2. Y el premio a la mejor caida del año es para...

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Ya había pasado media hora desde que salimos del aeropuerto y sentía que era una eternidad. En el buen sentido de la expresión  y de aquellos momentos que deseas que el tiempo se detenga porque así lo deseas, pues lo estás pasando muy bien y quieres saborearlo, masticarlo y digerirlo poco a poco.

Y es que pasar tiempo junto a Angia era de lo más divertido y a la vez poco convencional para alguien que quiere ir despacio en una relación. Nos contamos muchas cosas y las que me faltaban por contarle, pero más o menos ya sabía quienes eran Ariana, Sergi y alguna que otra aventura vivida y, claramente, de su parte también empecé a saber cosas como que era de las Islas del Norte pero se mudaron a vivir a Viam desde temprana edad y que tiene un hermano mayor. Actualmente está en una carrera de diseño de moda y que el vestido tan mono que lleva era hecho por ella y también me dijo que estaba con un chico llamado Kyle y  era el mejor novio del mundo, hasta que la dejó por otra, ahí fue donde vi el primer gesto serio de ella.

Llevaba medio camino hacia la Universidad de Viam y Angia y yo ya éramos muy buenas amigas. Es una persona encantadora, sabe escuchar y tenemos bastantes cosas en común, incluso podría confiar uno que otro secreto, pero aún había tiempo para ello.

- Así que lo dejaste tú...-Dije.

- Así es, pero fue mi culpa.

- ¿Ah sí?.

- Sí, verás, fui muy buena con él.- dijo acomodando el retrovisor- siempre salía con sus celos y yo tomaba sus actos y escenas dramáticas como algo lindo, pensaba "oh por fin le importo a alguien". Pensé que con el tiempo pasarían, pero a medida que pasaba el tiempo se estaban convirtiendo en una mano que me apretaba con fuerza el cuello. Me di cuenta, tarde, pero lo supe que si no hay confianza no se puede forjar una relación estable y que no era yo su punto de atención si no que se fijaba más en el resto dejando que el tiempo que podríamos haber aprovechado en hacer cosas juntos fuese un sin vivir monótono, lo mismo de siempre. Entonces llegó la gota que colmó el vaso. Anteriormente Kyle me había hecho una escena de celos porque me vio conversando con un amigo en una reunión, nada malo; a pesar de que sabía que yo le gustaba a él, de mi parte nada y creo que de parte del chico también había ese respeto. Hasta el momento sé quien se lo contó- si, bueno, él no tiene por qué saber todo lo que hago y evidentemente me iba a "regañar" y pasaba de discutir-. Semanas después un contacto anónimo me envió un mensaje con una foto de él y una chica besándose. No sabes cuanto lloré. El muy idiota fue al día siguiente con un ramo de flores a decirme que le disculpe.

- ¿Y Qué hiciste?.

- No creas que se lo estampé en la cara, aunque ganas no me faltaban. Le hice entrar a la habitación y hablamos. Se fue muy cabizbajo, pero nada que no me esperase, se le pasó pronto. A los tres días subió una foto con su "amiga". Tanto que me negaba y se justificaba que fue el alcohol, para que luego me venga con esas. Tiempo perdido, pero bueno, aprendí algo de esa experiencia.

- Que imbécil.- Dije ladeando la cabeza. Y vaya paciencia que tienes, hija mía. Yo no podría haber soportado tanto tiempo.

- Lo sé, pero bueno... ¿Y tú, que tal vas de amores?

- Como te decía, estoy perdida, aún me gusta Sergi y bueno...

- Espera, esto hay que contarlo con un batido y unos dulces.- me dijo señalando con el meñique un pequeño establecimiento a la derecha mientras manejaba.

Bajamos en un bar al puro estilo ochentero en la carretera. Compramos batidos, Angia un colorido batido de fresa y mora, y yo un granizado de tomate de árbol. Nos sentamos en el exterior del bar vintage. 

- ¿Por dónde íbamos?- Dijo bebiendo un poco de su batido.

- Sergi y yo.- Dije tomando un sorbo y apoyando un brazo sobre la mesa y la mano en la barbilla.

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⏰ Última actualización: Jul 10, 2017 ⏰

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