Ella no era capaz de hablar, nunca fue muy buena en el lenguaje de señas, por eso siempre andaba con una pizarra para expresarse.
Ella llegó a un nuevo instituto, no necesito la pizarra nunca más. En ese lugar las personas rara vez hablaban con ella, se limitaban a darle vagas sonrisas de vez en cuando... No era suficiente.
Ella comúnmente escuchaba gritos en su casa o chismes sobre ella, las personas a veces olvidaban que no era sorda.
Y cuando los gritos iniciaban ella sólo quería gritar, hacer que aquellas voces se callaran. Pero eso no iba a suceder, porque nadie nunca se detenía a ver si se había hecho daño, o si estaba llorando.
Entonces ella escribió una canción, no poseía letra, al igual que ella sólo era una tenue melodía. Y en ella expresaba todo lo que era, pero nadie nunca la escuchó.
Así que ella subió a un tejado, y lloró. Lloró en silencio, como nunca lo había hecho, y desde ahí quiso gritar, se acercó demasiado al borde y terminó por caer.
Y ella desapareció, al igual que la melodía, al igual que los gritos, al igual que un día lo hizo su voz.
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Relatos de medianoche
Short StoryNada más que la expresión de esa idea confusa que toma forma y es imposible de acallar... hasta que la escribes.