[Aviso al inicio y fin de contenidos explícitos] para beneficio de los lectores.
— ¿Puedo meterla sólo una vez?— Los ojos de Samuel casi salen de sus cuencas.
—Amigo, esto está mal— Dijo Samuel mientras se alejaba de las manos de Tom.
—Realmente me gustas Sam...— Continuó Tom al mismo tiempo que tomaba la mano del castaño.
Había bastado con unas cuantas semanas de ausencia por parte de la novia de Tom para que las cosas tomarán ese camino. Primero fue algo de alcohol y pornografía juntos, luego el pudor se fue al caño y como buenos amigos se permitieron darse placer juntos. Pero ahora esas cosas ya no eran suficientes, comenzó con besos salvajes y desesperados, ambos sin playera y una necesidad insaciable.
—No dirás lo mismo cuando ella vuelva— El castaño no pudo evitar poner una expresión de desagrado al, él mismo, mencionar a la chica rubia dueña de su ahora amante.
—Esta noche sólo me importas tú— Las palabras de Tom eran suaves, al igual que sus caricias, su mirada era cálida y Samuel casi podía asegurar que veía sinceridad en él. Pero sus palabras también decían algo más, "esta noche" era algo que sobraba.
El castaño sabía que las cosas no serían así por siempre. Que al día siguiente aquel chico rubio olvidaría lo ocurrido, y por más verdadero que pareciera, esas caricias no eran de amor y todo lo ocurrido entre ellos sería negado, negaría el haber dicho alguna vez que gustaba de su mejor amigo, negaría el haber tenido relaciones con él...
...
[Inicio del contenido explícito]Sus cuerpos sudaban, sus respiraciones subían y bajaban frenéticamente. La ropa había dejado de ser una barrera entre sus pieles ya hace un tiempo, y aunque al principio fue todo un desastre, habían logrado entender cómo funcionaba el sexo entre hombres.
Tom era delicado en cada movimiento, como si el chico bajo él fuera algo preciado y frágil. Hacía sentir a Samuel un calor más allá de la simple excitación del momento, pues no solo estaba siendo tomado por su mejor amigo, sino, por su amor frustrado, por el chico que más amaba.—Tom... ¿M-Me quieres?— La voz del castaño se quebraba, por el movimiento del rubio dentro de él y por la misma vergüenza de su pregunta. Él más que nadie sabía la respuesta.
El rubio solo tomo su rostro con delicadeza, se acercó a los labios de su amante y les depositó un casto beso. Con una mirada llena de ternura beso la nariz del castaño, logrando que sus mejillas tomarán un color rojo más notorio.
—Nunca lo dudes— Samuel sonrió al escuchar eso, pero al mismo tiempo dejó salir unas lágrimas. Sabía que todo se acabaría al amanecer, pues Tom era el número uno haciendo sentir bien a las chicas con tal de conseguir lo que quisieram no le era complicado ser amable con ellas y susurrar algunas lindas palabras a sus odios. Y él no era diferente a ellas en ese momento.
Todo era un engaño, por sexo.—Tom... T-Tom...— Las manos del rubio se encontraban a cada lado del rostro del castaño, como soporte a las embestidas y con la intención de no despegar la mirada de los ojos de éste en ningún momento. Sus mejillas estaban rojas a más no poder, sus ojos saltaban unas pequeñas lágrimas, intentaba retener sus gemidos y jadeos cubriendo su boca, cosa que dejo de funcionar al momento en el que el rubio tomó sus manos para sujetarlas a los costados de su cara.
—No te contengas— Dijo Tom para después besar a Samuel. —Me encanta tu voz, Sam...—
Los antes encerrados gemidos de Samuel inundaron la habitación, mientras los movimientos de Tom seguían con su rumbo, haciéndose más intensos con cada embestida.
Al estar ambos casi en el clímax, juntaron sus labios una vez más, para después entrelazar sus dedos y llegar al orgasmo.