capítulo seis:

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El dominador mostró una amplia sonrisa al mirarla de arriba abajo.

—Me temo que estoy en desventaja. ¿Nos conocemos?

Luego entró en el bar seguido de la chica a la que ______ había apodado la muñequita.

Aún desencajada, ______ seguía boquiabierta. Drew tiró de ella para alejarla de aquel tipo.

—No, es sólo que le encantan los hombres bien vestidos. Vamos, cielo, tenemos que irnos a casa.

Sin darle tiempo a responder, Drew pasó por delante del dominador para salir con ______ a rastras. En cuanto se hubo cerrado la puerta tras ellos, él empezó a caminar a toda velocidad en dirección sur por la avenida McKinney mientras mantenía cogida por el codo a ______, que todavía tardó otros tres o cuatro pasos en recuperarse y retirar el brazo. De repente, se quedó parada en medio de la acera.

—Mi casa está en el otro sentido.

Al echar la mirada atrás, ______ vio al dominador que, desde fuera del bar, los miraba mientras se alejaban.

—Ya lo sé. Tú sigue caminando. ¡Vamos! —Drew tiró de ella con fuerza—. ¡No mires hacia atrás, por lo que más quieras!

______ decidió no discutir y permitió que él la guiara a toda velocidad por la calle. Estaba confundida, primero por aquel inesperado encuentro con el dominador y luego por el hecho de que parecía claro que Drew lo conocía. Si bien por un lado le agradecía que la hubiera ayudado a salir del paso sacándola de allí antes de que quedara totalmente en ridículo, por otro, quería saber qué era lo que estaba ocurriendo.

Un par de manzanas más adelante, él giró a la izquierda y se metió en una heladería. Había unos cuatro o cinco clientes esperando a que les sirvieran un helado italiano y ninguno de ellos les prestó atención.

—Drew, ¿qué ocurre? ¿Qué es lo que pasa?

—Justin, me llamo Justin —musitó él. Luego se dirigió a una de las esquinas del local y se colocó cerca de una ventana desde la que se veía la calle.

—Justin —______ pronunció su nombre a modo de prueba y le gustó cómo sonaba—. ¿Qué mi.erda ocurre, Justin?

Él negó con la cabeza y fijó la mirada en el tráfico del exterior. ______ esperó a que se volviera para mirarla.

—Venga, vámonos —le indicó mientras la cogía de la mano.

—No, no nos vamos a ningún sitio hasta que no me expliques qué es lo que acaba de ocurrir —respondió ella en voz baja, pero con firmeza.

Él miró a las personas que los rodeaban.

—Salgamos de aquí primero.

Una vez fuera del local, Justin empezó a caminar de nuevo en dirección sur.

—Cielo, mi piso está hacia el otro lado —le recordó ella ya algo irritada.

—Ya lo sé, pero vamos a dar la vuelta a la manzana para ir por la calle Oak Grove.

Oak Grove corría paralela a la avenida McKinney hacia el este y solía estar menos concurrida debido a la presencia de un viejo cementerio en desuso que se extendía a lo largo de todo el paseo. Durante la reforma urbanística del vecindario, los constructores habían sido incapaces de obtener licencias para trasladarlo y sacarlo de allí porque en él había tumbas de la guerra de Secesión.

El hecho de que Justin hubiera propuesto volver por una calle casi desierta hizo que se encendieran todas las alarmas en la mente de ______, que volvió a ponerse nerviosa con la idea de quedarse sola con él.

—No, yo me voy por donde hemos venido. Tú haz lo que quieras, puedes quedarte o venir conmigo —entonces dio la vuelta y empezó a caminar hacia el norte para ir a su casa.

—______, por favor, esto es importante. Si no quieres que volvamos por Oak Grove, lo haremos por Colé.

La avenida Colé corría paralela a McKinney, pero estaba situada una manzana hacia el oeste y quedaba por detrás del piso del dominador. Era una calle mucho más transitada, de modo que, después de pensárselo un momento, ______ accedió.

Esperaron a que pasara un coche antes de cruzar la avenida, luego avanzaron hasta Colé y empezaron a caminar en dirección norte. Ella fue la primera en romper el silencio

—Esta bien, listo, ¿de qué va todo esto?

—______, ese tío es peligroso. Se llama Víctor Abruzzi y es el objetivo de todos los agentes de esta parte del país. Debes procurar no tener nada que ver con él —le explicó con seriedad.

Ella se quedó mirándolo fijamente un momento antes de preguntarle:

—¿Y eso cómo lo sabes?

—Porque sí. Tienes que creerme, por favor.

A ______ se le tensaron los hombros y volvió a detenerse, con lo que forzó a Justin a hacer lo mismo.

—No haces más que pedirme que confíe en ti, pero eres tú quien no se fía de mí lo suficiente como para contarme lo que ocurre. Y no quiero que esto siga así.

—Ya lo sé, cielo. Aguanta un poco más y te lo contaré todo. Te lo prometo.

O le estaba contando la verdad o era el mejor mentiroso que había visto nunca. ______ reemprendió la marcha hacia su casa.

Caminaron en silencio. Ella notaba que Justin estaba tenso. Miraba a todas partes como si temiera encontrarse a alguien.

La agradable brisa de septiembre se colaba entre las ramas y las hojas de los robles. Aunque eran más de las once, la avenida Colé permanecía en plena actividad. Había varias personas paseando a sus perros, y un par de parejas que iban en sentido opuesto al suyo comentaban la película que acababan de ver en el cine.

______ pensó en lo que Justin había dicho. ¿Cómo era posible que supiera que el dominador era un mañoso? Los ciudadanos normales y corrientes no solían tener la capacidad de reconocer a esa clase de tipos a primera vista. Sólo los policías podrían hacerlo, o bien los propios mañosos.

Si Justin era poli, tendría que enseñarle la placa, y si no lo hacía, las posibilidades de que se tratara de un delincuente —o de un sórdido abogado que se dedicara a defender a mañosos— aumentarían. En cualquier caso, la idea de poder estar recorriendo las calles de Dallas con alguien que se relacionaba con gentuza de ese calibre no resultaba demasiado tranquilizadora.

Cuando se encontraban ya a la altura del edificio de Abruzzi, Justin la empujó hacia un garaje.

—¿Qué…?

—______, escúchame. Hay alguien siguiéndonos —Ella hizo el ademán de volverse, pero él se lo impidió tirando de ella hacia sí—. ¡No! No mires hacia atrás. Sigue caminando.

—¿De qué hablas? ¿Por qué iban a…?

—Porque has llamado la atención de Abruzzi —la interrumpió él de nuevo—. Quiere saber quiénes somos. Vamos a meternos en el garaje.

Caminaron hacia la entrada de los coches de residentes y bordearon la barra baja que bloqueaba el resto del tráfico. El suelo se convirtió en una cuesta arriba. Aunque la iluminación era buena para tratarse de un aparcamiento, las sombras acechaban entre los coches y en los rincones oscuros.

—Justin —lo llamó.

—¡Chsss…! —Justin estaba recorriendo el lugar con la mirada mientras tiraba de ______ cuesta arriba. Aparentemente satisfecho al comprobar que el lugar estaba vacío, se inclinó hacia ella y la miró a los ojos.

—______ —su voz sonaba apremiante—, quiero que subas la cuesta hasta llegar arriba.

Aunque no se ven desde aquí, al llegar encontrarás un par de ascensores. Si llegas antes de que yo te alcance, sube hasta el portal y espérame allí —después de dudarlo un momento, le dio un beso en la mejilla—. Si en cinco minutos no estoy allí, dile al conserje que llame a la policía, ¿de acuerdo?

—Pero, Justin…

—No hay tiempo para discusiones. Sólo hazlo, ¿Esta bien?

______ asintió con un único movimiento de cabeza. Él le apretó el hombro antes de dejarla para esconderse en la sombra que había entre dos coches.

______ se contuvo y en lugar de darse la vuelta para comprobar si efectivamente había alguien que los seguía, dio un paso adelante algo insegura. «Acabemos con esto de una vez.» «No puedo creer que le haya hecho esto.» Justin permanecía en cuclillas entre un Cadillac y un Jaguar, desde donde oía alejarse las pisadas de ______. Se sacó el arma que llevaba en la cintura y comprobó que el seguro estaba en su sitio. «¿Estás seguro de que estás haciendo lo correcto?»

Chica Mala || Adaptación {Justin Bieber y tú} || Original Bad Girl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora