11 de Julio de 1942
Al cabo de unos 20 minutos llegamos a la estación, no es que fuera un momento mágico para mi ni mucho menos, pero tengo que admitir que el poder formar parte del ejército no me desagradava del todo.
Al llegar a la estación un soldado con cara inexpresiva nos indicó como llegar al anden que tenia que cojer yo para ir a los campos de entrenamiento. Antes pero me pidió la documentación y la carta que había recibido.
Al llegar al punto de encuentro vi a varias familias como yo que se estaban despidiendo de sus hijos, sobrinos, hermanos... Al principio me pareció muy triste pero al cabo de un rato me di cuenta de que a lo mejor no era tan malo, ya que muchos chicos estaban empezando a hacer bromas y a charlar.
A las 10 sono el silbato que indicaba que nuestro tren salia, en ese momento me volvió a entrar el pánico y recordé donde me llevaba ese tren y lo que suponía subir en él. Mi padre y mi madre al cabo de dos o tres segundos de sonar el silbato me abrazaron y se despidieron de mi. Mi madre además de darme mil besos, me rogó que volviera. Mi padre en cambio me apartó de mi familia y me pregunto:
-Hijo, se que tu y yo a lo mejor no hemos tenido la mejor relación del mundo, que como padre a lo mejor no he dedicado el tiempo suficiente a estar a tu lado, pero quiero que me hagas una promesa. Que vas a volver vivo de esta guerra para contarme tus azañas y como salvaste al mundo.
Dicho esto me abrazo y acto seguido me dio unas palmadas en la espalda indicando que ya podía subir al tren que me llevaría a los campos de entrenamiento.
ESTÁS LEYENDO
One War
RandomLibro que narra la experiencia de un soldado en la segunda guerra mundial en el año 1942