Su Ruidoso Mundo

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Estación de Policía
New York City

Era cerca de la media noche. La oscura habitación era fría y estaba en completo silencio. Solo se escuchaba el sonido de un bolígrafo repiqueteando contra una superficie de metal y el de esposas siendo movidas de arriba a abajo por el que las tenía puestas. Solo habían dos personas en esa sala de interrogatorio y solo habían tres personas mirando desde el cristal oscuro detrás de ellos.

   El detective Jeremy Milles, leía con ojos cansados los papeles, que había sacado hacía poco de un folleto crema, sobre el escritorio en el que estaba mientras golpeaba de forma nerviosa con su bolígrafo el metal de este. En frente de él, al otro lado del escritorio, estaba sentada descuidadamente una chica castaña. Jugaba distraídamente con las esposas alrededor de sus muñecas y tenía un pequeño corte en la mejilla derecha. Jeremy la miraba de cuando en cuando intentando encontrar algo en su expresión facial que le dejara determinar si la información que tenía entre manos era cierta o no.
   Pero como siempre, aunque odiara admitirlo, no encontraba nada. Y como siempre eso lo frustraba. Dejando salir un suspiro irritado cerró el folleto y se frotó el rostro. La joven alzó la mirada y lo miro con una ceja alzada. Jeremy gruño entre dientes y cruzó los brazos sobre el pecho mirándola con ojos cansados.

  -Otra vez aquí, Scott?-La joven se encogió de hombros despreocupada y alzó las manos hasta el nivel del pecho mirando la cadena de las esposas girar cuando movió las muñecas hacia al frente y hacia atrás.
-Supongo que no lo pude evitar. La pistola estaba allí y el sujeto allá. Tome el arma, apunte y dispare. Simple no crees?-Dijo indiferente encogiendo los hombros como si no fuera la gran cosa. Jeremy maldijo suavemente y se frotó los ojos. Se inclinó hacia delante en el escritorio y la miro fijamente.
-Se que estás mintiendo, Serena. El arma no tenía tus huellas digitales. Las del otro sospechoso si. -Serena alzó ambas cejas.
-Y si use guantes?-
-Cabe la posibilidad. -Acepto asintiendo dos veces golpeando con sus dedos el escritorio antes de sacudir la cabeza. -Pero tú siempre estás haciendo esto. Te encontramos de pronto en mitad de una escena del crimen. Pero al final terminas siendo inocente y te dejamos libre. No te cansas de este estupido juego? Porque no dices la verdad y ya está? -Dijo con frustración y molestia evidente en la voz mirándola fijamente a los ojos. Serena sonrío de lado y se apoyó en el frío escritorio inclinándose hacia adelante.

  -La verdad es que tome el arma y le dispare a la víctima. Encontraste pruebas que lo afirman verdad? Eso es suficiente para ponerme tras las rejas no? Soy culpable y punto. -Se dejó caer contra el respaldo de su incomoda silla y lo miro fijamente esperando su próximo movimiento.

  Jeremy volvió a suspirar y se pasó una mano por su ondulado cabello. No tenia sentido seguir debatiendo con ella. Nada sacaría de ello. Lo sabía de experiencia. Rápidamente recogió los papeles del escritorio y le lanzó una última mirada antes de abandonar la habitación sin perder tiempo. No tenía sentido quedarse allí más tiempo. 

   Serena miro unos segundos la puerta por donde el detective se acaba de ir antes de negar con la cabeza mientras sonreía levemente. Entrecerró los ojos dejando su mente en blanco y desvío su mirada avellana hacía sus manos sobre su regazo. Una voz molesta e irritada lleno su mente minutos después.

  "Esa estupida niña. Se que está mintiendo. Hay algo más de lo que dice la información. Pero como siempre no se le puede sacar nada. Dios, que dolor de cabeza. El sueño me está matando. Necesito un café."

   Serena río entre dientes y se pasó las manos por el rostro intentando quitar el cansancio de este. Estaba agotada. Llevaba allí sentada más de hora y media siendo interrogada por distintos detectives que habían lidiado con ella antes.

   Al igual que el Detective Milles, ninguno había tenido suerte. Nunca la tenían. Sacarle información a Serena Scott, cada vez que era encontrada en medio de una escena del crimen, era como buscar una aguja en un pajar. O sea, imposible. Si no era que falsificaba la información, era que permanecía en silencio no importaba cuanto presionarán para que hablara. Falsificar información era lo que había hecho esa vez. Suspiro sonriendo levemente.

   No era fácil hacerlo pero era mejor a que pusieran preso a alguien totalmente inocente. Aún cuando ella fuera la que terminara tras las rejas. Algo que realmente no le importaba, por cierto. Como tantas veces antes terminarían dejándola libre cuando se dieran cuenta de que la información era falsa. Y como siempre nunca descubrirían quien lo había hecho.

   Bostezo somnolienta y parpadeo cansadamente. Una buena siesta no sería mala idea. Pero aún tenían que venir y llevarla a su celda. Quedaría en custodia de la policía mínimo dos o tres días, si no se equivocaba. Siempre era lo mismo y ahora que lo pensaba. Jeremy tenía algo de razón. Realmente ya se estaba cansando de lo mismo. Era mucho pedir un poco de diferencia en su rutinaria vida?

   Un poco de un sazón nuevo para la sopa no estaría mal. La puerta de la sala se abrió y miro hacia allí con los ojos casi cerrados. Al parecer habían venido a llevarla a su celda. Uno de los detectives que la habían interrogado antes entro seguido de dos oficiales y la señaló con un deje de enfado en sus palabras.

  -Llévenla a su celda. -Los oficiales asintieron y se acercaron a ella. Cada uno tomándola por un brazo y haciendo que se parara de la incómoda silla, que ya comenzaba a entumecer su trasero. Dejando salir un bostezo paso por el lado del detective dándole una sonrisa torcida. -Buenas noches, Detective Parker.-

    El detective le mando una mirada furibunda mientras era empujada por la puerta. Serena se rió entre dientes y se dejó llevar hasta él área de las celdas. Fue empujada por el pasillo en el centro de las celdas y los prisioneros en el interior de algunas se acercaron a las barras de metal gritando cosas en su dirección y maldiciendo a los oficiales. Serena solo sonrió manteniendo la barbilla en alto e ignorando a los prisioneros. Cuando llegaron a su celda (al final del pasillo y totalmente vacía) la misma celda en la que siempre la metían cuando terminaba allí y solo con una dura cama y algunos garabatos en las paredes que ella misma había hecho) la empujaron dentro y cerraron la puerta con fuerza.

  Ignorando el trato y las miradas, que le lanzaron ambos oficiales, camino hasta su cama y se recostó en está manteniendo sus brazos esposados frente a ella y sus piernas cerca de su pecho como siempre dormía. Suspiro y miro a la nada por unos segundos hasta que el sueño volvió a atacarla. Cerró los ojos y se dejó llevar al mundo de los sueños, que tanto amaba, no sin antes sentir ese molesto sentimiento de disconformidad que asaltaba su pecho cada vez que terminaba en aquel lugar.

   Odiaba el hecho de que siempre fuera lo mismo en su vida. Odiaba el hecho de que nada nunca cambiaba. Odiaba el hecho de siempre terminar en el mismo sitio. Pero entonces se recordaba así misma de que no tenía de otra. Que no había otra forma de vida o de vivir para una persona como ella.

   Ella no podía tener otra vida. Y si tenía la oportunidad de tener una vida diferente a la suya realmente no sabía si sería capaz de vivirla. Simplemente no se imaginaba así misma con una vida simple y común. Sabía que no podía tenerla. Sin duda era algo que estaba en el término "imposible" para ella. Aún así, a veces su mente derivaba a esa pequeña posibilidad de que las cosas cambiaran. Que su vida cambiara y a veces realmente deseaba aferrarse a esa posibilidad. Porque por una vez deseaba. Deseaba con gran fuerza, que su mundo fuera tan solo un poco menos ruidoso.

Traspasando Tus MurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora