"Su respiración era agitada. Sus piernas ardían y sus músculos le gritaban que se detuviera. Pero no podía. No podía detenerse. No ahora. Aún no. Respirando con fuerza, ignorando el ardor en sus pulmones al hacerlo, retiró el sudor de su frente y aceleró lo más que pudo. La concurrida calle era el mejor escondite para una persona que no quería ser encontrada.Escurriéndose entre las personas, moviéndose entre ellas con agilidad y rapidez, empujando algunas sin querer y gritando algún "lo siento" por encima del hombro, logró su propósito de perder a las personas que la seguían a corta distancia. Saliendo de la calle principal comenzó a correr entre callejones buscando la forma de ocultarse en algún lugar inesperado para no ser encontrada si conseguían seguirle el rastro.
Deteniéndose en seco en frente de un callejón sin salida, y dos caminos a su lado izquierdo y derecho, pensó por donde sería mejor irse. Cuando comenzó a caminar hacia el lado izquierdo una mano salió disparada desde detrás de ella y cubrió su boca de golpe, amortiguando los gritos que salieron de su garganta. Comenzó a forcejear y tiró su codo derecho hacia atrás lista para escuchar el "crack" cuando hubiera roto alguna costilla. Pero en cambio una mano detuvo su codo con fuerza y precisión.
Frunciendo el ceño lanzo su pierna izquierda hacia atrás pero solo golpeo aire. Sintiéndose desesperada estaba lista para morder la mano que cubría su boca. Pero cuando su espalda choco contra un fornido y firme pecho y unos labios rozaron su oreja se quedo estática donde estaba y todo su cuerpo se relajó considerablemente.
-Tranquila, Nera. Soy yo. - "Serena despertó suavemente. Sus ojos pesados y su cuerpo adolorido por la incómoda posición en la que había durmiendo. Se movió lentamente considerando, realmente, la idea de volver a dormir de nuevo. Pero no quería volver a cerrar los ojos. Si volvía a dormir estaba más que segura de que su sueño seguiría donde lo había dejado.
Reproduciéndose una y otra vez hasta que explotara las pocas neuronas sanas que aún quedaban en su cerebro. Corría el riego de volverse loca. Maldiciendo suavemente se sentó en la dura cama y se apoyó en la pared detrás de ella. Acerco las piernas a su pecho y colocó sus codos en sus rodillas. Su espalda dolía y su hombro derecho se quejaba por haber dormido sobre el toda la noche.
Suspirando se pasó una mano por el rostro intentado retirar el sueño de sus ojos. Ignorando el frío metal de las esposas rozando su piel. Apoyo sus brazos sobre sus rodillas de nuevo y echo para atrás la cabeza dejándola caer contra la pared detrás de ella. Permaneció mirando el techo de cemento (tenía tantos garabatos en tinta roja que casi no se podía notar el color natural del cemento) por varios minutos, que olvido contar, dejando su mente totalmente en blanco y su respiración calmada. Segundos después, pensamientos y voces llenaron su cabeza y corretearon en ella como caballos salvajes chocando contra los muros de su cráneo amenazando con romperlo.
Pero Serena simplemente cerró los ojos y se concentró en distintos pensamiento absorbiendo la información de estos y guardándolos en su caja de memoria para momentos futuros. Podían ser útiles. Cerrando su mente ante cualquier cosa ajena, dejo salir una bocanada de aire que estaba conteniendo y abrió los ojos de nuevos. Cansados y algo somnolientos aún, miraron sin interés la puerta de barras de metal frente a ella.
Se preguntaba si ese día irían a verla para interrogarla de nuevo o para darle la noticia de que la información, que la acusaba de asesinato, era falsa y que podía irse a casa. Una risa seca se escapó de su garganta ante ese pensamiento. Si unas cuatro paredes decoradas pobremente, algunos muebles viejos, una cocina, un baño y una sala, eran consideradas una casa o un hogar entonces ella era afortunada.
Si claro. Se preguntaba cuándo había sido la última vez que se había sentido en casa. Cuando había sido la última vez que había sentido la calidez y la familiaridad de una familia y un hogar. Cuando había sido la última vez que alguien había esperado por ella y al volver a casa le habían dado la bienvenida con una sonrisa. Realmente se preguntaba cuándo había sido la última vez que había sentido calidez abrazar su pecho.
ESTÁS LEYENDO
Traspasando Tus Muros
RomanceLos pensamientos se supone que son algo que sólo el que los piensa los oye. Pero este mundo está lleno de misterios. Cosas extrañas pueden pasar. Pero dime, mamá, porque soy yo la que escucha la voz de los pensamientos? Si nunca hubiera tenido este...