociar todo.
— ¿Quieres capuchino?—Me había olvidado que Lucas y la señora seguían en la habitación, pensar que ellos escucharon todo lo que hable con mi mamá me daba vergüenza.
—No, gracias.
— ¿Quieres que te traiga algo de la cafetería linda?—Me ofreció la mujer, yo negué con la cabeza y trate de sonreír pero lo único que salió fue una extraña mueca.
—No, ¡Gracias!—Me acosté dándoles la espalda, paso unos minutos en silencio, estaba por dormirme hasta que hablaron.
— ¿Cuándo crees que lleguen los estudios mamá?
—No lo sé Lucas, pero hay que pensar positivo.
— ¡Pero mamá! Ya han tardado demasiado.
—Lo sé, lo sé, tal vez allá sido que se hallan tardado en tráelos aquí. —Se escuchó que ella se levantó de su asiento. —Ya terminó la hora de visita, mañana vuelvo. —Ella le dio un beso.—Te quiero.
—Yo también.
Se escuchó la puerta y luego nadie más hablo, no se escuchaba nada, solo una mosca que andaba por ahí.
— ¿Lucas cuánto?—Decidí hablar, ya me estaba aburriendo, así era yo, podía estar llorando desconsoladamente y en una depresión terrible y a los dos minutos me podrías ver cantando una canción mientras bailo.
— ¿Qué?—Me di la vuelta para dejar de darle la espalda.
—Tu apellido.
—White.
— ¿Lucas White? ¿En serio? ¿Y tú segundo apellido? ¿Black?
—Hay mucha gente con apellido White.
—Lo sé, como también lo hay con Black, pero es gracioso que su apellido sea el nombre de un color. —Sonreí y también lo hizo.
— ¿Y tú apellido?
—Miller.
—Muy bien señorita Miller ¿Cuántos años tiene?
—16 ¿Tú?
—18. —Después de eso hubo un silencio.
— ¿No hay nada más que hacer? Digo ¿no hay nada para entretenerse?
—Afuera hay una cancha de básquet, y una mesa de ping pong, también una sala de dibujo y pintura y mañana tendremos tele, teníamos pero ahora lo cambiaron por otro.
— ¡Genial! ¿Mañana vayamos a jugar?
—Si quieres.
— ¿Que prefieres? ¿Ping Pong o básquet?
—Básquet ¿Tú?
—Yo soy malísima en los dos, pero soy más mala en básquet que ping pong así que ping pong.
Y así pase el resto del día, conversando con Lucas.
Luego trajeron la cena pero preferí dársela a Lucas ya que no tenia hambre, él acepto con gusto.
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Now and always
Teen FictionAbrí mis ojos lentamente, me costo dos segundo para darme cuenta que dónde estaba no era mi habitación, mire mis manos, estaban vendadas y tenia suero. Estaba en el hospital. ─Hola.─Me sobresalté al escuchar una voz a mi lado, era un chico...