Amados

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Para Ana, mi mejor enemiga.

Ando echándote fuera de mí todos los días. Dejo de amarte cuando dejo de amar tus infinitos hijos, tus versos devastados, moribundos. Dejo que el llanto acuoso de tu tinta me corra por las venas, despacioso, en una zambra de muerte compartida, y me quedo a tu lado para callar de cerca, para que mi amor por fin logre matarte de distancia.

Estoy leyéndote a conciencia, como buscándote agonía, como a algún tipo de toxina que te desprenda, que te descubra lejos, muy lejos de mi almohada. Estás escribiendo aún tu pena en los rincones, tallando suerte mientras pintas con letras tu veneno, andas suicidándote dentro de mí todos los días.

ESTA SOY

No nací para anécdotas preciosas

al cauce de los ritmos cotidianos,

para el buen ejercicio de lo humano,

ni para las respuestas decorosas.

Débil para los daños por apego,

fuerte por obligada rebeldía,

tierna por especiales simpatías,

brutal por las verdades con que brego.

Temo a la huella en mi alma acorazada,

al olor emotivo de la almohada

al ardiente pesar de tradiciones.

Y aún así, fastidiada, me repito

que a la risa frugal de tus ojitos

se va mi corazón de vacaciones.

*****

ESTOS SOMOS

Apenas roce de los labios nuevos

bajo las auras puras de la tarde.

Apenas luces donde el frío arde.

Apenas verjas limitando juegos.

Apenas risas de la marca ajena,

de la tuya, y la mía, y nuestra marca.

Apenas horas que sumar al arca

de cada martes que el placer estrena.

Apenas cruda tu palabra inerte

sobre esta muda fe de echar a suerte

nuestra necesidad de estar a solas.

Apenas este parque y estos niños,

y estos raptos triviales de cariño.

Apenas el temblor de una farola.

*****

ESTE MIEDO

Bajo tus brazos tiemblo los mismos huracanes

que antaño doblegaron los muros de mi sexo,

deformados y grises y torvos y convexos,

que ni agradecen peces ni multiplican panes.

Entre tus férreas piernas he lanzado los dados

derrumbando estas ruinas de sus tristes cimientos,

cazándole finales felices a este cuento,

dando a luz a la espera de los desesperados.

Y a la vuelta del hombro se enciende tu mirada,

y es tu voz una risa de muerte desterrada

cortando estas cadenas de agónica memoria,

y es abismo, catarsis, suicida, resignada,

Poemas.  Ana de la TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora